Desde hace días se viene hablando en los medios de la posible salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, muchas veces con una visión negativa o incluso catastrófica, y aunque es que es así, debemos entender muchas otras variables.
El Acuerdo de París es un texto que firmaron cerca de 200 países para comprometerse a luchar contra el cambio climático y evitar que la temperatura media del planeta supere los 2ºC de aumento, y en la medida en que sea posible, dejarlo en 1,5ºC. Estos umbrales se establecieron por grupos de expertos internacionales; una vez alcanzados o superados los 2ºC estaríamos ante el punto de “no retorno”, ese momento a partir del cual los cambios serían bruscos, impredecibles y tendrían un fuerte impacto en la sociedad.
Es probable que provoque un efecto dominó y otros países se salgan del Acuerdo
El propio Acuerdo de París “compromete a los firmantes” a que siempre que se pueda se quede por debajo de esa temperatura; ¿qué quiere decir? ¿Qué si no se puede no pasa nada? Es un Acuerdo ambiguo y no es vinculante, algo que se nos contó al revés. Uno de los debates más intensos en la Cumbre del Clima (COP21) donde se fraguó este documento, fue su denominación; y decidieron no llamarlo Protocolo de París (como si pasó con el Protocolo de Kioto) porque esa denominación por su sentido jurídico si lo convierte en vinculante, en obligatorio, así que jurídicamente sólo es un acuerdo, mientras dure.
Tampoco establece unos mecanismos de reducción, de ningún tipo, ni se apuesta por las energías renovables ni se pide abandonar los combustibles fósiles, de hecho, algunos expertos y analistas dijeron que el Acuerdo de París dejaba la puerta abierta a la geoingeniería y la tecnología, a la manipulación climática y a técnicas poco éticas. Es decir, poder seguir emitiendo y contaminando, pero con tecnología que nos permita “enfriar”.
La situación del cambio climático no pinta bien para nadie, especialmente para los países más vulnerables que no podrán hacer frente a algunos impactos y que obligará a desplazarse a millones de personas por sequías, inundaciones o subidas del nivel del mar.
Será la negación del peor problema ambiental al que se enfrenta la humanidad
A todo esto se suma Donald Trump, el Presidente electo de EEUU que ya anunciaba en su campaña electoral que el cambio climático no existía, que era un invento chino y que además de salirse del Acuerdo, apostaría por volver al carbón y al petróleo. No olvidemos que en algunos de esos Estados fue donde más votos sacó.
Si finalmente en las próximas horas decide salir del Acuerdo, será una muestra de ruptura, de negacionismo ante el peor problema ambiental al que se enfrenta la humanidad en su conjunto y que el Presidente dejará muy claro que ni cree en ello, ni va a luchar por el medio ambiente.
Debemos entender este acto como una muestra de capitalismo sostenido por los combustibles fósiles, y es probable que provoque un efecto dominó y otros países se salgan del Acuerdo. Si esto ocurre, toda esperanza de que se reduzcan las emisiones queda reducida a humo, y con ello es muy probable que superemos los 2ºC de aumento para el año 2050.
Por desgracia aún seguimos viendo cómo hay dirigentes que siguen creyendo que el crecimiento económico sin límites debe seguir siendo la constante de la política y la sociedad a costa de lo que sea, en este caso de la atmósfera, con los efectos tan devastadores que tendrá.
El cambio climático no entiende de fronteras y esta situación es un problema de relevancia mundial. Que un determinado país quiera seguir emitiendo, nos lleva a que Vanuatu o Bangladesh se vean tan afectados por la subida del nivel del mar que millones de personas perderán su hogar, se funda el hielo del Ártico al completo o en España nos veamos afectados por olas de calor más intensas que nos harán pasar los peores veranos conocidos.
Es lamentable que no tengamos ahora mismo un Protocolo que obligue ya a todos a reducir emisiones
Todo esto tiene un impacto en los ecosistemas, no cabe duda, pero también la agricultura, los recursos hídricos… y de hecho es bastante probable que el calentamiento global nos lleve en algunas regiones a encarecimiento de precios o a grandes sequías y hambrunas.
Reflexionando profundamente, he de decir que es una pena que Estados Unidos abandone un Acuerdo mundial, al que quizá en unos años se le vayan incorporando artículos que sirvan a los países firmantes a reducir emisiones, pero también pienso que es lamentable que no tengamos ahora mismo un Protocolo que obligue ya a todos a reducir emisiones, a fijar un techo y sobre todo a abandonar los combustibles fósiles.
La situación se muestra difícil para todos, pero lo que más duele es saber que mientras Estados Unidos emite para crecer económicamente con un modelo destructivo, en algún lugar del mundo puede haber alguien que no tenga agua para beber.
Jonathan Gómez Cantero es geógrafo y climatólogo. Es revisor del 5º Informe del IPCC, participante en la Cumbre del Clima de París y autor del libro “El cambio climático en Europa 1950-2050. Percepción e impactos”.
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