A finales del año 2003, el suplemento M2 de El Mundo comenzó a publicar una serie de informaciones sobre los contratos de limpieza en el Ayuntamiento de Madrid. Esos contratos habían sido firmados por Alberto López Viejo.

Por aquel entonces López Viejo ya no estaba en el Ayuntamiento, sino que se había sumado al equipo de su protectora, Esperanza Aguirre, y ocupaba un escaño en la Asamblea regional. Entre las informaciones publicadas, una sobre una concesión muy sospechosa a la empresa Sufi en Moratalaz.

El jueves, Francisco Correa, cabecilla de la trama Gürtel, ofreció un testimonio esclarecedor sobre la materia: López Viejo recibió un soborno, ingresado en una cuenta en Suiza, por ese contrato.

Toda la información publicada por El Mundo hace más de una década fue desmentida una y otra vez por López Viejo y por su jefa, Esperanza Aguirre. De vez en cuando López Viejo enviaba cartas manuscritas al periódico quejándose de aquella información, y más de una vez convocó al periodista que las firmaba a tomar una café para demostrarle que estaba equivocado. En realidad las llamadas al periodista las hacía Victoria Cristóbal, asesora de Aguirre. El periodista, con perdón, era yo. Y de esos cafés nunca salió una rectificación porque la información era clara, veraz y contundente.

En ese momento se produjeron dos hechos relevantes desde el punto de vista político: primero, el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se negó a investigar esos contratos, como pidieron de forma reiterada las concejalas socialistas Marta Rodríguez Tarduchy e Isabel Vilallonga y secundó la entonces líder de IU Inés Sabanés. Él, dijo, no había llegado al Ayuntamiento a mirar debajo de las alfombras. Segundo, Esperanza Aguirre colocó como asesor en la Consejería de Presidencia a López Viejo durante unos meses, y luego lo nombró consejero de Deportes.

Ruiz-Gallardón se negó a investigar las adjudicaciones bajo sospecha de López Viejo y Aguirre lo protegió

En una ocasión, Manuel Cerdán publicó una información sobre López Viejo y las presuntas prebendas que recibía de determinadas empresas y el PP de Madrid salió en tromba en su defensa. El entonces secretario general del partido era Francisco Granados, que compareció junto a López Viejo en la sede de Génova para defender la inocencia del entonces consejero. Sí, Granados (hoy preso) y López Viejo (hoy imputado y señalado como cobrador de sobornos en Suiza).

Éste es un episodio.

El otro se empezó a cocinar un año después en Majadahonda. El alcalde de la localidad, Guillermo Ortega, había sacado a concurso unas parcelas. El presidente de la empresa municipal del suelo, Narciso de Foxá, se oponía a la operación con el argumento de que el precio era bajo. Su empresa, sin embargo, había valorado tiempo atrás esos terrenos por un precio aún inferior al que se había fijado para la venta. Ortega y dos concejales, José Luis Peñas y Juan José Moreno, se negaron a obedecer las órdenes de Génova para revocar el concurso. El alcalde terminó apartado de su puesto y los dos concejales expulsados.

Ahora se sabe que esas parcelas no eran más que un instrumento de negocio para las tramas presuntamente corruptas de la Comunidad. Entre ellas, la trama Gürtel.

El caso acabó en la Fiscalía Anticorrupción y todo se diluyó. En teoría. Peñas y Moreno montaron un partido político con ayuda de Correa. Entonces Peñas comenzó a grabar a Correa y terminó, de nuevo, en la Fiscalía Anticorrupción. Entonces sí estalló Gürtel.

En febrero de 2009 explotó el caso, empezaron a caer piezas y el escándalo llegó a afectar a varios diputados regionales y alcaldes de la Comunidad de Madrid. Fue entonces cuando Esperanza Aguirre declaró en sede parlamentaria que ella había destapado Gürtel.

Las presiones sufridas para no publicar informaciones sobre las parcelas de Majadahonda fueron constantes

Bien. El caso de las parcelas de Majadahonda, como el de la adjudicación del contrato de limpieza a Sufi en Moratalaz, lo publicó el suplemento M2 de El Mundo. El asunto llegó a manos de Fernando Baeta y mías, lo investigamos, hablamos con todas las partes y lo difundimos. Hubo una entrevista, incluso, a Peñas y Moreno donde declaraban que Aguirre estaba al tanto de todo el caso. No sentó nada bien y provocó una reacción fea de Aguirre vía mensaje telefónico.

Las presiones sufridas para no seguir publicando fueron constantes y a todos los niveles. Lo cierto es que se publicó todo lo que teníamos, que no fue poco. Pero eso es lo de menos.

El dato más significativo de aquel movimiento fue que Guillermo Ortega fue destituido como alcalde de Majadahonda, pero recolocado por Aguirre en el Mercado Puerta de Toledo… con el mismo sueldo.

Correa dijo el primer día de su declaración que Majadahonda y Pozuelo fueron el origen de todo este escándalo. Tiene razón. Quizá explique que la pelea por las parcelas no fue para defender los intereses de Majadahonda, sino, acaso, una cuestión de poder y de mordidas entre bandos o bandas de la misma organización política.