Alvise Pérez ofrece a sus seguidores de Telegram una selección de 10 noticias cada mañana. En la inmensa mayoría de los casos, no cita la fuente original y no parece que a nadie le importe. Una parte de sus 576.000 seguidores se informa de ese modo y le sirve. Este viernes, afirmaba que el el rey de España no se reuniría en Madrid con Javier Milei porque se lo había pedido Pedro Sánchez (“Felipe VI obedece a...”). También incidía en que una buena parte de los creadores de contenido han sido tentados por PP, PSOE, Vox y Sumar para tratar de imitar el modelo de éxito de Se acabó la fiesta. “La mayoría (…) son independientes y no aceptarán venderse a unas siglas, pero quien lo haga ocultándolo, le señalaremos”, afirmaba.

Su boletín informativo había sido visto por 110.000 personas a primera hora de la tarde. ¿Son víctimas de la desinformación? La pregunta se plantea estos días en todas las mesas de tertulia, mientras se da por supuesto que los medios de comunicación son la fuente legítima a la que los ciudadanos deben acudir para comprender mejor lo que sucede a su alrededor. Ningún experto ha defendido estos días que la información que distribuye Alvise Pérez sea mejor porque ni siquiera se puede definir de esa forma. De hecho, detrás de su fachada de activista contra la corrupción hay varias causas judiciales pendientes que le cuestionan. Ahora bien, cabría hacerse la siguiente pregunta: ¿por qué entonces la audiencia es tan descreída con los medios en estos tiempos?

El otro día hubo decenas de medios que mataron a Noam Chomsky. Una de las obsesiones de este intelectual estadounidense ha sido siempre la propaganda, a la que definía -con su constante deje marxista- como el instrumento que utilizan las clases dominantes en las sociedades contemporáneas para afianzarse en el poder.

Los ciudadanos suelen pensar en Corea del Norte o en Kazajistán cuando alguien alude a este concepto, pero no suelen reparar en el lugar en el que viven. Pero allí los medios de comunicación también tienen una agenda que, en buena parte, la marcan los poderes locales y, entre ellos, los políticos.

A partir de ahí, siempre se genera una visión de la realidad subjetiva en la audiencia. El profesor de Periodismo estadounidense Donald Lewis Shaw explicó en sus trabajos el efecto de esta dinámica: "Como consecuencia de la acción de los periódicos, de la televisión y de los demás medios de información, el público es consciente o ignora, presta atención o descuida, enfatiza o pasa por alto, elementos específicos de los escenarios”. Umberto Eco fue más explícito y afirmó que los mass media crean los héroes y los villanos.

Los medios ya no son los únicos que informan

Lo que sucede en esta parte de la Historia contemporánea es que los medios de comunicación ya no cuentan con el monopolio de la información. La audiencia se ha fragmentado y una parte del dinero que ingresaban estas empresas actualmente se ha ido a otras plataformas. Según el índice i2p, de la consultora Arcemedia, los anunciantes invirtieron 1.585 millones de euros en los buscadores en 2022 -la inmensa mayoría en Google- y 1.065 millones en las redes sociales. La televisión se llevó 1.656. Todavía fue la plataforma preferida por las marcas para publicitarse, pero desde hace mucho tiempo ya no es la reina indiscutible del mercado.

Su audiencia se ha resentido considerablemente durante los últimos años. Especialmente, desde que arreció la pandemia de covid-19. El pasado mayo, el consumo de televisión alcanzó su mínimo histórico, con una media de 170 minutos por persona y día. Los jubilados son los espectadores más fieles (327 minutos) por detrás de los adultos de entre 45 y 64 años (207), los de entre 25 y 44 (91), los niños (63) y los jóvenes de entre 13 y 24 (51).

Fuente: Barlovento Comunicación

Se advertía hace algunas décadas a los estudiantes de primaria y secundaria que no les convenía ver la televisión más de una hora al día... y ahora prácticamente no sería necesario ese aviso. En tal caso, tendría que referirse a 'la pantalla', pero no a los canales de la TDT.

La potencia informativa de estas empresas tampoco es la misma que hace unos años. De hecho, los noticiarios de los principales canales acumulan una audiencia media que es inferior a los 5 millones de espectadores. Antena 3 es líder destacada, con 1.886.000; seguida de La 1 (1.033.000), Telecinco (1.026.000), LaSexta (657.000) y Cuatro (383.000).

Los periodistas de medios de comunicación de toda índole acuden cada día a las diferentes mesas de tertulia que se emiten en las televisiones privadas de toda España, a las que se presupone una fuerte influencia. Los datos de Kantar Media advierten de que rara vez sobrepasan el millón de espectadores. Los directos del conocido youtuber Jordi Wild -especialista en entrevistas- acumulan audiencias mucho mayores.

La televisión es el gran medio de comunicación de masas y su información es gratuita dentro de ellas. De hecho, cuando comenzaron a repartirse las licencias para las televisiones privadas, se estableció la condición de que debían realizar noticiarios para prestar ese servicio a la ciudadanía.

La prensa digital fue totalmente gratuita durante muchos años y eso permitía a sus lectores acceder a todos sus contenidos. Desde hace un tiempo -especialmente, desde la pandemia- en España se implantaron muros de pago que hoy no generan un negocio grande, dado que es mucho menor que el del papel. Sin embargo, sus dueños ya han empezado a generar ingresos con esta actividad. Prisa obtuvo más de 18 millones de euros en 2023.

La Oficina para la Justificación de la Difusión (OJD) presentó hace unos días el resultado de su primera auditoría sobre el sector en España. A El País le otorgó un total de 350.404 suscripciones -con datos de marzo de 2024-, frente a los 136.736 abonados que concedió a La Vanguardia y los 82.350 a Eldiario.es.

Este primer estudio no fue completo, dado que la mayor parte de los competidores de estas cabeceras no han llegado a un acuerdo todavía con la OJD. Sin embargo, Vocento asegura que dispone de 144.000 abonados a sus muros de pago, mientras que Unidad Editorial, de 225.000. Con todo esto, se puede obtener una panorámica de la realidad del sector en España, que es más pequeño que en los países anglosajones y que todavía no llega a los números, por ejemplo, de Argentina, donde Clarín ronda ya los 800.000 suscriptores.

Otros medios en decadencia

El mercado de la prensa escrita empequeñece cada año. Habrá quien se pregunte el porqué los grandes grupos todavía editan periódicos si la inmensa mayoría de los ciudadanos ha perdido la costumbre de acudir al quiosco a adquirir la edición impresa.

La respuesta se intuye al analizar los informes que elabora KPMG para la Asociación de Medios de Información (AMI) -la patronal del sector- con los datos de la OJD. Ahí se puede apreciar que el pasado febrero los grandes periódicos de España ingresaron 20,4 millones de euros por sus ediciones impresas y 22,9 por las digitales. ¿Qué quiere decir esto? Que el peso del papel es todavía muy relevante para los editores, pese a los costes fijos que acarrea.

Actualmente, se editan 876.637 periódicos diarios en España (-6,90% con respecto a febrero de 2023). Cada mes, se utilizan 4.825 toneladas de papel en las plantas de impresión (-6,81%), que son varios miles menos que en la 'edad dorada' de este producto informativo.

Por su parte, la radio es el medio que se mantiene más estable en términos de audiencia y de facturación -la generalista cuenta con 23,9 millones de oyentes-, pero desde hace muchos años se plantea la misma pregunta: ¿la AIMC ofrece una imagen real sobre la implantación del sector en España? ¿Y GfK con la medición que realiza del tráfico digital? ¿Se corresponde su audiencia con su verdadera influencia?

La regeneración de los medios de comunicación

En este contexto de cambios profundos en el negocio de la información, Pedro Sánchez anunció hace unas semanas su intención de regenerar el sector y eso ha generado incertidumbre entre los editores, según han reconocido estos días varios de ellos en conversaciones privadas.

El presidente avanzó el pasado domingo su intención de reformar las leyes orgánicas que regulan el derecho a la rectificación y el derecho al honor, la intimidad y la propia imagen.

Los juristas consultados por este periódico intuyen que el Ejecutivo podría 'objetivar' de una forma más precisa las causas que los delitos de injurias y calumnias para que los supuestos en los que prevalece el derecho al honor sobre el de la información se especifiquen en el texto de la ley, y no queden a expensas de lo que decida un juez o un tribunal. En este sentido, el Gobierno también podría determinar el importe aproximado de las sanciones, según el caso concreto y la audiencia del medio que sea multado.

La rectificación

Con respecto al derecho a la rectificación, estos informantes inciden en que la actual ley española es muy garantista, dado que permite a las personas que han sido aludidas en una información el remitir un escrito al medio de comunicación en cuestión para matizar una noticia en todos los casos, incluso cuando hayan sido avisados de su próxima publicación y se hayan negado a dar su versión de los hechos.

¿Por dónde podrían ir los tiros en este sentido? Una de las opciones -explican- sería la de obligar a los medios de comunicación a incluir el escrito de rectificación dentro de la noticia que ha sido apostillada; o incluso el hacer desaparecer la original en caso de que reconozcan su equivocación. Sin embargo -reconocen- las posibilidades en este sentido son varias y el Ejecutivo no ha ofrecido más pistas al respecto.

Se espera que el PSOE -tras la negociación con Sumar- presente este paquete de medidas antes del final de junio. Como adelantó este periódico, también pretende modificar el criterio de reparto de la publicidad institucional -138 millones de euros en 2024- para evitar que los 'pseudo-medios' se beneficien de estas campañas.

Su última gran medida consiste en obligar a los medios de comunicación a identificar a sus accionistas, algo que ya están obligados a realizar las empresas cotizadas; y que se puede encontrar en el Registro Mercantil en el caso de las sociedades anónimas, limitadas y cooperativas. Sea como sea, la intención de esta medida es la de posibilitar que el ciudadano discrimine de una mejor forma entre la prensa 'seria' y los 'intoxicadores' de internet.

La pregunta que se plantean los editores es: ¿todo esto -así como la aplicación del reglamento europeo de libertad de medios de comunicación- contribuirá a restar fuerza a Alvise Pérez y otros agitadores? ¿O irá en perjuicio de la prensa seria, pero a estos activistas y 'pseudo-medios' no les afectará? He aquí la cuestión.