"¡Ay, pena, penita, pena, pena!", lamenta Lola Flores, la Faraona, el futuro incierto de un amor perdido. "Ni un beso pude darle de despedía', y eso me arde", aúlla Rosalía tras su novio ser llevado preso por un atraco de joyas. Ambas canciones, (Pena penita pena y Juro que), comparten raíz flamenca y, en cierta manera, temática, a pesar de sus 89 años de diferencia. Pero ahora, la voz de la eterna gaditana, enjaulada en la memoria digital de comandos inteligentes, puede seguir cantando su soberbia al más puro estilo reggeatonero.

El productor musical Álex Ferrer es el encargado de esta reunión musical que va más allá de las fronteras del espacio y del tiempo. Ayudándose de la cada vez más presente inteligencia artificial, Ferrer moldea canciones antiguas para que suenen como lo haría un pop españolito actual que llenaría el Bernabéu de Aitana (de no haberse suspendido por exceso de ruido). Y viceversa. Porque la Potra Salvaje de Isabel Aaiún puede pasar perfectamente por una canción de Sara Montiel con unos arreglillos de por medio.

@sallo.ia Respuesta a @cuuucuuu_23 Isabel Aaiún - Potra salvaje (1962) @ISABEL Aaiún #parodiamusical #musicavieja #coplas #cancionestendencia #musicaviral ♬ Potra Salvaje 1962 - Sallo ❤️‍🔥

El productor de las estrellas (digitales)

Álex Ferrer, la mente que hay detrás de estos vídeos virales (algunos de estos cuentan con más de 800 mil visualizaciones en TikTok), fue ayer a Zapeando, la tertulia de sobremesa de la Sexta, para hablar del inmediato éxito que "sus canciones" han generado. Una práctica que, admite, empezó a subir para reírse con sus amigos y, ahora, "lo ve todo el mundo".

Cuando la inteligencia artificial empezó a aflorar en todos los ámbitos de nuestra vida, el ser humano tuvo el miedo más terrenal posible: el miedo frente a lo desconocido. El futuro prometido ya está con nosotros. ¿Y cómo le hacemos frente? Tocará adaptarnos.

El productor recuerda haber estado "cagado" cuando la inteligencia artificial empezó a hacer sus pinitos en el panorama musical. Sin embargo, apostó por el aprendizaje y el dejar de verla como un enemigo, sino más bien como una herramienta. Así, se dio cuenta "de que, [con la IA], puedes hacer lo que te da la gana si sabes utilizarla y tienes el conocimiento suficiente".

Por ello, Ferrer no tiene problema en explicar cómo es el proceso para lograr que, por ejemplo, El baile del gorila, de la cantante Melody, suene como lo haría en 1948: "lo primero que tienes que saber hacer es pedirle canciones a la IA. Cuando lo haces te da una cosa, que suena bien, pero no es perfecta. Así, me descargo esa canción y la edito para que suene lo más profesional posible". Aunque no siempre es tan sencillo, llegando, en algunos casos, a hacer "50 pruebas para cada canción".

Para las imágenes que acompañan los vídeos, vistiendo a nuestros artistas según la moda del momento que recrean, Ferrer utiliza también una inteligencia artificial. "Eso sí que es un mundo que da miedo", denuncia, al percatarse de que la imagen de uno puede moldearse sin ningún tipo de pudor. Aunque más tarde, y entre risas, admita que algunos resultados parecen "una parálisis del sueño".

La cuadrilla anti-IA

Pero, como con todo, la fama son dos caras de una misma moneda. Mientras que muchos celebran el ingenio de sus vídeos, son otros muchos los que critican la facilidad con que (creen) se pueden hacer, echando por tierra el trabajo humano que hay detrás.

"Cuando alguien me comenta '¡Qué crack eres!', otros me comentan '¿Cómo que crack? ¡Si es la IA la que lo hace'. Pero, si lo intentan, verán que sólo con la IA no van a obtener resultado. Para cada vídeo me puedo tirar, fácil, seis horas haciéndolo", exponía Ferrer en el programa.

Al equipo de Zapeando les maravilló esta práctica, retando al joven productor versionar una canción de Janis Joplin a modo de copla. Ferrer aceptó, prometiendo tenerla lista para la semana que viene. Tal corto periodo de tiempo nos muestra que, si estos son los inicios de la inteligencia artificial, ¿que será de ella en veinte, diez o incluso cinco años? ¡Ay, pena, penita, pena, pena!