El 14 de mayo de 2016 se produjo en Barcelona un leve terremoto. No es una ciudad en la que haya demasiados, por mucho que la actualidad tiemble a menudo en la zona. Lo más interesante, según sismólogos del Institut de Ciències de la Terra Jaume Almera (ICTJA-CSIC), era el origen de ese temblor. Claramente no era algo natural. Miento. Fue muy natural que 60.000 pares de pies estuvieran saltando a la vez al ritmo de Dancing in the Dark en uno de los mejores conciertos que ha visto la ciudad, a pesar de que su cantante no estaba especialmente afinado aquella noche.

Esa detección del sismógrafo en la banda de los 5 Hz me recuerda a los temblores de tierra que se escenifican en algunas películas cuando se acercaban las antiguas caballerías al galope. En este caso se trataba de un ejército militante total de un hombre orgulloso de ser nacido en USA, armado con su guitarra y su banda de la calle E. El Jefe siempre será Bruce Springsteen, nacido en Long Branch (Nueva Jersey) el 23 de septiembre de 1949.

(Momento del concierto que registró movimientos sísmicos)

Bruce Frederick Joseph Springsteen era un mal estudiante católico de ascendencia holandesa, irlandesa e italiana. Sí, podría haberse llamado Freddy Springsteen o Joseph Springsteen, pero no sería lo mismo. Su padre, conductor de autobús, acabó loco y todos, incluidas sus dos hermanas, dependían del sueldo de secretaria judicial de su madre. Una mujer que mamó desde pequeña el valor del esfuerzo gracias al abuelo de Bruce, un inmigrante italiano que desembarcó en USA sin saber ni siquiera leer ni escribir. Bueno, tampoco Bruce es precisamente un erudito. Que se lo digan al profesor que le metió de pequeño en un cubo de basura por creer “que era el sitio al que pertenecía”.

Al pequeño Boss le influyeron enormemente dos voces para ser cantante: la de Frank Sinatra en la radio (sabiendo que también era de New Jersey) y una inolvidable actuación de Elvis en el Show de Ed Sullivan. Ahí nació el mito. Un mito que pagaba 6 dólares a la semana para poder tener una guitarra en las manos. No podía permitirse una en propiedad hasta que su madre pidió un préstamo, como canta Bruce en The Wish.

Su padre, conductor de autobús, acabó loco y todos, incluidas sus dos hermanas, dependían del sueldo de secretaria judicial de su madre

Ya con su propia guitarra, los estudios se acabaron para él y se dedicó en cuerpo y alma a lo que era su vida: la música. Sin embargo, no fue todo inmediato. Tardó mucho en sacar buenos acordes a su instrumento, según sus hermanas, y tuvo que estar años y años en pequeñas bandas hasta su primer éxito comercial, que no llegó hasta 1975 con Born to run. Antes de eso ya había sacado algunos discos y muchos conciertos, pero no llegaron a confirmarle como El Jefe.

Sobre ese apodo hay dos teorías: una habla de que era el responsable de cobrar las actuaciones y luego repartir el dinero, y la otra habla de sus continuas victorias al Monopoly contra otras bandas de la zona.

Una de las canciones que marcó mi juventud porque era melódica pero a la vez contundente fue ese canto al hambre de amor que todos tenemos. Hungry Heart nunca tuvo videoclip oficial porque… ¡eran los 70 y no se hacían normalmente! A falta de uno, en 1995 se grabó uno en Berlín.

En el corazón de este hombre de aspecto sanote y fortachón cuya parte trasera dio la vuelta al mundo con la portada de Born in the USA quedó para siempre marcada la época de aquellas actuaciones en pequeños locales en los primeros años 70 y por unos cuantos dólares. Tanto es así, que se ha tirado más meses de los previstos haciendo conciertos íntimos en Broadway para apenas unos cientos de espectadores. Lo necesitaba. Ojo, que no es que no le guste estar en un gran escenario. De hecho, tiene el récord del concierto más largo en Estados Unidos: más de 4 horas seguidas en septiembre de 2016, en Filadelfia. En la misma gira que causó el terremoto de Barcelona.