La pasada semana, PSOE y Unidas Podemos hicieron el último pago al separatismo para blindar la legislatura y prácticamente garantizarse el 'sí' de ERC a los Presupuestos: la supresión del castellano como lengua vehicular en la ya conocida como 'ley Celaá'. Horas después, la comitiva de Ciudadanos se sentaba junto al Gobierno para negociar las cuentas públicas y, aunque prometieron acudir al Tribunal Constitucional, en la lista de condiciones no apareció la retirada de dicha enmienda pese a suponer un disparo a bocajarro a una de las razones de ser de los naranjas.
Este es el último gesto que ha desbordado la paciencia de propios y ajenos. Comenzó con el apoyo de la formación que ahora dirige Inés Arrimadas a las sucesivas prórrogas del estado de alarma durante lo peor de la pandemia, pero los guiños al Gobierno se intensificaron con el paso de los meses. Los liberales vienen de haber contribuido a aprobar una prórroga del estado de alarma durante seis meses sin control parlamentario, y abordan ahora la negociación de unos Presupuestos "catastróficos" y lo hacen "a cambio de nada".
Por este motivo -o por un conjunto de todos ellos- Ciudadanos se desangra. Y no sólo a nivel electoral, con la mayoría de encuestas anunciando ya una debacle intensificada por el giro al centro del PP-, sino a nivel interno. En los últimos meses se han sucedido fugas muy significativas, como la de Juan Carlos Girauta, Marcos de Quinto o, más recientemente, la de Patricia Reyes, Orlena de Miguel o Xavier Pericay (uno de los fundadores de las siglas naranjas) en las últimas semanas. Las bajas se han producido a uno y otro extremo de la franja ideológica que hace meses dividió a Ciudadanos: los identificados con la tesis de Albert Rivera, del 'no' a Sánchez -en la que se ubicaba, al menos entonces, a Inés Arrimadas-; y los valedores de la tesis más socialdemócrata. La pregunta es: ¿por qué?
En conversación con este medio, varios dirigentes 'fugados' de Ciudadanos estallan sin ambages contra Arrimadas por un giro que, a juicio de la mayoría, implica "traicionar todo el sentido de Ciudadanos" y su propia "razón de ser", como comenta el ex diputado Marcos de Quinto, para convertir las siglas naranjas "en una especie de representante de lobbies donde los principios y los valores no estorben demasiado".
De Quinto, que fichó por Rivera en marzo de 2019 y abandonó el partido tras la votación de la quinta prórroga del estado de alarma en el mes de mayo, nunca se había mostrado tan crítico con la dirección de Arrimadas desde su salida. Hasta este momento. Y es que más allá de no compartir la ausencia de "principios" de su ex jefa porque "no haga ascos a una foto con este Gobierno y con su banda" pero sí a "la foto de Colón", el ex diputado por Madrid critica el 'cesarismo' interno impuesto por la actual presidenta.
No me atrae en absoluto ir calladito en el asiento trasero, o peor aún, que se me meta en el maletero
"Abandoné Ciudadanos cuando me di cuenta de que el partido era manejado realmente por un par de personas [Inés Arrimadas y Carlos Cuadrado] y que la opinión de muchos de nosotros no sólo no importaba, sino que incluso molestaba", revela De Quinto a El Independiente. "No me atrae en absoluto ir calladito en el asiento trasero o, peor aún, que se me meta en el maletero".
"En ese partido hace mucho que dejaron de tomarse decisiones colegiadas. Bueno sí, las toma colegiadamente ella [Arrimadas] y Cuadrado", suscribe en este caso Juan Carlos Girauta. También denuncia abiertamente la ausencia de debate interno Carina Mejías, ex diputada por Barcelona, que entregó su carné naranja el mismo día que el diputado por Toledo, y que vincula su baja del partido a renunciar a "ser cómplice del recorte de nuestras libertades, de la suspensión del control parlamentario y de la paralización de la Justicia" y "no poder manifestar mi incomodidad en ningún órgano de decisión o participación".
Ciudadanos, "sin rumbo" y "sin credibilidad"
"En algún momento el navío cambió el destino del viaje... y no estoy dispuesta a navegar sin rumbo", coincide en este caso Orlena de Miguel, ex portavoz de Ciudadanos en Castilla-La Mancha y una de las figuras más destacadas del denominado como sector crítico que hace meses representó Francisco Igea. Importante destacar que este sector era, al menos entonces, más propenso a abrirse a pactos con Sánchez frente al 'no es no' de la corriente de Albert Rivera.
"Cuando se negocian los Presupuestos se tiene que tener claro qué es lo que se pretende conseguir, bajo qué condiciones y, lo más importante, qué es lo que no se puede aceptar bajo ninguna circunstancia", comenta. "Ciudadanos se jugaba ahí lo que para mí es más importante en política: la credibilidad", sentencia, en relación a la eliminación del español como lengua vehicular en la enseñanza.
Arrimadas ha traicionado todos nuestros principios fundacionales. Del primero al último
Ciudadanos "está blanqueando al Gobierno y blanqueando unos Presupuestos catastróficos", asevera Girauta, que tacha esta decisión de "inaceptable" por "traicionar del primero al último de nuestros principios fundacionales, todo el sentido del partido y todo el ideario". El que tampoco sale de su asombro es el empresario y ex diputado por Madrid, que resume la "nueva utilidad" de Ciudadanos en ser un partido "útil para Sánchez, en tanto que le sirven para blanquear sus Presupuestos frente a Europa y para golpear la cabeza de Casado con Inés de cachiporra".
En este mismo sentido, aunque con menor contundencia, se ha expresado en redes sociales el que fuera fundador de Ciudadanos, Xavier Pericay, que ha declinado la llamada de este medio. "En ese zoco inmundo que es la actual negociación de los Presupuestos, esto también está incluido", escribía en Twitter, en referencia a la enmienda lingüística de PSOE, Podemos y ERC. "Qué error, qué inmenso error", escribía en otro mensaje, por la negativa de Ciudadanos a exigir su retirada al Ejecutivo como condidicón sine qua non para apoyar los Presupuestos.
Preguntados por la motivación que ven detrás de este movimiento estratégico, que en la formación defienden a capa y espada como una "necesidad" ante la situación extraordinaria causada por la pandemia, donde "arrimar el hombro" es fundamental, dicen, para "salvar vidas", los fugados de Ciudadanos difieren. "Este giro sólo se entiende en un desesperado afán de diferenciarse del PP. Pero, ¿y si el PP gira a su vez? ¿Cuál será el siguiente giro de Ciudadanos? ¿Empezar a comprender a Otegi?, reflexiona Marcos de Quinto.
Desaparición inevitable
La mayoría de ellos coinciden además en un diagnóstico que les gustaría no tener que reconocer: la muerte de los liberales parece ya inevitable, cuyo camino podría comenzar en Cataluña. "Ciudadanos va a quedar aplastado", afirma Girauta, que explica su creencia de que la desaparición del partido comenzara con más abandonos. "Cualquiera que sea liberal se dará de baja", afirma.
Mejías, por su parte, señala la salida de Arrimadas y de la plana mayor del proyecto catalán de Ciudadanos tras el triunfo en 2017 como uno de los errores clave de su progresiva caída en Cataluña. Aquello "supuso una gran decepción", lamenta. Y la pérdida de "rumbo" posterior, los "bandazos", los "cambios inexplicables de liderazgo y su cada vez más débil incidencia en la política catalana hará que el resultado posicione [a Ciudadanos] en posición de debilidad" o, directamente, "en la irrelevancia".
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