El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha pillado con el pie cambiado a no pocos miembros de su Gobierno, partido y Grupo Parlamentario a cuenta de la presentación del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2017. En un sorprendente giro de guión, se ha pasado de la opinión generalizada de que no era posible presentar al Congreso unas Cuentas del Estado sin los suficientes apoyos, a asumir, y defender, que la obligación del Ejecutivo es hacer un proyecto y someterlo a votación en la Cámara Baja, aunque lo derroten.
La opinión de Rajoy se ha impuesto sobre la que tenía su propio ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. La persona que tendrá que subir a la tribuna de oradores en defensa de la propuesta del Ejecutivo comenzó a cambiar de opinión hace poco más de un mes. Fuentes de Hacienda admiten que "al principio, por Navidad, el ministro se negaba a llevar unos Presupuestos si no nos los iban a aprobar". Pero luego, conforme fue pasando el tiempo y hablando con Rajoy "se dijo que tenía un mandato constitucional que cumplir, independientemente del resultado".
Era generalizada la opinión en el Gobierno, partido y Grupo de no presentar las Cuentas sin garantías
También eran reticentes otros ministros, por ejemplo, el titular de Energía, anterior responsable de la Oficina Económica del Gobierno, Álvaro Nadal, y no digamos su hermano Alberto, secretario de Estado de Presupuestos. Pero la negativa se extendía al Grupo parlamentario, con Rafael Hernando al frente, y al propio partido, donde se imponía el criterio de que, con el techo de gasto aprobado y el reparto del déficit, "era innecesario pasar por el trago de ver cómo te tiran abajo la que es la ley más importante del año".
En todos los estamentos populares se alertaba del peligro de "desgaste" interno y de "imagen" ante Europa. "Tratándose de los primeros presupuestos del nuevo Gobierno, era una evidente prueba de debilidad, algo indisimulable", alegan. Moncloa y Hacienda hacían todo tipo de cálculos sobre los votos a favor. En ningún caso se pasaba de los 175 sumando a Ciudadanos, Coalición Canaria y los cinco diputados del PNV, cuyo respaldo no es seguro. Montoro ha iniciado los contactos con los nacionalistas vascos para sondear su disponibilidad. Con ese apoyo se puede pasar el trámite de enmiendas a la totalidad y de enmiendas parciales, pero no la votación final salvo que alguien de los otros 175 escaños -en un Parlamento de 350- se abstenga.
Rajoy quiere tramitar los PGE antes de Semana Santa, en plena precampaña de las primarias socialistas
El PSOE está muy lejos de esa posición y menos cuando la intención de Rajoy es que Montoro lleve al Parlamento el pendrive con las Cuentas del Estado "antes de Semana Santa", tal y como reiteró a los miembros de su nueva ejecutiva el pasado domingo por la mañana en el transcurso del congreso popular. A mediados de abril, los socialistas estarán inmersos en la precampaña de sus primarias y a ninguno de los contendientes ni tampoco a la gestora se les ocurrirá defender una abstención para que prosperen los PGE.
Pero a diferencia de lo que se venía defendiendo hasta ahora en las filas populares, "todos nos hemos puesto ya en la tesis de Rajoy, por la cual, si presentas los Presupuestos dejas la pelota en el tejado de la oposición, que es la que se retrata". Incluso frente a Europa, Moncloa cree que no quedará malparada "porque lo importante, lo que les preocupa en Bruselas, es el techo de gasto y el déficit. Con eso pactado y cerrado que nos tiren la cuentas y prorroguemos las del año pasado no les importa mucho", alegan fuentes gubernamentales consultadas por El Independiente.
"Habrá que cargarse de razones por si tenemos que convocar elecciones", alegan en el Grupo
En el Grupo Parlamentario, donde se mostraban más pesimistas respecto a la posibilidad de un acuerdo presupuestario, eran claros defensores de "tirar la toalla" para comenzar a negociar los de 2018, que van a ser la auténtica prueba de fuego con la que se va a someter a examen la continuidad de la legislatura. Pero asumen la rectificación y la nueva estrategia impuesta por Rajoy de "cargarnos de razones por si hubiera que adelantar elecciones en algún momento. Si tenemos el antecedente de un rechazo de los Presupuestos, se entendería mucho más la hipótesis de unos nuevos comicios", aunque no de modo inmediato. Significa esto que el Gobierno comienza a asimilar lo de la prórroga de las cuentas de 2016 sin necesidad de ir a nuevas elecciones, otra cosa será si no se consiguen sacar adelante las de 2018.
El pasado lunes, durante un entrevista en Los Desayunos de TVE, Rajoy afirmó tajante que "yo no voy a convocar elecciones, esto es es un disparate. Mi intención es que la legislatura dure lo más que se pueda porque lo normal, lo razonable, y creo que es positivo dar ese mensaje". Y respecto a los Presupuestos afirmó que "voy a intentarlo y, en cualquier caso, los voy a presentar", aun a riesgo de que, por primera vez en la democracia, se los tiren abajo.
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