El Palacio Bellas Artes de San Sebastián, el que fue el cinematógrafo más antiguo de España, entró hace un año en la lista negra de Patrimonio de Hispania Nostra porque acababan de vaciar su interior y con él la sala de proyección y el antiguo cine, lo que implicaba que su recuperación era casi imposible. Detrás de esta derrotada había mucha gente que llevaba años pidiendo una actuación por parte de las distintas autoridades y que habían visto cómo estas habían hecho oídos sordos a sus peticiones y cómo el edificio iba muriendo poco a poco.

Ahora, tras años abandonado y dado por perdido, ha vuelto esta semana a los medios gracias a la mención que Berto Romero y Andreu Buenafuente le dedicaron en el Festival de Cine de San Sebastián , denunciando su futuro. "Está a punto de convertirse en apartamentos turísticos", dijeron, y tenían razón.

Detrás de este edificio emblemático de San Sebastián está la empresa Sade (Sociedad Anónima de Deportes y Espectáculos), que fue la que encargó su construcción en 1914 y la que ahora quiere utilizarlo para albergar una ochenta habitaciones que darán forma a un hotel de lujo. Esta misma empresa está, según nos cuentan desde Áncora -una asociación que se creó para luchar contra la destrucción del Bellas Artes- "integrada por familias muy conocidas de San Sebastián, muy bien situadas". "Es propietaria de todas las salas de cine de la ciudad y un actor esencial del Festival de Cine. Eso explica la situación de privilegio de la que ellos gozan, porqué no actúa nadie", añaden.

Porque este edificio, situado en la Calle Urbieta 61, lleva décadas siendo víctima de vaivenes en lo que a su protección se refiere. Su historia empezó en 1914, cuando el arquitecto Ramón Cortázar - un modernista que también firmó los proyectos del Ferrocarril del Urola o la Casa Cuna de Fraisoro- y el constructor Vicente Mendizábal lo levantaron en la que en aquel momento era una zona devastada por el fuego.

"Aunque la gente diga 'Teatro Bellas Artes' en realidad es el 'Cinematógrafo Bellas Artes' aunque su nombre verdadero, el primero, fue el de Palacio; en recuerdo del antiguo edificio homónimo que había en la calle Euskalerría de San Sebastián, devorado por las llamas el 27 de febrero de 1913", explican y añaden que en aquel "local incendiado existió una Escuela Nacional de Cine, dirigida por el señor Kardet y tuvieron lugar las primeras proyecciones en la ciudad por medio de un 'cinebiógrafo', aparato que uno de los socios había importado de París".

Así, desde 1914 hasta 1977, con un parón para rehabilitarlo en 1943 que estuvo a cargo del arquitecto Ignacio Mendizábal, mantuvo un doble uso: el de sala de cine y el de sede del Orfeón Donostierra. Como aseguran en Hispania Nostra, "en el año 1982 se proyectó la última película, cesando entonces su uso como sala comercial. Posteriormente, acogió a la Orquesta Sinfónica de Euskadi hasta 1989. A partir de entonces, el edificio ha permanecido cerrado, sirviendo como simple depósito o almacén".

Aquel último año como cine, hace más de tres décadas, ya contaba con cierta protección. Como explican desde Ancora, "el Plan Especial del Área R (año 1977), lo incluyó dentro de un listado de treinta y seis Edificios Permanentes, entendiendo por tales 'aquéllos cuyos valores histórico-artísticos obligan a su conservación y mejora'". Además, en 1995, el Plan General de Ordenación Urbana lo catalogó en Grado I, una categoría que se otorga a los inmuebles "que poseen un valor histórico o arquitectónico singular o constituyen elementos fundamentales, no sustituibles, de la imagen urbana y la memoria histórica de la ciudad".

Porque, el Palacio de Bellas Artes de San Sebastián fue un hito arquitectónico en su tiempo y sus elementos decorativos -pilastras, guirnaldas y ojos de buey- fueron algunos de sus grandes valores. Pero, su seña de identidad era su cúpula. "Era de hormigón armado de planta pentagonal en forma de bóveda de rincón de claustro. Una estructura muy singular revestida exteriormente en pizarra y zinc. Muy acorde con su imagen de 'palacio del cine'", explican desde la asociación.

Y hablan en pasado porque en el año 2015, tras casi tres décadas desde que se abandonó el edificio, hubo que derribarla porque "se encontraba en situación de ruina inminente según conformaron Ayuntamiento, Diputación y Gobierno Vasco". Ocurrió justo un año después de que este último lo declarase Bien de Interés Cultural, lo que lo protegía de su derribo.

Destrucción de la cúpula y de la protección del edificio

Algo que se había conseguido por todos los elementos mencionados anteriormente -historia, decorados, cúpula y utilidad- y también por sus tres grandes ventanales. "Son de hierro y cierran el hueco que comunica los pisos segundo y tercero. En los acristalamientos se inserta una sección de la barandilla metálica que también se encuentra a nivel del forjado del tercer piso. En la parte superior de la vidriera, siguiendo la forma de abanico de la disposición de los cristales, se encuentra una greca metálica, y en el centro, la guirnalda con el logotipo "PBA" del edificio", explican en el Informe de la Alerta Internacional Patrimonial que se lanzó en 2020. Donde también añaden que "aunque es una presencia urbana prominente y un icono de la ciudad, es un edificio construido a escala del área residencial que lo rodea y queda integrado armoniosamente con él".

Pero, ¿qué pasó entonces para que consiguieran derribar la cúpula si en ese momento ya estaba protegido? "El propietario de la propiedad presentó una apelación contra el Gobierno Vasco (por haberlo considerado BIC) y este decidió que debía ser desestimada el 26 de mayo de 2015. Casualmente, poco después, el 3 de agosto de 2015, la empresa informó al Consejo Municipal sobre la aparición de una grieta en un área de la cúpula y propuso demolerla, alegando peligro para los transeúntes. El Ayuntamiento de la ciudad, alegando razones de seguridad pública, dio la Orden el 8 de octubre de 2015 de desmontarla y proceder a reemplazarla de forma idéntica", explican en este informe y añaden que la segunda parte "del trato" no se cumplió.

El Palacio de Bellas Artes en su versión original y el mismo edificio tras la retirada de la cúpula en 2015. ÁNCORA

"Entre el 20 y el 30 de octubre de 2015, SADE demolió la cúpula del Bellas Artes de San Sebastián y cubrió el edificio con una malla protectora, como un sudario, para dar sensación de decrepitud. No cumplieron con la orden municipal para reemplazar la cúpula", añaden. Y destacan que volvieron a presentar una apelación contra su declaración como BIC y, ya sin la cúpula, la ganaron en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. El ayuntamiento decidió no apelar y suspendió la orden por la que se había declarado BIC.

"Podemos hablar de una larguísima historia de presiones por parte de la propiedad y de unos vaivenes impresionantes. Finalmente, hace tres años, en septiembre del 2021, la concejala de urbanismo del PNV concedió la licencia de rehabilitación para convertir el cinematógrafo en apartamentos turísticos. Ahora, va a ser un hotel de 81 habitaciones y la licencia otorgada consiste en vaciar el interior. Quedará el zócalo y poco más, por esa razón ha entrado en la Lista Negra", explican desde Áncora.

Que aseguran que, aunque siguen "muy metidos en el asunto", lo dan por perdido. "Ahora está envuelto en una lona opaca por lo que no se puede saber qué está pasando detrás. Lo damos por perdido porque todo pinta fatal, para hacer 80 habitaciones hay que hacer ventanas nuevas, modificar las fachadas protegidas...", aseguran. Desde El Independiente hemos llamado en cuatro ocasiones a SADE sin obtener respuesta y cuando hemos intentado hablar con Cultura del ayuntamiento de San Sebastián nos han remitido al Orfeón ya que ellos "estuvieron allí mucho tiempo".