Ana Salazar sostiene un libro sobre negocios centenarios en Madrid editado allá por 2008. "La Bodega de la Ardosa sigue abierta, que viene el dueño por aquí. Botín iba a cerrar con la pandemia y al final no sé... Librería Nicolás Moyá cerró hace un año y la taberna Antonio Sánchez, también. Vicente Rico cerró hace tiempo ya y Corchera Castellana, lo mismo", enumera tras el mostrador.
Se puede decir que Ana Salazar conoce muy bien los negocios más antiguos y emblemáticos de la capital española. Ella regenta uno con su hermana Fernanda, la papelería Salazar. Sin embargo, la falta de relevo en la familia, los negocios online y ahora el coronavirus han obligado a estas dos mujeres a bajar la persiana -el cierre será en los próximos meses- de un establecimiento que lleva en Madrid desde 1905.
Muchos negocios centenarios vivían ya casi al límite antes de la pandemia de coronavirus, resistiendo en barrios invadidos por turistas y luchando como podían frente a Internet y las grandes multinacionales. Pero el Covid-19 puede ser la puntilla para muchos de esos comercios, pastelerías que han vendido dulces a varias generaciones, bares que han servido vermús y vinos desde el siglo XIX. Esas tipografías clásicas pronto serán cambiadas por rótulos de colores y las fotografías de color sepia que cuelgan de sus paredes acabarán en el cajón del olvido.
No hay un dato exacto sobre cuántos de estos negocios centenarios han cerrado en los últimos años. Ángel Manuel es el dueño de la Antigua Relojería de la calle de la Sal y fue uno de los fundadores de la Asociación de Comercios Centenarios. "Han cerrado muchos, pero no te puedo decir cuántos", dice. Tiene un directorio con los teléfonos de todos, pero la mayoría no le responden. "Pero eso no quiere decir que hayan cerrado".
Desde el Ayuntamiento de Madrid tampoco tienen una cifra que dar, pese a que hace poco más de una década se anunció a bombo y platillo el Programa de Reconocimiento de Comercios Centenarios. Se colocó una placa de bronce diseñada por Antonio Mingote en la puerta de cada comercio. "Pero después nada más", señala Fernanda Salazar, que se siente un poco abandonada por las administraciones. "Deberían hacer algo para preservar estos negocios, porque forman parte de la historia de nuestra ciudad".
"Ahora con el cierre de Salazar las administraciones públicas de momento nos han ignorado. Ayuntamiento, Comunicad, Patrimonio... no hay ninguna institución que se haya puesto en contacto con nosotras", lamenta su hermana Ana tras el mostrador de madera de la papelería.
Hard Rock o Punto MX: los grandes también sufren
La pandemia se ha llevado por delante varios negocios emblemáticos de Madrid, como Hard Rock y Casa Patas, y restaurantes de alto vuelo como Punto MX o 99 Sushi Bar. Pero hay muchos negocios tradicionales, con menos renombre y más escondidos, que bajan la persiana para siempre. Almacenes de Aragón, en la céntrica Corredera Baja de San Pablo, había estrenado su placa de negocio centenario hace apenas unas semanas, pero el 30 de junio cerró por jubilación. Calzados Cantero, que ha vendido alpargatas a medio Madrid en la Plaza de Olavide, también apaga las luces. También hay muchos otros en el alambre. "Cerrado hasta nuevo aviso", se lee en muchos comercios con solera en el centro de Madrid.
"Si la pandemia ha pillado a muchísimas empresas en fuera de juego en temas de transformación digital, imagínate a estos pequeños comercios", señala el presidente de la asociación de comerciantes Vive Malasaña, Alberto Peña. "Cuando cierran estos locales, todos nos llevamos las manos a la cabeza, pero es que no hay ayudas que les protejan por parte de las administraciones. Acaban cerrando y aparecen las franquicias, que al final son las únicas que tienen dinero para pagar alquileres tan altos".
La gentrificación y turistificación
Muchos comercios tradicionales habían perdido gran parte clientela por la gentrificación y la turistificación. El consumidor de siempre dejó de vivir en el barrio y los nuevos vecinos compran por Amazon. Y cuando ya se ahogaban, ha llegado el coronavirus.
El que se ha dejado esperando a que llegaran a su tiendecita lo está pasando muy mal. Esas no tienen futuro"
"La pandemia ha tenido una significación tremenda en esto", comenta Ángel Manuel,de la Asociación de Comercios Centenarios. "Cada vez es más difícil llegar a ser centenario, porque esta crisis no la maneja ni San Pedro. Es un lío. El que se ha dejado esperando a que llegaran a su tiendecita lo está pasando muy mal. Esas no tienen futuro".
"El comercio centenario ha tenido siempre la habilidad de marcar su propio terrenito. Aunque sea porque te viene de tu padre. Yo estaba trabajando con cuatro años en la tienda poniendo las gomas a las bolsas y mucha gente me lo ha recordado con el paso de los años. A la gente le hacía gracia. Esas cosas parecen tonterías, pero tenían un poder de convocatoria".
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