La versión oficial, la que mantienen ambas partes, no se sale del guión esperado. Unos y otros sostienen públicamente que las relaciones siguen siendo buenas. Incluso estupendas, exageran a veces. A algún alto cargo se le escapa una media sonrisa al decirlo, ésa es la verdad. Pero el discurso es estrictamente ortodoxo. El que toca, sean cuales sean las circunstancias.
Pero la relación entre Aena y el Gobierno ha topado con varios puntos de fricción. Los problemas ya venían de antes, pero el ministro Iñigo De la Serna quien, recién aterrizado en el Ministerio de Fomento, se ha encontrado ahora con la tarea de concretar varios de los asuntos espinosos heredados y, con ello, se han avivado los desencuentros con la cúpula del gestor de los aeropuertos españoles.
El nuevo ministro de Fomento ha heredado asuntos espinosos que avivan los desencuentros con la cúpula de Aena
Y es que la decisión de qué hacer con las tasas aéreas que las aerolíneas pagarán a Aena durante los próximos años –que el Gobierno previsiblemente bajará, contra el criterio del gestor aeroportuario- y la opción de posponer cualquier ampliación de la privatización de Aena –que vino de más arriba en la escala gubernamental- han enconado las diferencias. Hasta el punto de que hay quien ve las relaciones deterioradas hasta un nivel más que preocupante.
El Ministerio de Fomento tiene que aprobar en las próximas semanas el Documento de Ordenación de la Regulación Aeroportuaria (DORA), que determinará, entre otros aspectos, la política de tarifas entre 2017 y 2021. La cúpula de Aena, con su presidente, José Antonio Vargas, al frente, reclama que las tasas se congelen durante ese periodo, para garantizar los ingresos del grupo, las inversiones en la red española y la expansión internacional.
Las aerolíneas, que son las que pagarán esas tarifas con cada uno de sus vuelos (o en concreto, sus pasajeros), reclaman una rebaja del 2,59% cada año durante los próximos cinco. Y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) se alineó con el sector y propuso, por su parte, aplicar un recorte de las tasas del 2,02% anual.
Fomento se inclina por bajar tasas
El Gobierno no ha desvelado oficialmente su decisión, aunque el margen temporal se agota, porque las nuevas tasas deben aplicarse a partir del 1 de marzo, así que el Consejo de Ministros aprobará el DORA en apenas dos o tres semanas.
El ministro de Fomento no suelta prenda, pero concede que atenderá los argumentos de los que piden una rebaja y admite que las cifras de tráfico de Aena están muy por encima de las previstas por el gestor aeroportuario para justificar la congelación.
El Gobierno no desvela a las aerolíneas cuánto bajarán las tasas, pero les traslada que la decisión las dejará contentas
De hecho, el año pasado se alcanzaron los 230 millones de pasajeros y en éste los registros seguirán creciendo, así que con seguridad se superará la cota de 240 millones de viajeros que el plan de negocio de la compañía no contemplaba hasta 2021. Aena tiene que revisar al alza sus previsiones de tráfico de pasajeros, y eso, en la práctica, abrirá la puerta a avalar la rebaja.
Varias fuentes del sector aéreo confirman que desde el Gobierno –pero no necesariamente desde Fomento- se le ha venido insinuando a las aerolíneas que las tasas aéreas se recortarán. No se les ha especificado la cuantía de la reducción, pero se les anticipa que las compañías aéreas “quedarán contentas” con la decisión final.
Además, el propio De la Serna subraya, con intención, que uno de los objetivos del Ejecutivo pasa por garantizar la competitividad de España como destino turístico y hacerlo atractivo para las aerolíneas. Y rebajar las tarifas que deben abonar por volar a España es un factor determinante, claro.
¿Un problema para el futuro?
Oficialmente Aena no valora la posible rebaja de tasas por la que se inclinará el Ejecutivo, que es el principal accionista de la compañía, con un 51%, a través de la sociedad pública Enaire. “Yo no especulo. Cuando tengamos los datos, veremos”, comenta a El Independiente el presidente de Aena, José Antonio Vargas. Y resulta imposible sonsacarle más que eso.
Sin embargo, otras fuentes internas de Aena explican el temor del grupo a las consecuencias futuras de una decisión que condiciona sus ingresos durante cinco años. Y es que ahora se determina toda la política tarifaria para el próximo lustro; no podrá volver a tocarse hasta 2021 para hacerla predecible para las compañías.
“Bajar las tasas no supone un problema ahora, pero sí si caen los pasajeros dentro dos años o tres”, dicen fuentes de Aena
En efecto, los aeropuertos de Aena ahora marcan récords de tráfico de pasajeros y el grupo gestor no deja de elevar sus resultados financieros. “Bajar las tasas no supone ahora un problema para Aena. Pero nadie tiene una bola de cristal para saber si el tráfico de pasajeros caerá el año próximo o dentro de dos. Y si sucede, el recorte de las tarifas puede comprometer al grupo”, apunta un ejecutivo “Las cuentas salen si las cosas van bien, pero si no… A corto plazo la rebaja no es un problema, pero a largo plazo, no sabemos”.
El ‘no’ a más privatización
10 de enero. Se celebra en Madrid un desayuno informativo con el ministro de Fomento como ponente. Llega una pregunta por escrito para él que el moderador le traslada: ¿Se va a retomar el plan de ampliar la privatización de Aena con la venta de un paquete accionarial adicional? De la Serna sonríe, y bromea con la autoría de tal interpelación. “¿La pregunta no la habrá hecho el presidente de Aena, que está por aquí?” Risas entre el público, también del propio Vargas. Pero el comentario del ministro confirmaba cuál era la posición del presidente de Aena sobre el proyecto que se ha aplazado… o quizá descartado para esta legislatura.
Globo sonda o iniciativa real, el ministro De la Serna prácticamente estrenaba el cargo deslizando en los medios de comunicación que el Gobierno estudiaba la posible ampliación de la privatización de Aena. El plan, en principio, sería colocar en manos privadas un 10% adicional de la compañía, con lo que el Estado habría obtenido unos 2.000 millones de euros, pero también perdería su posición mayoritaria en el capital del grupo (en la que la sociedad pública Enaire controla un 51%).
El Ejecutivo descarta, de momento, privatizar más Aena. La cúpula del grupo lo reclama para quitarse corsés presupuestarios
El Ejecutivo daría así un paso más en la privatización que arrancó en el primer mandato de Mariano Rajoy. Entonces el Gobierno vendió un 49%, entre fondos de inversión que tomaron participaciones directamente y con la salida a bolsa. Cuando aún no se han cumplido dos años desde su debut bursátil, el valor de las acciones se han más que duplicado (desde los 58 euros de la OPV hasta los 134 euros con que cerró la sesión del viernes) y la empresa ha entrado en el selecto grupo de las firmas del Ibex.
El Gobierno finalmente descartó la venta de otro 10% de Aena, porque esos ingresos adicionales no eran necesarios para cumplir con las exigencias de déficit público que plantea Bruselas, como adelantó en exclusiva El Independiente. Lo descartó al menos de momento, porque el proyecto puede volver a estudiarse más adelante.
En cualquier caso, esa decisión supuso otro encontronazo entre las posturas del Ejecutivo y las de la cúpula de Aena, firme defensora de la necesidad de ampliar la participación privada. La dirección del grupo considera que una mayor privatización serviría para acabar con algunos de los corsés presupuestarios que ahora padecen como consecuencias del control público (también corsés salariales para los ejecutivos, se apunta desde los mentideros más maledicentes del sector).
Sin esos corsés presupuestarios, se argumenta, Aena podría dinamizar algunos procesos y, sobre todo, potenciar su expansión internacional. El grupo explota una quincena de aeropuertos fuera de España, y la compañía considera que su crecimiento exterior podría ser mayor sin las limitaciones presupuestarias y porque algunos países vetan en sus concursos a empresas públicas de otros países.
Y la versión oficial, la que mantendrán ambas partes, seguirá sin salirse del guión. Unos y otros sostendrán que las relaciones siguen siendo buenas, incluso estupendas. Sí. Y si alguien no queda convencido, algunas fuentes del Ejecutivo zanjan la cuestión con una sentencia (que también parece un aviso a navegantes): “Las relaciones no pueden ser malas. Porque Aena somos nosotros. Tenemos el 51%”. Al menos de momento.
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