Ya nada va a ser igual". Se quede o parta Pedro Sánchez. Nada. El PSOE sabe que, para bien o para mal, comienza a escribir una nueva página en sus 145 años de historia. Desea, cruza los dedos para que sea con su líder a la cabeza, para que no les abandone, pero no tiene ninguna certeza. Él sigue sin emitir señales y no lo hará hasta el lunes. El día en que todo cambiará.

Otro comité federal de los socialistas se convirtió en un hito de imposible olvido. El de este 27 de abril de 2024, la perfecta antítesis del 1 de octubre de 2016. Ocho años después, el partido no se reunía para destituir a su líder, sino para aclamarlo por todo lo alto en una exhibición masiva y pública de apoyo. Pero tras esa muestra de respaldo latía la angustia y el vértigo de dirigentes y bases por el futuro, por la posibilidad real de que Sánchez dimita, un absoluto tsunami tanto en el Ejecutivo como en el PSOE.

Dentro de la sede, caras largas, miradas tristes, un regusto de despedida. Todo lo contrario que en la calle, una explosión de júbilo

Ferraz fue este sábado testigo de una catarsis colectiva. De un desbordamiento emocional. De sentimientos encontrados. Mezcla de llanto y alegría, de preocupación y esperanza. Dentro de la sede, en la sala Ramón Rubial, los integrantes del comité federal. Caras largas, miradas tristes, un regusto de despedida. Fuera, en la calle, una explosión de júbilo de los simpatizantes, un ambiente festivo. El mismo mensaje, en todo caso: "Pedro, quédate. Estamos contigo", como le dijo la vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, a quien muchos miran como posible sucesora si él decide finalmente marcharse.

La número dos fue la primera en tomar la palabra, la que le argumentó a su jefe, interpelándole directamente, que sí, que "merece la pena" que siga, respondiendo a la pregunta que él se planteaba en la carta a la ciudadanía del pasado miércoles. "Merece la pena que ganen los buenos", resumió al final de un discurso de alta carga emocional en el que también se dirigió a la mujer del presidente, a Begoña Gómez, para mostrarle su solidaridad y su apoyo y defenderla del "acoso" de las últimas semanas. La apelación no era gratuita. Todos saben que la decisión de Sánchez es profundamente personal, no política, y que es ella, su esposa, la que tiene la llave, la que puede, tal vez, convencerle de que no de debe rendirse.

"No puedes permitirlo, Pedro"

A Montero le siguieron otros siete dirigentes con un hilo conductor: la atribulada historia del PSOE enseña que líderes y militantes también sufrieron. Mucho. La persecución en la Guerra Civil y la dictadura, el terrorismo de ETA, el hostigamiento de la derecha. "Piensa en todos esos socialistas, Pedro. Piensa en este país, en la democracia. Pedro, tienes que seguir", le animó Eneko Andueza, secretario general del PSE, una federación y un dirigente castigados por la amenaza pasada de ETA. "No puedes rendirte, no puedes entregarle a la derecha lo que buscan, la cabeza del secretario general de los socialistas. No puedes permitirlo, Pedro", le advertía el ministro Óscar Puente tras relatar la historia de su abuelo Antonio, represaliado "por rojo" en el franquismo. Su gesto grave era también el de otro miembro del Ejecutivo muy cercano al líder, Félix Bolaños.

A las puertas de la sede se congregaron 12.500 personas, según la Delegación. Muchas habían venido a borde de buses: se fletaron más de 100

Pero, inevitablemente, todos los parlamentos sonaban a lo que sonaban. A un homenaje. A un funeral anticipado, a una despedida a un dirigente que, en realidad, ya se fue el miércoles. Porque la sensación extendida entre los principales colaboradores del presidente es que él tiene tomada la decisión de marcharse, y que poco podía influir en su ánimo realmente el ejercicio de exhibición de apoyo. El pesimismo, que el viernes era patente, ayer sábado era mayoritario, muy visible.

Santos Cerdán, el secretario de Organización, cortó la secuencia. Les dijo a sus compañeros que merecía más la pena fundirse en un abrazo con la militancia. 12.500 personas, según la Delegación del Gobierno, que anegaban Ferraz y sus alrededores. Muchos venidos de todas partes de España, a bordo de más de 100 autobuses. La dirección entonces salió a la calle a saludar a las bases. Aquel era otro mundo. De la depresión colectiva del interior a la euforia del exterior. Montero, los ministros, los miembros de la cúpula de Sánchez se reían, se hacían fotos, botaban con su gente. Montero, casi desdoblada, como fuera de sí misma. Sonaba el Quédate de Quevedo y Bizarrap, luego el Pedro, Pedro, Pedro de Raffaella Carrà, más tarde Perra, de Rigoberta Bandini, el tema principal que acompañó a los socialistas en las pasadas generales en las que resucitaron, contra pronóstico. De colofón, La Internacional. Entre los manifestantes, Carmen Romero, exmujer de Felipe González, aferrada a una bandera del PSOE.

Aquella era una fiesta en la calle que venía a curar el corazón herido de la dirigencia, más consciente de que lo que les puede esperar el lunes es el abismo. "¡No pasarán!", "¡No estáis solos!", "¡Pedro Sánchez es mi gente!", gritaba la calle. Era el éxtasis, la constatación del potentísimo lazo que une a Sánchez con sus bases y que difícilmente será heredable. ¿Le hacía falta al presidente esta demostración de afecto, esta declaración de amor de su militancia? "Racionalmente, sí lo sabe, pero es como con las parejas, a veces hace falta que te digan que te quieren", explican en su entorno.

La mezcla de llanto y alegría resultaba "rara". "Más que un funeral a Pedro, hemos hecho un 'levántate, Lázaro'", asegura un jefe provincial

Los dirigentes no podían evitar sentir una enorme satisfacción por lo que estaban viendo sus ojos. Lo mejor del PSOE siempre ha sido su militancia, repetían. Había sido "emocionante, emocional, de resistencia colectiva, histórico", "un acto de retroalimentación de la dirigencia con la militancia", añadían. El contraste con lo vivido dentro de los muros de Ferraz era total. Era la plasmación de la ciclotimia pura que los socialistas saben que está en su ADN. "Todo ha sido muy extraño. Raro, rarísimo", constaba un barón regional. "Más que un funeral, hemos hecho un levántate, Lázaro", apuntaba un secretario provincial.

"Tengo que reflexionar"

Pero los más cercanos a Sánchez no tienen nada claro que vaya a recular. Aunque no saben nada. Nada. Los integrantes de su núcleo duro contaban que se han cruzado wasaps con él, pero que no ha habido llamadas, ni le han visto desde el miércoles. El presidente está aislado con su familia en la Moncloa. No emite señales. Y eso es lo que hace pensar a su círculo más cercano que está determinado a irse. "Las impresiones de lo vivido hoy son buenas. La cosa es que lleguen", "aquí está la fuerza del PSOE, esperemos que tenga efectos", indicaban dos de sus responsables de máxima confianza, sin poder esconder su abatimiento y su preocupación.

En estos días, Sánchez ha despachado los asuntos ordinarios del Gobierno con Óscar López, pero sus colaboradores no han querido molestado, han preferido respetar su silencio

Sánchez no había lanzado señales previas de que se estaba quebrando emocionalmente por los "ataques" a su mujer. El miércoles, cuando salió a la luz que un juez había abierto diligencias contra ella tras una denuncia del pseudosindicato ultraderechista Manos Limpias, solo anticipó a sus más directos colaboradores, antes de la sesión de control en el Congreso, un mensaje: "Tengo que reflexionar". Pero ellos, relataban este sábado, nunca pensaron en un estallido. El presidente se encerró en la Moncloa, escribió la carta solo, sin asesores, y cerca de las siete se la entregó a su director de Gabinete, Óscar López, donde estaba reunido, para abordar la campaña europea, con Cerdán y su adjunto, Juanfran Serrano. Montero supo de la carta al tiempo que los medios. Acudió a la Moncloa, se reunió con Cerdán, con Puente, con Bolaños. Sin Sánchez, con el que no hablaron. Y desde entonces hasta este sábado. Él ha recibido infinidad de muestras de apoyo de dirigentes, y ha contestado lacónicamente. A veces con un "gracias". Solo ha despachado los asuntos ordinarios del Gobierno con López. Sus pretorianos no han querido molestarle, han optado por respetar su silencio, su petición de pausa, aunque esperan que este domingo suenen los teléfonos. Confían en que les comunique cuál es su decisión y el rumbo a seguir antes de su comparecencia del lunes ante los medios.

Ningún dirigente es capaz de apostar al cien por cien por una salida. Sobre todo porque la decisión es estrictamente personal y, como manifiestan muchos dirigentes, también los más próximos, él es muy "pudoroso" con sus sentimientos, un dirigente "bastante estable", que ni exterioriza la euforia ni la depresión. Por eso les sorprendió que se rompiera. Y si ahora nadie se la juega por completo es porque Sánchez es un líder imprevisible, que no tira de los cánones tradicionales.

Se abre una nueva etapa, con Pedro o sin él. Ya nada va a ser igual", señala un presidente autonómico". "Esto es un punto de inflexión", coincide un mando territorial

Lo que sí está claro es que el lunes 29 de abril marcará un antes y un después en la vida del PSOE, para siempre. "Se abre una nueva etapa, con Pedro o sin él. Ya nada va a ser igual", señala un presidente autonómico. "En una dirección o en otra, pero habrá que reconstruir. Esta etapa ha terminado. Aunque se quedara, daría igual, porque ha mostrado sus debilidades, y esas nunca se pueden enseñar", reflexiona un mando territorial. Si permaneciera en el poder, sería la tercera vida de Sánchez, después de una primera, cuando alcanzó el trono de Ferraz en 2014, una segunda, tras ganar las primarias en 2017 y la Moncloa en 2018.

Montero "minimiza" la pantalla de la sucesión

"El lunes, Pedro puede hacer lo que quiera. Con nuestra gente, no le pasará factura. Pero, decida lo que decida, hemos empezado una nueva etapa. Ya se ha abierto la sucesión, y el partido está preparado", completa una responsable de un aparato regional. Otro compañero coincide: "Todo lo de hoy [por este sábado], muy bien, pero tenemos un lío de puta madre en el partido. Esto es un punto de inflexión". "Uno de los mensajes que salen de aquí es que ya está bien, que hay que dar la batalla frente a la derecha", agrega una ministra. Ella, al igual que otros responsables, alerta de que una marcha del presidente sería tanto como una "derrota para la democracia", porque la derecha se habría cobrado una pieza de caza mayor sacando, como dijo Montero, "tajada de la infamia", con "mentiras" y "bulos".

Los socialistas subrayan que si Sánchez se va es como una "derrota para la democracia", porque se concluirá que se puede tumbar al presidente sacando "tajada de la infamia"

Por el momento, nadie quiere mirar al futuro. Todas las energías en el PSOE están concentradas en que Sánchez se quede. De lo contrario, se abrirán multitud de escenarios y la incertidumbre es total. La señalada para la sucesión es la propia Montero, pero como dicen en su entorno ella no se ha planteado nada aún. Como gestora, está acostumbrada a centrarse en la pantalla actual y "minimiza" las que no son urgentes. "Si hay que abrir otras pantallas, pues ya se verá", responden fuentes muy próximas a la vicepresidenta. Si Sánchez apunta a ella como la próxima presidenta del Gobierno, previa investidura, el partido, con seguridad, respetará su decisión y la arropará. Ella, de hecho, ya actuó este sábado como la líder interina, al abrir el comité federal en ausencia del secretario general.

El PSOE navega en las últimas horas de la cuenta atrás con desasosiego, con el vértigo por un futuro incierto, mirando hacia la Moncloa. Hacia un Pedro Sánchez que guarda su destino con extremo celo y que ya tiene la respuesta de su partido. La duda es si la tendrá en cuenta. Por delante, 24 horas. Agónicas.