Marruecos superó en agosto pasado los 100.000 presos y la cifra no ha parado de crecer desde entonces. La autoridad carcelaria del país vecino admite en público el hacinamiento de las prisiones en mitad de las denuncias de graves violaciones de derechos humanos que lanzan sin tregua las organizaciones internacionales.

En su informe anual, la Delegación General de la Administración Penitenciaria y de Reinserción, el organismo marroquí a cargo de las prisiones alauíes, admite que a finales de 2021 el número de reos se cifraba en 102.653. Una situación que ha llevado a su máximo responsable, el ex preso saharaui  Mohamed Saleh Tamek, a "dar la voz de alarma para adoptar las medidas administrativas y judiciales necesarias".

Un incremento del 18% en cuatro años

El crecimiento de los detenidos ha sido exponencial en los últimos años: había 86.384 en 2019, lo que implica un aumento del 18,83 %. El ente estatal marroquí revela que a cada preso le corresponde un espacio de 1,74 metros cuadrados, una estadística que confirma la superpoblación existente en las cárceles. El problema, no obstante, no es nuevo. Ya el año pasado estimó que el número de reos seguirán al alza, con un crecimiento del 7% en los próximos tres años, y pronosticó que superaría los 104.000 en 2026, una cifra que a tenor por los datos de 2023 está cerca de ser alcanzada.

El grueso de los presos sigue siendo el que se halla en prisión preventiva, alrededor del 95%. De los nuevos encarcelados sólo el 4% son mujeres y el 3% menores de edad. El 2% son personas mayores de 60 años. En el documento, Saleh Tamek asegura que este hacinamiento se produce incluso cuando se han abierto nuevos penales y se han rehabilitado y modernizado otros.

Durante el año pasado se registraron hasta seis tentativas de fuga, que -a juicio de la administración carcelaria- ponen de manifiesto los retos a los que se enfrenta el sistema, “con tres intentos realizados bajo la supervisión directa del personal, otros dos en entornos hospitalarios psiquiátricos y un último observado bajo la vigilancia de las fuerzas del orden”. Se produjeron hasta 6.738 incidentes entre reclusos en 2023 y cerca de un millar de incautaciones de drogas.

Represión continua

Hace unas semanas, en su informe anual, Amnistía Internacional denunció la continua represión en Marruecos contra periodistas, defensores de derechos humanos y activistas saharauis. “Los tribunales siguieron mostrando intolerancia hacia la libertad de expresión al condenar al menos a seis personas, entre ellas activistas, periodistas y un abogado, por expresar sus opiniones”, señala Amnistía. Entre quienes vieron confirmadas sus sentencias, figura el abogado y ex ministro de Derechos Humanos, el octogenario Mohamed Ziane, encarcelado tras una entrevista a El Independiente en el que instaba a Mohamed VI a abdicar. El 17 de mayo el tribunal de Casación confirmó en apelación una condena a tres años de prisión impuesta a Ziane por “insultar” a funcionarios e instituciones públicas, en relación con un vídeo publicado en YouTube en el que criticaba al jefe de las fuerzas de seguridad.

El Independiente abordó el pasado febrero la situación de las cárceles marroquíes. Familiares de presos, ex detenidos y organizaciones de derechos humanos locales e internacionales reconstruyeron entonces para este diario la sórdida realidad de las mazmorras que pueblan el reino de Mohamed VI. “Las condiciones en las prisiones marroquíes son inhumanas”, admitió entonces Ali Salem Tamek, un histórico activista saharaui que ha pasado en media docena de ocasiones por cárceles del reino alauí como castigo por su defensa de la independencia del Sáhara Occidental, ocupado por Marruecos desde 1976. “La administración penitenciaria marroquí es uno de los mecanismos punitivos del régimen dictatorial marroquí que ocupa el Sáhara”, replica. Al frente del sistema contra el que se rebela está su tío Mohamed Salah Tamek, un ex miembro del Frente Polisario reconvertido en alto cargo de Marruecos.

Huelgas de hambre

Hasta 1.158 presos se declararon en huelga de hambre en 2021, según el Observatorio Marroquí de Prisiones. Una de las razones esgrimidas fue la situación de los centros penitenciarios. Prison Insider, una ONG francesa que examina las condiciones de las cárceles a nivel internacional, alerta de que el hacinamiento es una de las alargadas sombras de las prisiones marroquíes.

“La superficie media por preso es inferior a 2 metros cuadrados. La superpoblación es especialmente intensa en las prisiones locales, donde se encuentran normalmente las personas en detención temporal y aquellas con condenas de corta duración”, apunta la organización a este diario. Según los datos oficiales, las cárceles solo contaban con 64.400 camas. En la prisión de Ain Sebaâ, en Casablanca, más de 10.000 detenidos pugnan por 3.800 camas. En un estudio publicado en febrero, Prison Insider alerta del número de suicidios reportados en las cárceles alauíes, 29 en 4 años.

El pasado octubre el Parlamento aprobó una controvertida ley para frenar el hacinamiento a base de reducir días de prisión a cambio de dinero. "A menudo recurrimos a otros medios para aliviar la presión en las cárceles. Con este procedimiento, las arcas del Estado se beneficiarán de ingresos adicionales", prometió el ministro de Justicia, Abdellatif Ouahbi, en una medida que sus detractores censuran porque beneficia a los reclusos con más recursos económicos en un país arrasado por los abismos sociales. En la última década Rabat ha abierto hasta 23 nuevas prisiones.