Las primarias han sido sólo el primer desafío al que tendrá que enfrentarse Pedro Sánchez, elegido como nuevo secretario general del PSOE. La inestabilidad del partido ha coincidido con una legislatura fracturada donde los socialistas ocupan un papel crucial. Después de ocho meses de gestora, el nuevo líder socialista tendrá imprimir un rumbo claro en asuntos como la moción de censura o los Presupuestos Generales del Estado. Los retos son muchos y la victoria de Sánchez en primarias sólo es el comienzo del partido.
- “Coser" al PSOE. La guerra abierta en el partido socialista se ha zanjado en las urnas, pero la fractura tardará en cicatrizar. La polarización del proceso interno ha dividido el partido en dos, y el nuevo liderazgo tendrá que reconstruir la unidad tanto en el seno orgánico como en las bases. La unión será posible en la medida en que apueste por la integración de la candidatura de Susana Díaz. Un reto importante tras los duros reproches cruzados en primarias y difícil, puesto que los hombres fuertes de Susana Díaz son principalmente los barones territoriales, con los que el reelegido secretario general tendrá que entenderse. En caso de que no consiga recomponer el partido, podría enfrentarse a la sombra de la escisión. La nueva ejecutiva propuesta por el secretario general, que se votará en el Congreso de junio, mostrará en buena medida los ánimos de unidad del nuevo secretario general. Por lo pronto, Sánchez ya advirtió que, si ganaba las primarias, prescindiría de Antonio Hernando como portavoz parlamentario.
- Moción de censura. Éste será uno de los grandes bretes para un PSOE que sale debilitado tras su proceso de primarias. La falta de dirección ha impedido a los socialistas tomar una posición estratégica sobre la moción de censura propuesta por Podemos, y la situación de bloqueo sólo ha permitido a los socialistas mantener un rechazo rotundo a la idea. Los tiempos tampoco permiten la dilación para el nuevo secretario general. La iniciativa, que se debatirá en las próximas semanas en el Congreso, obliga al PSOE a afrontar una decisión. Sánchez ya advirtió que no descartaba presentar su propia moción de censura y por parte de Podemos se mostraron dispuestos a aceptar “candidatos de otros partidos” con tal de que saliera adelante. De esta forma, el nuevo líder socialista podría presentar una moción de censura propia, un extremo en el que los morados retirarían la suya.
- Presupuestos Generales del Estado. Las cuentas de 2017 tampoco serán un asunto fácil para el PSOE, que el pasado noviembre accedió a la abstención para permitir el Gobierno de Mariano Rajoy. La estabilidad de la legislatura dependerá de los Presupuestos, y aunque todo apunta a que el Ejecutivo tendrá que buscar mayorías alternativas para sacarlo adelante sin la ayuda del PSOE, el debate parlamentario sobre este asunto es clave, porque marcará el termómetro de la nueva etapa socialista, que tendrá que pelear con el partido de Pablo Iglesias para ser la primera fuerza de oposición. La dureza y las exigencias del PSOE renovado serán muestras significativas de los próximos meses.
- Sin presencia en el Congreso. Dirigir el primer partido de oposición y no participar del órgano legislativo es otro de los escollos de Pedro Sánchez, que dejó su acta para no contradecir el 'no es no' que había defendido contra Rajoy. El secretario general tendrá que contar con personas de su máxima confianza al mando del grupo parlamentario para establecer las líneas principales del partido en el Congreso de los Diputados, donde la fractura socialista podría acentuarse ante la falta de un liderazgo claro en la Cámara.
- Referéndum en Cataluña. El president Carles Puigdemont ya baraja una fecha para celebrar el próximo referéndum de autodeterminación: el 1 de octubre. Apenas cuatro meses después de resultar elegido, Sánchez tendrá que posicionarse claramente. La tradición constitucionalista del PSOE ha sido la de oponerse a la independencia; una postura que le juega un flaco favor en cuanto a su batalla por la izquierda para liderar la oposición. La imagen de unión entre PP y PSOE contra el separatismo puede ser utilizada para cuestionar el enfrentamiento entre los dos partidos tradicionales de derecha e izquierda. Además, se añade otro factor: el PSC. Este partido ha sido uno de los quebraderos de cabeza de la gestora en los últimos meses, y la batalla acabó con un acuerdo en el que prometían armonizar políticas. Ahora, el nuevo líder socialista tendrá que contar con beneplácito del PSC en el rumbo que adopte. Un gesto para demostrar la fortaleza de la unión de los socialistas y los catalanes después de una fractura que podría reeditarse.
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