Parece que por fin vamos a tener una nueva empresa cotizando en la bolsa española, el grupo de cosméticos Puig. Y no es solo una nueva salida, sino que los recursos obtenidos por la oferta de suscripción o de venta podrán ser los mayores del mundo en este tipo de operaciones en lo que llevamos de año, según informa el diario Expansión.

Nos encontramos ante una enorme sequía de nuevas emisiones y salidas a bolsa. Según JP Morgan-Chase el saldo neto de nuevas emisiones menos recompras de acciones y salidas de cotización es de 120.000 millones de dólares negativos en lo que llevamos de año. Y ello a pesar de la buena racha bursátil del último año y medio. Según la OCDE, más de 30.000 sociedades han dejado de cotizar en el mundo desde 2005. La revista The Economist en su ejemplar de esta semana se pregunta ¿Por qué el mercado bursátil está desapareciendo?

Como apunta la revista, la razón está en el llamado Private Equity o capital privado, es decir, no cotizado. Según la consultora McKinsey, a mediados de 2023 los fondos especializados en este tipo de activos gestionaban 8,2 billones de dólares, más del doble que cinco años antes. Una empresa que necesite recursos propios o unos socios que quieran hacer liquida su inversión tienen una alternativa eficaz y barata a la salida a bolsa.

Colocar una emisión en bolsa y, en general, cotizar, se ha convertido en algo muy farragoso y lleno de inconvenientes:

En primer lugar, la llamada “gobernanza”. Lo que eran unas recomendaciones en los códigos de buen gobierno de las sociedades cotizadas, que seguían el principio “cumplir o explicar”, han pasado al derecho positivo y se han convertido en obligatorias. Los consejos de administración tienen determinado el rango en el número de consejeros, su tipología, distinguiendo entre dominicales, externos, ejecutivos e independientes, con preeminencia para estos últimos, el género de sus miembros, las comisiones delegadas del consejo y quien puede y no puede participar. Además, va en aumento. Es posible que dentro de poco veamos que se prohíbe que el presidente sea ejecutivo.

En segundo lugar, la “Transparencia”, es decir, la información que deben proporcionar las sociedades cotizadas. La transparencia también va en aumento, convirtiéndose en un valor absoluto que no admite discusión. Cuanta más información, mejor. Y ello se aplica tanto a la información financiera como a la no financiera. Esta última se refiere a los criterios ESG, acrónimo inglés de medioambiental, social y gobernanza. Para Jamie Dimon, presidente y primer ejecutivo de JP Morgan-Chase, el crecimiento en las exigencias de información ESG está detrás de la pérdida de interés en cotizar en bolsa. En Europa somos campeones en regulación y en diciembre de 2022 se publicó la directiva sobre información corporativa en materia de sostenibilidad. Se podrá argumentar que la directiva no discrimina ente sociedades cotizadas y no cotizadas, pero en la práctica las primeras tienen un supervisor, que seguro que vigilará con más cuidado su cumplimiento.

The Economist señala que hay que distinguir según el tipo de empresas. A aquellas con un capital físico muy relevante les afecta menos ese exceso de información, ya que su activo está a la vista de todos. Ahora bien, en los casos en que lo importante son los activos inmateriales, como el software, esa información que figura en un folleto de emisión, venta o salida a bolsa
es excesiva por ser accesible a los competidores. Es por ello que muy pocos unicornios (empresas de reciente creación que valen más de mil millones de dólares) salen a bolsa y optan por el capital privado.

Vivimos de las rentas, de un enorme stock de sociedades cotizadas, pero necesitamos sangre nueva, como el grupo Puig. Entre el exceso actual y la ausencia de información del capital privado hay demasiada distancia. La economía necesita de un nivel de información adecuado. Además, la pérdida de relevancia de la Bolsa desincentiva el ahorro y, encima, el más necesario, el que se destina a fortalecer el capital de las empresas. Y finalmente, el capital privado está enfocado a las grandes fortunas, con lo que aumentará la desigualdad patrimonial entre las clases sociales.

Es necesario devolver atractivo a las bolsas, que puedan competir con el capital privado. Los reguladores se tienen que dar cuenta de que con cada nueva página de regulación se va en la dirección contraria y se responde a la pregunta de The Economist ¿por qué el mercado bursátil está desapareciendo?