La Gran Vía de Madrid no solo restringirá el acceso al tráfico rodado estas Navidades en aras de recuperar espacio peatonal y mejorar el medio ambiente, dos propósitos del Consistorio que dirige Manuela Carmena. La idea de Ahora Madrid es aplicar este corte a vehículos rodados en 2018, si los plazos y los presupuestos lo permiten. La nueva Gran Vía –una de las calles más emblemáticas de España- lucirá más aceras, carriles bici segregados, tráfico a cuentagotas, mejores cruces y mejores pasos peatonales, según ha podido saber El Independiente.
“Queremos cerrar una herida urbana”, explica el concejal de Ahora Madrid y presidente del Distrito Centro, Jorge García Castaño. “Encontramos complicaciones por el camino y no avanzamos lo rápido que quisiéramos, pero la idea es contar con una Gran Vía similar a la de estas Navidades en menos de dos años, a ser posible”, agrega el edil.
Hay dos actuaciones fundamentales: la primera, ya anunciada, de hacer del centro un APR (Área de Prioridad Residencial), una intención en la que trabajan las áreas de Urbanismo y Medio Ambiente. Sobre esta enmienda faltan muchos detalles, pero afecta sobre todo a coches no residentes, algo que ya sucede en barrios como Lavapiés. Pero exige modificar el contrato de movilidad, según Cibeles.
La segunda actuación se ceñirá solo a la Gran Vía y será incluso más ambiciosa que la intervención de estas Navidades. Para empezar, hay que redactar, licitar y ejecutar el proyecto en el año y medio largo que queda desde ahora hasta mediados de 2018. “Y no es fácil. Por ejemplo, el diseño de la APR y los trámites son más complicados de lo que pensábamos. Y los carriles bici e itinerarios ciclistas previstos en el centro tardan administrativamente, como estamos comprobando. Pero la idea está ahí”, concede García Castaño.
Si el corte en estas vacaciones invernales, como adelantó El Mundo, se limita a cortar carriles, el nuevo proyecto contempla más aceras, más espacio peatonal; a Ahora Madrid le gustaría “generalizar la peatonalización”, pero el diseño final contempla, como mínimo, un carril para el tráfico para cada sentido: carril por el que solo podrían circular taxis, motos, coches de residentes y de aquellos no residentes con plaza de aparcamiento o garaje, vehículos de emergencias, autobuses y otras excepciones no detalladas.
“Times Square [en Nueva York] y Oxford Street [Londres] ya son espacios básicamente peatonales”, defiende el concejal responsable del Distrito Centro. “Es la línea que siguen casi todas las grandes capitales”.
La intervención de cara al peatón no termina en una ampliación de aceras, el otro punto serían las mejoras de los pasos de peatones en determinados puntos para cruzar de un lado a otro. Otra de las operaciones implicará intervenir en el eterno paso entre Alcalá y Gran Vía, que exige dar un rodeo para cruzar de una acera a otra, desde Alcalá hasta el Edificio Metrópolis. “El cruce tendrá que hacerse directamente según el nuevo diseño, no detenerse dos veces”, dice García Castaño. El resto de semáforos será revisado.
La última intervención afectará positivamente a las bicis, con un carril segregado en Gran Vía, desde la Plaza de España hasta Cibeles. En algunos puntos complementará al que ya hay en la calle de Alcalá. Pero lo importante es que no confluya con los coches en carriles con una bicicleta pintada en el suelo de blanco junto a una cifra de 30 rodeada de un círculo, como hay ahora, tal y como hizo Ana Botella durante su mandato.
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