Pablistas originarios y destacados errejonistas intentaron evitar que las primarias para elegir a la nueva dirección de Podemos en Madrid se convirtieran en la antesala del enfrentamiento de ambos sectores en la próxima asamblea federal. Con ese objetivo, Tania Sánchez -junto con Rita Maestre y otros destacados dirigentes- creó un espacio de entendimiento entre ambas corrientes, Adelante Podemos, que mantiene ese espíritu, aunque no ha encontrado la colaboración del aparato federal. "Estoy convencido de que va a haber propuestas mucho mejores", respondió Pablo Iglesias a esta oferta, antes de lanzar la candidatura de Ramón Espinar.
Pregunta.- Todas las candidaturas de Madrid y Andalucía apuestan por un Podemos más abierto y con más participación de las bases. ¿En qué se diferencia la suya?
Respuesta.- Las diferencias están en la hoja de ruta, los objetivos y los mecanismos. Es fundamental entender que la militancia es imprescindible, como defendió Podemos desde el primer día. Para construir un proyecto político del siglo XXI y una herramienta de empoderamiento de la gente, hay que tener muros porosos entre el afuera y el adentro, para que el partido no se aísle de la sociedad. A partir de esa reflexión, con todo el respeto del mundo, creo que hay compañeros que tienen una visión más clásica, más de partido de militantes y vanguardias, de identidades ideológicas, y creo que eso ya se ha ensayado bastante y no ha salido bien.
P.- ¿Y cuáles son esos mecanismos?
R.- Quienes creen en un partido más clásico hacen propuestas de arriba-dirección y abajo-militantes, donde la mayor preocupación es cómo se relacionan esos estratos. Nosotros proponemos una dinámica circular, en la que la sociedad civil es parte de ese proceso. De esa manera, lo que hacemos es tomar decisiones colectivamente, aplicarlas colectivamente y evaluarlas colectivamente. A partir de ahí hay mil fórmulas: introducir consejeros externos en los consejos ciudadanos, establecer una asamblea en movimiento permanente que cada año evalúa y propone la política estratégica a seguir; descentralizar los órganos en los territorios; organizar laboratorios de innovación política para intentar atraer a los expertos de cada sector y muchas otras propuestas para ir construyendo un Madrid alternativo al del PP.
P.- ¿Qué le parece que se considere su candidatura como crítica, alternativa o errejonista?
R.-Las cosas son alternativas cuando tienes que elegir entre lo uno y lo otro. Lo que estamos intentando es que en Podemos no haya que elegir, sino discutir y tomar decisiones, que en política es algo muy diferente. Es evidente que Rita y yo y mucha gente que nos acompaña a las dos venimos de posiciones distintas, y lo que planteamos es que no hay que obligar a la gente a elegir entre posiciones alternativas, sino establecer posiciones colaborativas que construyan un partido nuevo, más fuerte y más unitario. ¿Cómo me siento yo? Siento que haya gente con la que yo me he sentido cercana políticamente que quiere que haya una alternativa: que sea negro o blanco. Yo esto no lo comparto. A Podemos le ha ido mucho mejor cuando se ha movido en los colores del arco iris que cuando se ha obligado a la gente a situarse en el negro.
P.- Entonces, no se siente candidata errejonista.
R.- Yo me siento parte de un proyecto muy ilusionante que quiere ganar al PP de la Púnica. Y no me siento vinculada a ninguna etiqueta impuesta desde fuera, sino compañera de mucha gente con la que a veces comparto cosas y otras veces no.
P.- Usted ha dejado de ser coordinadora parlamentaria y portavoz de la Comisión de Defensa. ¿Hay represalias en Podemos? ¿A qué se debe la pérdida de posiciones de tantos críticos en el Congreso?
R.- Por los mismos motivos que Irene Montero ya no es la portavoz de Educación. Porque hemos perdido un diputado y han entrado los compañeros de IU a los que hay que reconocer su espacio y protagonismo. Igual de legítima es la decisión de nombrarte que la de no hacerlo. Hay que asumirlo.
P.- Usted procede de IU. ¿Cree que hay un viraje a la izquierda de Podemos?
R.- Hace mucho tiempo que venimos hablando de la necesidad de un proyecto político que mute de una organización identificada con quienes se sienten de izquierdas a una que tenga capacidad de construir mayorías sociales en un momento de crisis política del país. Esto no se lo ha inventado Pablo Iglesias ni Íñigo Errejón ni Podemos. De esto se hablaba con normalidad en las épocas previas y posteriores al 15-M. Se teorizaba entre todos los militantes sobre cuál era el mejor camino para lograrlo. Creo que ése es el camino. Si hay otros compañeros que creen que es aislarse, enredarse en las identidades y pedir pedigrís, pues será un debate que hay que tener en profundidad, y yo estaré en contra, como lo estuve en el pasado. Ahora bien, más allá de los debates de Twitter que los carga el diablo, no he escuchado a nadie defender una organización identitaria de la izquierda que pierda la voluntad de ganar y se aisle. Creo que todo el mundo quiere seguir construyendo mayorías y que el debate es cómo se hace eso.
P.- Los símbolos en política son fundamentales. En los mítines de Podemos del 26-J volvieron las banderas con la hoz y el martillo y Julio Anguita.
R.- Creo que es legítimo y respetable que en un espacio plural haya compañeros que tengan identidades muy férreas que necesitan reafirmarse con unos símbolos muy concretos. Yo nunca lo he necesitado. Creo que necesitamos mirar al futuro y construir colectivamente los símbolos que nos hagan ser más.
P.- En una entrevista con El Independiente, Teresa Rodríguez admitía un viraje a la izquierda del secretario general y afirmaba que le gustaba más este Pablo Iglesias que el anterior.
R.- Claro.
P.- Y a usted, ¿qué le parece?
R.- Yo creo que Pablo no ha virado ideológicamente como no lo ha hecho Teresa ni yo ni nadie. Yo creo que la ideología es algo personal, como la religión en la sociedad. Los proyectos políticos que se construyen para personas que coinciden al cien por cien en lo ideológico son minoritarios, y yo no lo comparto.
P.- ¿Ve usted a Alberto Garzón como sucesor de Pablo Iglesias?
R.- No.
P.- ¿Por qué?
R.- No es el momento de hablar de sucesiones.
P.- La discrepancias entre las dos almas de Podemos, ¿no son ideológicas?
R-. Creo que hay un montón de almas y perfiles, no sólo dos. Me parece que la discrepancia es más táctica que ideológica: por dónde hay que seguir ahora. Además, hay debates más interesantes en la organización y que pasan desapercibidos.
P.- Por ejemplo, el secretario general ha planteado el debate de para qué sirve un diputado. ¿No es una cuestión ya superada?
R.- El problema es que venimos de un país en el que las mayorías absolutas del PP han hecho que los diputados y el Congreso no sirvan para nada. Porque ese Gobierno tomaba las decisiones cruciales básicamente por decreto ley. Es decir, la función parlamentaria no se ha respetado. Llevamos un año sin control al Gobierno. Creo que en este país hay que analizar cómo han vaciado las instituciones los que han gobernado para una minoría. A mí me parece que es un debate de mucha actualidad. Por ejemplo, en el caso de la Púnica y las tarjetas black, vemos que todo eso se ha hecho desde las instituciones públicas y desde la representatividad del pueblo. Ahora tenemos que plantearnos cómo se construyen instituciones públicas que vuelvan a ser del pueblo y no de los poderes económicos.
P.- ¿Y eso se hace con los diputados en la calle funcionando como activistas?
R.- Eso se hace transformando las instituciones y movilizando a la ciudadanía en su vida cotidiana. Creo que la concepción de la calle como espacio de disputa puede ser necesaria, aunque tiene un recorrido limitado. Las transformaciones profundas se producen cuando somos capaces de transformar la cultura, el sentido común, las relaciones cotidianas, y eso se traslada a unas instituciones que vuelven a estar conectadas. Un periodista me recordaba el otro día el ejemplo de la Ley Sinde, que se aprobó con el apoyo del 85% de los diputados, a pesar de que tenía un rechazo social del 90% en las calles. ¿Cómo no vamos a discutir la relación entre la sociedad y las instituciones cuando se ha producido ese abismo?
P.- ¿Esas situaciones no se cambian a través de las leyes?
R.- A veces sí y otras no. Son fundamentales, pero no sólo a través de leyes. Hay muchas instituciones en las calles. Y muchas no están influidas por la ley. Un ejemplo: yo fui a un colegio en el que los padres compraban el material escolar en cooperativa para que los niños no notáramos diferencias económicas entre nosotros. Eso ha construido nuestra mente en esa igualdad económica. Así se transforma mucho más que con una ley.
P.- Otro debate abierto por su organización es la convocatoria de una nueva huelga general.
R.- Yo creo que las huelgas generales las convocan los sindicatos. Otro gran debate es cómo abordar la dignificación de la labor sindical, que es imprescindible para la democracia. Sobre todo, después del ataque político que han sufrido esas organizaciones y del cambio de modelo productivo que estamos viviendo. En eso Podemos sí tiene una función.
P.- ¿Usted cree que habría sido preferible un Gobierno del PSOE?
R.- El PSOE nunca quiso gobernar con nosotros. No era una opción.
P.- La Gestora del PSOE aboga ahora por establecer mayorías parlamentarias desde la oposición que rectifiquen las políticas del PP. ¿Cómo puede ser la colaboración ahora con los socialistas?
R.- Sobre propuestas programáticas, las que quieran. De pasilleos y pugnas de partido, nada. Cuando vea a los socialistas votando en contra de los Presupuestos de Rajoy me creeré sus ofertas de colaboración parlamentaria.
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