El caos que ha vivido British Airways durante el fin de semana y que ayer aún coleaba ha puesto en el disparadero al presidente y consejero delegado de la aerolínea, el español Álex Cruz. El ejecutivo, al frente de la mítica compañía británica desde hace poco más de un año, ha emprendido desde entonces una política de recorte de costes y de búsqueda de eficiencias que ahora se señala desde diferentes ámbitos como una de las causas que ha provocado este fin de semana negro.
Un fallo informático ha provocado la cancelación de más de un millar de vuelos y ha dejado en tierra, según la propia compañía, a unos 75.000 pasajeros. El sindicato GMB ha relacionado el fallo con la subcontratación de parte de las labores informáticas y su traslado a la India. El propio Cruz salió ayer al paso para negar la mayor y desvincular el problema informático con la externalización de las tareas.
“Todas las partes involucradas en esta situación particular no están relacionadas con ningún tipo de externalización en ningún país extranjero”, aseguró el directivo español. Han sido problemas locales en torno a un centro de datos local, que ha sido gestionado y fijado por los recursos locales”, sentenció.
Cruz ha descartado presentar su dimisión por “un fallo electrónico” que nada tiene que ver con su gestión desde que llegó a British Airways y que no está vinculado a los recortes aplicados en el grupo. Desde la compañía se vincula el fallo informático con un problema con el suministro eléctrico que dejó fuera de servicio parte de los sistemas de la filial británica del holding IAG (que también agrupa a Iberia, Vueling y Aer Lingus).
British Airways admitió que ayer aún persistían algunos problemas de retrasos y cancelaciones en los aeropuertos londinenses de Heathrow y Gatwick, pero que en torno a un 95% de los vuelos estaban operando ya con normalidad.
British Airways puede acabar afrontando una elevada factura por las cancelaciones masivas. Según un informe de Citigroup los problemas operativos del fin de semana pueden acabar costándole al menos 100 millones de euros (en torno a 40 millones por la caída de los ingresos y otros 60 millones en indemnizaciones).
Álex Cruz aterrizó en British Airways en abril de 2016 tras hacer méritos dentro del grupo IAG a los mandos de Vueling, la compañía que más crecía de las integradas en el holding. Sin embargo, poco después de su marcha Vueling sufrió un caos organizado que derivó en centenares de cancelaciones el pasado verano por un exceso de vuelos programados que la plantilla y los flota de aviones de que disponía la compañía no podían atender. Una programación diseñada por Cruz cuando estaba al frente de la aerolínea catalana.
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