Esta es la conclusión de un estudio publicado liderado por Noah Diffenbaugh, investigador de la Escuela de Ciencias de la Tierra, Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Stanford: Los eventos climáticos extremos, como las olas de calor, los huracanes o las lluvias torrenciales, guardan definitivamente relación con el cambio climático en curso en la Tierra.
Cada vez que hay una inusualmente intensa ola de calor, lluvia o sequía, surge la pregunta de si el cambio climático causado por los humanos es un factor deceisivo. "La pregunta se la plantea el público en general y las personas que tratan de tomar decisiones sobre cómo manejar los riesgos de un clima cambiante, obtener una respuesta precisa es importante para todo, desde la agricultura hasta las primas de seguros, las cadenas internacionales de suministro y la planificación de infraestructuras", afirma en un comunicado Diffenbaugh, también investigador del Stanford Woods Institute for the Environment.
Hasta la fechas los científicos evitaban vincular eventos climáticos individuales con el cambio climático, aludiendo a la dificultad de separar la influencia humana de la variabilidad natural del clima, pero eso está cambiando. "Durante la última década, ha habido una explosión de investigación, hasta el punto de que estamos viendo resultados que se hacen públicos en tan solo unas semanas", señala el investigador.
El grupo que ha llevado a cabo el estudio, compuesto por actuales y antiguos colegas de Stanford, describen un "marco" de cuatro pasos para probar si el calentamiento global ha contribuido a eventos climáticos. El nuevo documento es el más reciente en un campo en auge de la ciencia del clima llamado atribución de eventos extremos, que combina análisis estadísticos de observaciones climáticas con modelos cada vez más poderosos de ordenador para estudiar la influencia del cambio climático en eventos climáticos extremos individuales.
Mas eventos calurosos
A fin de evitar atribuir inapropiadamente un evento al cambio climático, los autores comenzaron con la hipótesis de que el calentamiento global no había desempeñado ningún papel y luego utilizaron análisis estadísticos para probar si esa suposición era válida. "Nuestro enfoque es muy conservador -apunta Diffenbaugh-. Es como la presunción de inocencia en nuestro sistema legal: el estándar es que el evento meteorológico fue solo mala suerte y se requiere una carga de pruebas realmente alta para asignar la culpa al calentamiento global".
Los autores aplicaron su marco a los eventos más calurosos, húmedos y secos que han ocurrido en diferentes áreas del mundo y encontraron que el calentamiento global de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero ha aumentado las probabilidades de los acontecimientos más calurosos en más del 80% de la superficie del globo para los cuales había observaciones disponibles. "Nuestros resultados sugieren que el mundo no está exactamente en el punto en el que cada evento caliente tiene una huella humana detectable, pero estamos acercándonos", alerta Diffenbaugh.
Para los eventos más secos y húmedos, los autores encontraron que la influencia humana en la atmósfera ha aumentado las probabilidades en aproximadamente la mitad del área de la que se tiene observaciones fiables. "La precipitación es inherentemente más ruidosa que la temperatura, por lo que esperamos que la señal sea menos clara --detalla Diffenbaugh--. Una de las señales más claras que vemos es un aumento en las probabilidades de eventos extremos secos en los trópicos, donde también se observa el mayor incremento en las probabilidades de eventos calientes prolongados, una combinación que plantea riesgos reales para las comunidades vulnerables y los ecosistemas".
El equipo de investigación de Stanford ha estado desarrollando su marco de eventos extremos en los últimos años, centrándose en eventos individuales como la sequía de los años 2012 a 2017 en California y las inundaciones catastróficas en el norte de India en junio de 2013. Un objetivo importante del nuevo trabajor era probar la capacidad de su marco para evaluar eventos en múltiples regiones del mundo y para extenderse más allá de la temperatura extrema y la precipitación, donde se ha puesto el énfasis en la mayoría de los estudios sobre atribución de eventos.
La evidencia del Ártico
Un caso de prueba de alto perfil fue el hielo marino del Ártico, que ha disminuido alrededor del 40% durante la temporada de verano durante las últimas tres décadas. Cuando el equipo aplicó su marco a la plataforma de hielo bajo del Ártico observada en septiembre de 2012, encontraron una evidencia estadística abrumadora de que el calentamiento global contribuyó a la severidad y probabilidad de las mediciones de hielo marino de 2012. "La tendencia en el Ártico ha sido muy pronunciada y nuestros resultados demuestran que habría sido extremadamente improbable alcanzar la extensión récord del hielo marino sin el calentamiento global", afirma Diffenbaugh.
Otra ventaja de un enfoque multifacético, según comenta el equipo, es que puede usarse para estudiar no sólo las condiciones meteorológicas en la superficie, sino también los "ingredientes" meteorológicos que contribuyen a eventos raros. "Por ejemplo, encontramos que el patrón de presión atmosférica que ocurrió sobre Rusia durante el calor de 2010 fue más probable en las últimas décadas, y que el calentamiento global ha contribuido a esas probabilidades", señala el coautor Daniel Horton, profesor asistente en la Universidad Northwestern de Evanston, Illinois, y exinvestigador en el laboratorio de Diffenbaugh.
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