En un mundo como el del automóvil no resulta muy ortodoxo aseverar que todo está inventado. Es indudable que el desarrollo tecnológico está en constante evolución, y el automóvil va incorporando las más modernas y últimas tecnologías disponibles. Cosa distinta es cuando se habla de modas, tendencias o diseño. En este apartado puede acontecer que determinadas tendencias reaparezcan o conceptos estilísticos de otras épocas vuelvan a copar la actualidad. No obstante siempre quedará esa especie de trastienda de la que pueden salir nuevas ideas capaces de sorprender.
Mercedes-Benz, con el lanzamiento de su exitoso modelo CLS, creó una nueva categoría de vehículos, la del coupé de cuatro puertas. Para separarse de la convencional berlina y mostrar ese buscado acercamiento al coupé echó mano de ingredientes como una carrocería más baja y estilizada, una línea de cintura alta, menor superficie acristalada y ventanillas sin marco. La reacción no se hizo esperar por parte de otros fabricantes, dada la buena aceptación de esta nueva categoría. Al Mercedes-Benz CLS se unieron modelos como el Volkswagen Passat CC (posteriormente CC), el Audi A7 o el BMW Serie 6 Gran Coupé. Además, con la llegada de nuevos actores, dentro del concepto coupé de cuatro puertas empezaron a convivir tanto las carrocerías de tres volúmenes (Mercedes-Benz CLS) como las de dos volúmenes con portón trasero (Audi A7).
Evidentemente todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Si debe prevalecer la forma sobre el fondo o viceversa es una decisión que atañe exclusivamente al usuario. Los fabricantes de automóviles ponen a disposición del comprador diversas propuestas en un claro afán de satisfacer cualquier posible petición. La idea del coupé de cuatro puertas mima claramente los aspectos formales para dar en el blanco de lo emocional, pero tampoco descuida aspectos de índole práctico. De su altura rebajada, en comparación con la convencional berlina, se deriva una silueta muy estilizada que constituye todo un regalo para la vista.
En contrapartida se ven penalizados aspectos como el acceso a las plazas posteriores o el hecho de que los ocupantes de estas plazas disfruten de una menor altura, además de peor visibilidad al reducirse la superficie acristalada de las ventanillas. Pero no hay que olvidarse de la principal ventaja que aporta sobre el clásico coupé de dos puertas: la comodidad de uso que facilitan sus cuatro puertas. Al fin y al cabo su razón de ser, que da en el blanco de los requerimientos de muchos usuarios.
Frente a estos planteamientos, BMW dio una vuelta más de tuerca cuando reestructuró la gama de modelos de la Serie 3, paralelamente a la creación de la Serie 4. Ambas Series acogen sendos modelos que responden al concepto coupé de cuatro puertas, y lo interpretan con algunos matices que marcan la diferencia entre ellos. En BMW pensaron que se podía mantener este concepto respetando la silueta coupé e, incluso, los cristales de las ventanillas sin marco. Pero en contraposición, en lugar de rebajar la altura de la carrocería se podía hacer justo lo contrario, incrementarla notablemente, lo que también conlleva un aumento de la superficie acristalada. Así se eliminaba de un plumazo el talón de Aquiles del coupé de cuatro puertas, la limitada altura disponible en las plazas posteriores.
Nacía el BMW Serie 3 GT (Gran Turismo), dotado con un generoso portón trasero y una altura de 1,51 metros. Para los puristas, para los que la forma tiene que prevalecer sobre otros aspectos de índole más pragmático y piensan que un coupé, incluso de cuatro puertas, tiene que ser necesariamente bajo y estilizado, BMW propuso el Serie 4 Gran Coupé. Mide 1,39 metros de alto, aunque conserva el práctico portón trasero. Inteligente manera de dar gusto a todos.
El BMW Serie 3 GT presume de un posicionamiento muy personal a la par que estratégico dentro de la amplia y variada oferta del mercado. Comparado con la berlina de la Serie 3 no solamente es más alto (8 cm más) sino que en un alarde de rendir culto a la diosa habitabilidad asimismo incrementa 11 cm la batalla (2,92 m) y 19 cm la longitud (4,82 m). Estas medidas propician que supere en habitabilidad y en capacidad de maletero (520 l) a sus hermanos de la Serie 3, tanto a la berlina como al Touring (familiar). El resultado final es un producto casi único, sin competidores directos, que mima de manera especial a los pasajeros de las plazas traseras obsequiándoles con mucho espacio para las piernas, además de altura. Lo curioso, lo paradójico, es que la máxima de un coupé de cuatro puertas no es precisamente una modélica habitabilidad.
Con esta carta de presentación, el BMW Serie 3 GT fusiona la deportividad que le confiere su imagen, reforzada por las ventanillas sin marco, con el pragmatismo de las soluciones que propone, plasmadas en la versatilidad del portón (de accionamiento eléctrico) o en los respaldos reclinables así como abatibles de los asientos posteriores. El volumen del maletero es de 520 l, ampliable a 1.600 l. El modelo 320d GT Automático monta un propulsor diésel de 4 cilindros en línea y 2 litros de cilindrada que desarrolla una potencia máxima de 190 CV.
Su precio es 45.550 euros, aunque hay disponibles sobre el acabado base los paquetes Sport, Luxury y M Sport. Este último incrementa notablemente el aspecto deportivo a base de un faldón delantero con una gran toma de aire, estribos laterales y un difusor trasero. El acabado Luxury propicia una imagen exterior de refinamiento a base del empleo de elementos cromados en paragolpes, entradas de aire, marcos de ventanillas y embellecedores de escape. Por el contrario, en el paquete Sport estos elementos utilizan un color negro brillante para resaltar la deportividad.
El BMW Serie 3 GT fusiona la deportividad que le confiere su imagen con el pragmatismo de las soluciones que propone
Con 190 CV, el propulsor mueve el coche con bastante agilidad, mostrando una especial predisposición a obedecer con celeridad cualquier orden que reciba del acelerador, pero se muestra un poco ruidoso circulando a bajas velocidades. Por el contrario, una vez que rueda a velocidades de crucero apenas se deja oír, lo que sumado a la calidad de rodadura que ofrece el chasis propicia un gran confort de marcha que invita a largos viajes. Además es una mecánica poco sedienta. A velocidades legales, circulando por autovía entre 120 y 130 km/h, ofrece consumos en torno a los 5,8 l/100 km, siempre teniendo en cuenta variables importantes como la orografía del terreno y el modo de conducir. Aunque este gasto puede reducirse de forma considerable, hasta un 20 por ciento, si se activa el modo de conducción Eco Pro.
De la caja de cambios automática de 8 velocidades solo caben elogios. Trabaja de manera intachable. Los cambios entre marchas no solo resultan imperceptibles por la suavidad con la que se ejecutan sino que, además, se efectúan con una inusitada rapidez. Una rapidez que invita a practicar una conducción deportiva a la que también contribuyen sus posibilidades de uso. Permite, en modo de conducción Sport+, saltar de una sola vez varias velocidades para reducir la marcha. Así, por ejemplo, puede pasar de la octava a la cuarta a la hora de fuertes reducciones.
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