A punto de cumplir 81 años, Concha Velasco vuelve al teatro con La habitación de María, obra escrita por su hijo Manuel con la que quiere poner el broche de oro a su carrera, aunque ahora la jubilación no entra en su planes: «Mientras pueda, seguiré» con la «espinita» de no haber hecho un musical de La Celestina.
Con esta obra quiere despedirse de los escenarios, pero aún no. Tras recuperarse del Covid-19 y pasar el confinamiento «encerradita» en su piso, tiene ganas de trabajar: «He firmado un contrato por tres años que espero cumplir», explica la actriz a EFE este martes.
«Es una obra complicada, con dificultad», dice Velasco, que estudia el texto todos los días, «aunque de cabeza estoy perfecta, pero se me olvida de una vez para otra». Y añade: «Si la hubiera hecho del tirón, no tendría que repasar, pero con esto de parar y arrancar por la pandemia...».
Dirigida por José Carlos Plaza y producida por Jesús Cimarro, La habitación de María está hecha con cariño, «escrita por mi hijo Manuel», dice Velasco, quien asegura que es un texto «a petición propia», como hacía con Antonio Gala.
Tras la experiencia con la obra El funeral, Manuel M. Velasco vuelve a escribir una obra de teatro para su madre. «Está muy bien escrita; si no, no la hubiera dirigido Plaza», asegura la protagonista de París-Tombuctú (1999), quien asegura que «por muy hijo de Conchita Velasco que sea el autor, si a Plaza no le gusta, no la hace».
Los nervios en mí serían una cosa infantil
CONCHA VELASCO
Aquí en España «el ser hijo de... no es buena cosa; no sé por qué, la verdad, parece ser más una lacra», se lamenta Concha Velasco (Valladolid, 1939), que confiesa que los primeros ensayos de El funeral, junto a su hijo, fueron difíciles. «Lo pasé mal, porque además la dirigía».
Tras trabajar con los mejores directores, de los que «he aprendido mucho», reconoce que le cuesta ponerse en manos de noveles. «Si veo que un director duda, no paro de preguntar, me convierto en una mujer difícil, pero soy disciplinada», añade la protagonista de La chica Ye-Yé (1965).
Además, asegura que, ante el estreno de mañana en el madrileño Teatro Reina Victoria, no está nerviosa: «Los nervios en mí serían una cosa infantil, deseo cumplir las expectativas de Cimarro, que ha puesto un dineral en esta función».
Esta obra habla de amistad, amor, felicidad, tristeza, vitalidad, soledad, «pero sobre todo de cultura, de cómo la escritura y la lectura pueden hacer que una persona que ha sufrido tanto salga adelante», explica Velasco, quien se lamenta que en España la cultura hoy «es el hermano feo de la familia», ya que se habla de cultura en grande, «pero la cultura pequeña, la privada, no está protegida».
La cultura es hoy el hermano feo de la familia
CONCHA VELASCO
Trabajar junto a su hijo ha sido una «bendición». Adora a sus hijos. «Paco es estupendo y Manuel ha tomado el relevo de mi madre, ahora dirige mi vida», aunque rápidamente la actriz corrige: «Bueno, no, la verdad es que siempre he hecho lo que me ha dado la gana, me aconsejaba bien».
Cuando repasa su carrera, dice que tiene una «espinita clavada», le hubiera gustado interpretar La Celestina, un musical que tenía preparado para hacer tras La rosa tatuada, pero fue complicado: «He gastado todo mi dinero en el teatro, en ese momento hubo un revés económico».
No obstante, se siente orgullosa de la obra Mamá quiero ser artista (1986) y de Hello, Dolly! (2001), «un espectáculo del que todavía estoy pagando los focos», aunque puntualiza que «ya estoy al día con Hacienda».
De su trayectoria profesional hace un balance muy positivo. «Tengo una carrera de libro», dice con orgullo la actriz, quien a su pesar reconoce que no ha trabajado en Estados Unidos -«No tuve tiempo de aprender inglés»-, pero tampoco le ha hecho falta: «¿Sería más de lo que he sido aquí? Si no se puede tener una carrera más completa...».
Y de su vida personal también está feliz, ha hecho todo sabiendo lo que hacía: «A mí nadie me ha puesto una pistola en la sien para decir a quién tengo o no tengo que amar».
Dice estar «contenta y orgullosa» de su vida. «Paco Marsó habrá sido un mal marido, pero un buen padre y buen productor con mi ayuda, qué duda cabe, pero a mí no me ha faltado nada».
Nadie me ha puesto una pistola en la sien para decir a quién tengo o no tengo que amar
CONCHA VELASCO
Ahora, en la plenitud de su vida, su objetivo es «ser mejor persona» para que sus hijos y nieto la recuerden «buena». Como actriz, nada que decir, «ahí están las hemerotecas».
Concha Velasco mira el futuro con optimismo y alegría para 2021, con una gran gira, aunque lo más importante es «la salud, la familia y los amigos y tengo la suerte de contar con ello».
Últimamente, no puede con tanta tristeza, llora a menudo. «Mis hijos no me dejan ver la tele, me muero de pena. El otro día me enteré de que había fallecido Marisa de Leza, me puse a llorar», al igual que con Gerardo Vera, «tuve un bajón importante».
Todas estas noticias le afectan mucho, sus hijos no le dejan ver ni el informativo, le han instalado un canal de cine y fútbol, «yo que siempre he sido tan mandona, ahora mi hijos me dominan».
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