José Antonio Moral Santín, antiguo hombre fuerte de Izquierda Unida de Madrid y representante figurado de la formación en los órganos de gobierno de Caja Madrid, sitúa el nacimiento del sistema de retribución a través de tarjetas bancarias presuntamente opacas a los consejeros de la entidad al menos a mediados de los noventa.
Moral Santín fue miembro del consejo de administración de Caja Madrid desde 1995 (lo fue luego también de su heredera Bankia a partir de 2011). Y apenas unos días después de su toma de posesión como consejero, el secretario general de la caja le entregó una tarjeta como “concepto de remuneración”.
“El secretario general de la caja me habla de la cantidad que puedo gastar, una cantidad que ha dispuesto el presidente, y que puedo gastar sin ningún tipo de justificación. No me dieron más detalles”, ha dicho Moral Santín durante el interrogatorio en el juicio en la Audiencia Nacional por el caso de las tarjetas black.
El presidente de Caja Madrid en ese 1995 era Jaime Terceiro, el antecesor de Miguel Blesa al frente de la caja. El propio Blesa, que accedió a la presidencia en 1996, insistió durante su interrogario que él no creó el sistema de tarjetas, sino que fue autorizado para consejeros en 1988 y para directivos en 1994.
Sin cambios desde los noventa
El exconsejero ha subrayado que nadie le informó de ningún cambio operativo en el sistema de supuesta remuneración desde 1995, sino solo de las subidas de los límites de gasto. Esto es, el sistema se habría mantenido intacto, según su versión, durante las presidencias de la caja de Terceiro, de Blesa y, posteriormente, de Rodrigo Rato. “Me dijeron que no había cambios, que seguía todo como estaba”.
Moral Santín, que gastó con su tarjeta opaca 456.522 euros (unos 367.000 euros retirados en efectivo de oficinas y cajeros), ha subrayado las cantidades utilizadas con su Visa se trataba de “una remuneración” y que es normal que no figurara explícitamente que se abonaba a través de tarjetas en los informes de retribución o en los de gobierno corporativo de la entidad, porque las Visa no eran la remuneración en sí mismas, sino sólo el instrumento de pago. En cualquier caso, el acusado no reconoce la validez del listado de gastos aportado por Bankia (el famoso archivo Excel con todos los pagos de los 65 procesados) al no tratarse de un documento bancario, incluir gastos en restaurantes y locales en que nunca ha estado, e incluir reintegros en cajero sin identificar cuáles eran.
En cualquier caso, “nunca me pidieron justificantes de los gastos realizados, ni siquiera los admitían”, ha dicho de los órganos directivos de la caja. Según su declaración, acumuló facturas y justificantes durante varios años, pero dejó de hacerlo en 2002 o 2003. Entonces el consejero tuvo un problema al superar supuestamente el límite de gasto fijado por la caja, y constatar que la caja ni siquiera le facilitó los extractos de la tarjeta y un listado de los movimientos de cuenta para comprobarlo.
El hombre de CCOO: "Era remuneración, claramente"
La sesión de hoy ha concluido con el interrogatorio de Francisco Baquero, el representante del sindicato CCOO en el consejo de administración de Caja Madrid entre 2006 y 2011, y que ejecutó gastos por más de 266.400 euros en ese periodo. Baquero ha seguido el guión de defensa de la mayoría de los acusados: los pagos efectuados con las tarjetas "eran parte de mi remuneración, claramente"; la caja le explicó que se trataba de una tarjeta de "libre disposición" y sobre la que "no había que justificar los gastos"; y que no supo si la entidad efectuaba las retenciones fiscales preceptivas porque sólo se le remitían los certificados de haberes anualmente y no tenía acceso a los extractos de movimientos.
El exsindicalista no ha sabido explicar por qué, si se trataba de una parte de su retribución como consejero de la caja, efectuaba gastos que variaban hasta en 10.000 euros de un año a otro. "No recuerdo si cambiaron los límites de un año a otro". Pero ha insistido en que en ningún caso se pueden considerar las Visa opacas como un medio de pago de gastos de representación de la caja, dado que se les comunicaba límites de gasto anuales y mensuales, lo que no encaja con este tipo de gastos. "Claramente no eran gastos de representación".
Como el resto de los acusados, Baquero ha dicho no reconocer la validez de la prueba del documento Excel, por estar llena de errores, tales como gastos en restaurantes en que nunca ha estado o la inclusión de abonos en Madrid que coinciden con viajes realizados al extranjero en representación de la propia Caja Madrid.
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