En la primera reunión hubo cierta tensión, casi nervios. Fue hace justo un año, a las afueras de Madrid, y a esa cita acudieron cerca de una veintena de ejecutivos de grandes empresas del sector de los centros de datos y de las infraestructuras digitales. El encuentro se celebró en la propia sede de una de las compañías, lo que ya era raro. Directivos de grupos rivales sentados en una mesa para hablar de su sector, lo que ya despertaba suspicacias entre los asistentes, y podría generarlas -aún mayores- en las autoridades de competencia. De ahí los nervios.
Aquella primera reunión fue el embrión para crear la sucursal en España de iMasons (Infraestructure Masons), una asociación que nació en Estados Unidos en 2016 y se ha ido extendiendo a otros países, y que agrupa a directivos de tecnológicas a título personal para defender los intereses del sector de las infraestructuras digitales.
“Somos competidores, somos enemigos en el día a día, pero nos unimos a título personal para un propósito mayor, porque tenemos un interés común que es poner a España en el mapa digital mundial”, explica Robert Assink, director general en España del grupo de centros de datos Interxion y que ejerció de anfitrión en la sede de su compañía en aquel primer encuentro. “Queremos que se nos reconozca como sector, como sector clave para la digitalización, y tener voz como sector ante la administración”, sostiene Patricia Rodríguez Henríquez, directora de los centros de datos de Microsoft en Austria y máxima responsable de iMasons en España.
Con iMasons como punta de lanza, ahora las grandes empresas del sector de los centros de datos con presencia en España han empezado a movilizarse para reclamar reformas regulatorias y fiscales para convertir España en una potencia digital, en el gran hub digital (centro de interconexión) de los datos en el sur Europa. Y uno de los factores clave para conseguirlo va a estar en la factura de la luz.
Los centros de datos son edificios donde se concentran miles de servidores informáticos para conectar los servicios digitales de las empresas con sus clientes. Varias plantas en las que se suceden salas y más salas repletas de armarios metálicos con bastidores en los que se instalan las máquinas. Son las auténticas fábricas de la era digital.
Tanto si se trata de centros de datos propios de una sola compañía o si se trata de centros abiertos para los servidores de varias empresas, un factor fundamental es disponer de una enorme potencia eléctrica y garantías totales de estabilidad del suministro. La demanda de energía eléctrica de los centros es colosal, porque el consumo es constante tanto para asegurar que funcionen esos servidores siempre, las 24 horas y todos los días sin excepción; como para contar con un sistema de refrigeración que continuamente evite que el sobrecalentamiento de los equipos.
Gigantes de la gestión de data centers como Data4, Equinix, Global Switch e Interxion y empresas vinculadas al negocio como Quark o S4U han decidido unir sus fuerzas. Lo harán en un evento telemático con el Congreso de los Diputados el próximo mes, para hacer llegar al Gobierno y a los partidos políticos sus propuestas para atraer inversiones milmillonarias a España para construir nuevos centros de datos. Para conseguirlo las compañías piden un marco regulatorio “simple, transparente y eficaz”, y exigen garantías de acceso a redes eléctricas con potencia suficiente y a un factura energética competitiva.
“El gasto en electricidad de los centros de datos es muy elevado. Entre el 30% y el 40% de los costes de las compañías se lo lleva el consumo eléctrico”, explica el director general de Interxion, que cuenta con tres centros en Madrid por los que pasan todos los whatsapps que mandan en España, los mensajes de Facebook o las series de Netflix. Y el grupo ya prepara la construcción de su instalación en la capital. “Queremos que se nos considere un sector electrointensivo como sucede con otros sectores industriales y tener los mismos derechos”.
La gran industria, la industria pensada que se considera gran consumidora de electricidad, cuenta con ayudas que sirven para rebajar su factura energética, con exenciones de hasta el 85% de la base impone del impuesto especial de electricidad. El Gobierno trabaja desde hace dos años en un nuevo estatuto del consumidor electrointensivo para las factorías de la industria pesada y el objetivo es poder aprobarlo el próximo mes con nuevas rebajas y exenciones para abaratar la electricidad. Las compañías de los data centers aspiran a tener su propio estatuto como sector electrointensivo.
Las mayores compañías de centros de datos neutrales (que ofrecen sus servicios a otras empresas para alojar sus servidores) comparten las quejas de otros sectores económicos sobre el mayor coste de la electricidad en España en relación a otros países europeos y critican que en el recibo de la luz esté inflado por incluirse grandes costes políticos poco relacionados con el coste real de la energía.
Las infraestructuras digitales piden reformas profundas y a medio plazo del mercado eléctrico y en la formación de precios de la electricidad, pero exigen soluciones rápidas a los problemas actuales. “No pretendemos cambiar todo el mercado eléctrico de un día para otro. Por eso reclamamos equipararnos ya a otras industrias en las ventajas los costes eléctricos”, indica Assink.
“A otras industrias se les reconoce ser electrointensivas, pero es que algunas lo son menos que nosotros. Reclamamos al menos las mismas exenciones. En otros países, como Francia, el precio de la electricidad es menor. O se toman medidas o los centros de datos se pueden ir de Madrid a Marsella. Tenemos que competir con otros países”, sentencia el director general de Interxion en España.
Desde el sector se subraya su labor para mejorar la eficiencia energética de sus instalaciones y rebajar el consumo, haciendo más por menos. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) incluye al sector de los centros de datos y de las redes de telecomunicaciones como uno de los que están cumpliendo los objetivos de desarrollo sostenible (sólo lo han hecho siete de un total de 43): en los últimos cinco años el tráfico de internet se ha multiplicado por cinco, las cargas en los centros de datos se ha triplicado, mientras que el uso de energía se ha mantenido constante.
En paralelo, desde el sector de los centros de datos se reclama mayor flexibilidad y mayor rapidez en el diseño de las infraestructuras eléctricas. Red Eléctrica de España, el gestor de la red de alta tensión, realiza su planificación de nuevas infraestructuras cada cinco años (la próxima es para el periodo 2021-2026). Pero las compañías necesitan acortar los plazos a apenas dos años para conocer si dispondrán de toda la potencia eléctrica suficiente para las nuevas instalaciones. “Si pierdes un ciclo de REE, tienes que esperar varios años para poder tener energía. Si no se puede invertir aquí a corto plazo, puede que haya compañías que se vayan a otros mercados”, advierte Assink.
El sector reclama participar directamente en la planificación de las ampliaciones de la red con REE y con las grandes distribuidoras eléctricas. “Nos estamos organizando como sector para poder tener una interlocución directa con el sector eléctrico”, subraya Patricia Rodríguez. Las grandes compañías de centros de datos han elaborado un manifiesto con todas sus reclamaciones para las diferentes administraciones y que pretenden sea el germen para constituir formalmente una asociación empresarial representativa del sector. Ése será el siguiente paso.
España va con retraso en la carrera por hacerse un hueco como centro de interconexión entre infraestructuras y negocios digitales. Madrid, único gran centro de peso real del país, se encuentra en una situación análoga a la que se encontraban a mediados de la década pasada las verdaderas grandes capitales digitales europeas: Frankfurt, Londres, Ámsterdam y París (conocidas por el acrónimo FLAP).
Gigantes globales como Amazon Web Services o Microsoft Azure han confirmado sus planes de levantar grandes centros de datos en España, ahora el sector tecnológico quiere que estos proyectos sean palancas para atraer inversiones internacionales, pero para ello deben darse “las condiciones apropiadas en cuanto a fiscalidad, disponibilidad de energía y espacio”, apuntan desde iMasons, que calcula que España puede atraer 3.000 millones de euros en infraestructuras físicas durante los próximos cinco años sin se aplican las reforma reclamadas.
“Con dicha inversión, la infraestructura digital de España alcanzaría el mismo tamaño de los principales mercados europeos (FLAP) acorde con el tamaño de nuestra economía”, explica la asociación de directivos. “Además, la inversión en infraestructura digital provoca un efecto multiplicador en las inversiones en otros sectores, así como en la creación de puestos de trabajo que se cuantifican en aproximadamente 12 veces la inversión”.
Según sus estimaciones, actualmente cada euro invertido en infraestructuras digitales genera un efecto de nueve euros en el PIB. Pero dando facilidades fiscales y regulatorias el efecto sería hasta de doce veces. Las inversiones indirectas derivadas de las necesidades de hardware y software para la prestación que requieren este tipo de centros implicarían una inversión adicional de 6.000 millones de euros aproximadamente durante el quinquenio y se necesitarían unos 2.000 de alta cualificación para la construcción, operación y gestión de los centros.
“Madrid ya es un hub digital para la Península. A la capital le cantaban eso de ‘vaya, vaya, aquí no hay playa’, pero en el sector digital Madrid es la playa de España y donde se interconectan todos los cables submarinos que llegan a España y Portugal”, sostiene Robert Assink. “Hay que estimular el sector para que crezca Madrid como hub ibérico, y para crear otros en Barcelona o en Bilbao. Si no, los próximos centros pueden acabar en el sur de Francia”.
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