Entre los muchos intereses comunes entre el gobierno central y el PNV, está, además del presupuestario, la reconstrucción del espacio postconvergente, el mismo que ha decidido divorciarse de las tesis y postulados que dicta el fugado de la Justicia y ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont.
Para los primeros, la atomización del independentismo quita fuerza y votos a Puigdemont y a su vía unilateral, lo que puede tener como corolario el triunfo de ERC, que sin renegar de su independentismo, también ha abandonado la unilateralidad a favor de un proceso pactado que aún tiene que madurar y ser mayoritario en la sociedad catalana.
Moncloa confía, como confió en su momento Mariano Rajoy, en que ERC contribuya a destensar el "conflicto político catalán" a corto y medio plazo. La aparición del Partido Nacionalista Catalán, liderado por la ex secretaria general del PdeCat, Marta Pascal, ya fue una buena noticia para el gobierno central y la posterior ruptura del PdeCat con Junts, una vez ha decidido no ir en coalición con los de Puigdemont, ha abundado en ese optimismo.
Units, dispuesta a sumarse también
Pero no sólo porque los cuatro diputados nacionales del PdeCat estén dispuestos a sentarse con el Gobierno para negociar los Presupuestos Generales del Estado, sino porque una más que probable alianza electoral entre las dos formaciones exconvergentes puede sumar la suficiente masa crítica como para tener hasta grupo parlamentario propio en el Parlament catalán y ser, por tanto, determinantes.
También hay que sumar a la ecuación a la formación de Ramón Espadaler, Units, heredera de Unió Democrática de Cataluña, que en las últimas elecciones catalanas se integró en las listas del PSC. Aunque lo suyo es un catalanismo más moderado, alejado de las ínfulas de la independencia, ha trasladado a los entornos de PdeCt y de PNC que "si vais juntos, me apunto. Si no, sigo con Iceta".
La suma de Units incorporaría a la receta el ingrediente democristiano de la antigua Convergencia i Unió. Un cóctel también muy del agrado del PNV, al que "le interesa este frente. El PNV apuesta por tener un referente tras la desaparición de CiU" su aliado histórico en el eje País Vasco-Cataluña. La deriva de Carles Puigdemont, unida a la radicalidad del espacio postconvergente, dejaron a los de Íñigo Urkullu sin partido "hermano", mientras que la alianza entre ERC y EH-Bildu es cada vez más sólida.
Tal es el interés del PNV que el pasado día 6 los nacionalistas vascos recibieron en Sabin Etxea a la dirección del PDeCAT, tan sólo un día después de que este partido anunciara su ruptura electoral con JxC. Ambas delegaciones, encabezadas por Andoni Ortuzar y David Bonvehí, presidentes del PNV y del PdeCat, respectivamente, mantienen una vía de interlocución institucional, pero a los nacionalistas vascos les gustaría la creación de un frente más amplio con todos los posconvergentes.
Se contempla una sola candidatura encabezada por Chacón seguida de Marta Pascal
Gobierno central y PNV acarician la idea de una candidatura única encabezada por la ex consejera de Empresa Angels Chacón, depurada por Quim Torra, con Marta Pascal de número dos.
El divorcio entre Urkullu y Puigdemont tiene su origen en el ya famoso 26 de octubre de 2017, cuando el vasco le convenció de que convocara elecciones para evitar la aplicación del artículo 155 de la Constitución, esto es, la intervención del gobierno de la Generalitat y, en cambio optó por la vía de la declaración unilateral de independencia. Aunque Puigdemont lo hizo, en muy buena medida, presionado por ERC y las 155 monedas de plata que escribió Gabriel Rufián en Twitter, su derivada posterior, con huida de por medio, ha ahondado en ese distanciamiento. Después, protagonizaron otros enfrentamientos, como cuando Puigdemont dijo que a la declaración del vasco en el Supremo durante el juicio del procés «le faltó una parte de la memoria o del relato».
PdeCat y PNC "tienen un mismo electorado", arguyen en el Gobierno y sólo juntos, defienden, pueden sacar Grupo Parlamentario propio, entre seis y siete diputados, especialmente en Barcelona además de otro parlamentario, al menos, por el resto de las provincias catalanas.
El principal daño electoral de este coalición, de alcanzarse, agregan los mismos medios, se lo hacen a Junts y, paradójicamente, a Ciudadanos, a quien los sondeos vaticinan una descalabro de la primera posición a la quinta. Inés Arrimadas fue autora de la proeza histórica de convertir a Cs en la primera formación no nacionalista que ganaba en votos y escaños, aunque dilapidó ese triunfo de forma meteórica.
Precisamente, en mitad de la gestión de la pandemia, con un gobierno de coalición en Madrid que no deja de airear sus fisuras internas, ha desaparecido prácticamente del debate político la posibilidad de una lista única entre populares y naranjas para las elecciones catalanas. De hecho, la última vez que los populares debatieron al respecto fue antes del verano, cuando el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, se mostró en contra de esa unidad de acción que anhelaba Pablo Casado.
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