En las Navidades de 2019 hubo cerca de veinte millones de desplazamientos en España. Imaginarse algo similar para este 2020 con el coronavirus es sencillamente impensable. Pero aun limitando movimientos y reuniones, estas fiestas pueden convertirse en un gran obstáculo para la lucha contra el coronavirus.
La relajación de estar de vacaciones, la falsa confianza de rodearse de familiares, el optimismo con la vacuna, las compras en los centros comerciales, la bajada de las temperaturas y un par de copas de más forman un cóctel peligroso que hay tomarse muy en serio. Así lo advierten los expertos consultados por El Independiente cuando España encara la recta final hacia las Navidades en plena segunda ola.
"Que haya políticos hablando de 'salvar la Navidad' es una venda que nos quieren poner. Nos quieren decir que si nos portamos bien hoy, dentro de un mes tendremos un premio. Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. La Navidad no se puede salvar", afirma a El Independiente la catedrática de Epidemiología de la Universidad Europea de Valencia Patricia Guillem.
Coincide con ese análisis el profesor titular de Microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid José Antonio López Guerrero: "Si nos relajamos y perdemos el horizonte de lo que significa el control de la pandemia, corremos el riesgo de pasar una cuesta de enero con los hospitales colapsados y con repuntes en contagios, UCIs y fallecimientos".
A un mes de que se inicien las Navidades, en España hay millones de personas con restricciones de movilidad y vida social y todavía no está claro qué desplazamientos podrá haber entre comunidades de cara a las fiestas. Madrid, epicentro de la pandemia entre septiembre y octubre, ha logrado contener los contagios sin restricciones drásticas y cerrando la Comunidad durante los puentes. El toque de queda está vigente en 16 de las 17 Comunidades (Canarias es la única que se salva) y en Cantabria, País Vasco, Andalucía y Murcia hay confinamiento en todos los municipios, una medida que se aplica a casi 13 millones de personas.
La lección del verano
Tras el confinamiento total que se vivió entre marzo y mayo, la primera ola del virus, se relajó y dio un respiro en verano a una economía escuálida. Las autoridades relajaron las medidas para intentar salvar la campaña estival: volvió la hostelería, la cultura y gran parte del ocio. Sin embargo, el virus no se cogió vacaciones. Y tampoco tendrá días libres en Navidad.
"Ya nos pasó en verano: tuvimos un verano más laxo y con más libertad y como consecuencia de ello llegó la segunda ola. Si nos relajamos en Navidad, habrá una tercera ola todavía peor porque estará acentuada por la bajada de las temperaturas. Veremos cifras peores", asegura Patricia Guillem.
El objetivo de todas las medidas que se están tomando es reducir las cifras de contagios, algo que choca directamente con todo lo que conlleva la Navidad. "Si conseguimos reducir las cifras y dentro de un mes volvemos a ser más permisivos, no habrá valido la pena. Si tomamos esa vía, tendremos oleadas continuas", añade la catedrática.
Menos movilidad, menos ocio y menos reuniones
La solución debe pasar, señalan los expertos, por una Navidad con el freno de mano echado. Que reduzcamos al máximo la movilidad, que limitemos las reuniones familiares y que extrememos las precauciones en los bares y restaurantes.
"Tenemos que ser conscientes de lo que hay en juego. Son fechas entrañables y nos relacionamos con varias generaciones, entre ellas la generación más vulnerable, nuestros mayores", expone José Antonio López Guerrero. "Sería una gran irresponsabilidad institucional y personal no soslayar el riesgo en el que estamos. Ya hemos visto lo que pasa cuando la población se relaja".
Con el objetivo de evitar ese relajamiento, varias Comunidades Autónomas han lanzado en las últimas semanas campañas de concienciación. "Hoy enterramos a mi abuela", dice uno de los anuncios promovidos por la Comunidad de Madrid.
Por eso, advierte el experto de la Universidad Autónoma de Madrid, "no se debe contemplar unas Navidades normales, con gente en la Puerta del Sol, cotillones, reuniones familiares de muchas personas... Todo lo que sea movilidad, lo que conlleva la Navidad, bares, restaurantes y centros comerciales es una invitación para un virus que se desplaza de forma grupal".
La economía navideña, en jaque
Establecer una estrategia para evitar la propagación del virus en Navidad conllevará obviamente un golpe para la economía del país. Las fiestas de diciembre y enero es la época de mayor gasto por habitante en España y las restricciones tendrán su repercusión en ese aspecto.
Para empezar, la hostelería perderá las tradicionales cenas de empresas. Y las reuniones de amigos y familiares en bares y restaurantes tendrán muchas limitaciones. Pero no queda otra, indica José Antonio López Guerrero.
"Relajar las medidas sería muy contraproducente porque tampoco lograríamos salvar la economía. Sería salvar unos días a costa de colapsar el sistema sanitario en enero. Y eso nos llevaría a tomar de nuevo medidas mucho más restrictivas".
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