Uno de los éxitos cinematográficos de Elvis Presley resulta perfecto para titular este paseo por Las Vegas. Primero, porque la Disneylandia para adultos por antonomasia y el cine han estado siempre muy unidas (recuerden Resacón en Las Vegas, Casino, Ocean’s Eleven, Leaving Las Vegas…) y, segundo porque, de esta forma, se rinde homenaje al Rey del rock, cuyo espíritu sigue presente en sus calles, ya sea en forma de clones (más o menos acertados), de camiseta para traerse de recuerdo, o materializado en estrella del pequeño Paseo de la Fama.
Aunque los españoles cuando viajan a Estados Unidos suelen optan principalmente por Nueva York y Los Ángeles, Las Vegas puede ser un destino diferente que hay que tener en cuenta. Nada más aterrizar, el turista se da cuenta de que ha llegado a otro mundo. Lo que pasa en Las vegas se queda en Las Vegas, reza un imponente cartelón encima de varias tragaperras en la terminal del aeropuerto y es así… ¡Bienvenidos a la ciudad del pecado!
Merece la pena detenerse un poco en su historia que, por cierto, está ligada con la de nuestro país. En el desierto de Mojave existían unas zonas húmedas habitadas por indios Paiutes. Fue un aventurero español, Antonio Armijo, el que las bautizó, en 1829, con el nombre de Las Vegas. Estos humedales estuvieron en manos mexicanas hasta 1855, cuando pasaron a ser estadounidenses. En 1905, con la llegada del ferrocarril, se funda la ciudad de las Vegas. Con la legalización del juego en 1931 comienza su expansión y la construcción de los primeros hoteles-casino que actualmente ya son, por sí mismos, una auténtica atracción.
Hay que apuntar que la climatología condiciona mucho la visita. En verano las temperaturas suelen rozar los 50 grados (sin exagerar) por lo que sólo los más valientes osan pasear por la ciudad al mediodía. Además, hay excursiones que no se realizan entre junio y septiembre (a Death Valley, por ejemplo). Ya sea con frío o con calor, cuando más se disfruta de esta imponente metrópoli es cuando cae el sol.
El Strip, conocido oficialmente como Las Vegas Boulevard, es sin duda, la zona más famosa y fotografiada. Con unos 5 kilómetros de longitud, en ella se encuentran los establecimientos más célebres. Los límites estarían entre la Torre Stratosphere, al norte, y el hotel Mandalay Bay cercano al famoso cartel de Bienvenido a Las Vegas, al sur. Entre medias, todo un mundo por descubrir: centros comerciales (no dejen de visitar el del Venecia con góndolas y todo), restaurantes, bares y actividades gratuitas (las fuentes del Belaggio, con funciones a lo largo del día; el volcán del Mirage, que lanza bolas de fuego a más de 4 metros de altura).
Aunque la mayoría (las mejores) son de pago. Como el mirador del Stratosphere, el edificio más alto de Las Vegas con 350 metros, desde donde tomar unas fotos increíbles (aconsejable ir mientras anochece), y los amantes de las emociones fuertes no bajarán sin antes haber montado en alguna de sus atracciones: el Big Shot, una lanzadera a 50 metros de altura, o la X-Scream, una montaña rusa a 300 en los cielos.
Y como en Nevada no hace falta ninguna licencia para comprar un arma, los que sientan curiosidad pueden disparar un arma de fuego en alguno de los centros de tiro (The Gun Store, por ejemplo) donde un experto les enseñará a encañonar, apuntar y tirar del gatillo de una pistola semiautomática o de una ametralladora AK- 47.
Pero no se apuren que hay otras actividades más tranquilas. Por ejemplo, convertirse en científico forense y resolver un crimen en el CSI Experience, un juego de participación instalado en el MGM Grand, donde el propio Grissom le dará su evaluación. Asistir a alguno de los numerosos espectáculos del Cirque du Soleil (están en el Bellagio y el Mandalay Bay) o a las actuaciones de grandes del pop como Britney Spears o Elton John. E, incluso, visitar The National Atomic Testing Museum, dedicado a la bomba atómica, cómo se crea y los múltiples experimentos y explosiones que se llevaron a cabo en el desierto de Nevada. Entre los museos curiosos, destacan The Mob Museum con las historias más espeluznantes de los miembros de la mafia. Y el Pinball Hall of Fame, donde los nostálgicos disfrutarán con múltiples maquinitas para las que hacía falta tener una buena provisión de monedas.
La oferta gastronómica en Las Vegas es diversa. Hay desde restaurantes de comida rápida (muy recomendable Fatburguer, en el Strip, una cadena que lleva desde 1952 y cuyos locales conservan ese encanto de los dinners americanos) hasta salones exquisitos con menús de reputados chefs, como Julián Serrano en el Bellagio.
Otra de las zonas que no deben perderse es la calle Fremont, considerada el antiguo Strip. Aquí encontrarán todos esos neones emblemáticos como el vaquero o la lámpara de Aladino. Y, si van con pareja, pueden casarse tanto en los casinos como en alguna de las capillas que salpican la ciudad. Hay nupcias tradicionales (por unos 300 dólares e incluye testigos, flores, fotógrafo y recogida del Hotel en limusina) y temáticas.
Si les entran ganas de huir de tantas luces y bullicio, hay varias excursiones para hacer. Los más frikies disfrutarán haciendo un tour al Area 51, la legendaria base militar donde se estudian avistamientos de OVNIS. Aunque esencial es la visita al Gran Cañón del Colorado, una maravilla de la naturaleza situada a unos 180 km de Las Vegas, al que puede llegar rápidamente en avioneta. Esculpido por el cauce del río Colorado durante más de 2.000 años, este Parque Nacional cuenta con varios establecimientos donde pernoctar, como El Tovar, el más antiguo espectacular, un histórico hotel que abrió en 1905 y desde donde se ven impresionantes puestas de sol. Una vez allí podrán optar por una excursión a pie recorriendo el río o, mucho más cómodo sobrevolándolo en helicóptero, que también es posible.
Con amigos, con pareja o con los niños. Las Vegas es un auténtico espectáculo. Veinticuatro horas sin parar, eso sí, hace falta llegar con ganas de divertirse y una abultada cartera.
- La mayoría de los casinos ofrecen clases gratuitas por lo que si se quiere aprender a jugar al blackjack, el póker o la ruleta es una excelente ocasión para ello.
- El Strip se recorre muy bien caminando, pero los autobuses y el taxi son perfectos para ir a los museos que se encuentran alejados de Las Vegas Boulevard. Hay un monorrail perfecto para ver la ciudad desde otra perspectiva.
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