Para definir lo que está ocurriendo en la política y lo que piensa el venezolano de su porvenir electoral y político, como siempre hay que hacer un recorrido por todo aquello que modela su pensamiento actual.
Senegal, Venezuela y Myanmar. En ese orden nos coloca el Fondo Monetario Internacional (FMI) por el tamaño de nuestra economía. Oficialmente, un venezolano es diez veces más pobre que un habitante de Extremadura. Los habitantes de Costa de Marfil son mil euros más productivos per cápita que el venezolano. En calidad de vida, apenas nos separan 500 euros de Ruanda. Parece un mal chiste pero no lo es.
En diciembre el país se convirtió en la economía más pobre del continente americano y una de las 30 más pobres del planeta. Las Naciones Unidas revelan que nuestros indicadores de desarrollo han vuelto a los años 70 de Latinoamérica, la escolaridad esperada ha descendido y somos la única nación del planeta que perdió un par de años en esperanza de vida. La única nación del planeta en la que todo esto ha sucedido.
En Venezuela ya no se habla de pobreza. Es decir, reducidos al 12% de lo que un día fuimos no tiene sentido hablar de pobreza. La FAO, que tres años antes otorgaba dudosos premios a Venezuela, hoy advierte que somos la cuarta emergencia alimentaria del mundo. Por lo tanto, ya no se trata de "necesidades básicas insatisfechas", ni de pobreza por ingresos; se trata de un 60% de la población que apenas come y diez millones de habitantes que están en emergencia alimentaria.
Vuelve a parecer un mal chiste cuando la FAO muestra en su informe 2020 que se come mejor en Somalia y Ruanda, que en Venezuela. Y eso repito no es un chiste, es un drama.
Promesas surrealistas en un país hambriento
Pero henos aquí que lo único que los grupos políticos se disputan es una elección y una consulta. El régimen y una parte pequeña de la oposición plantean en los medios de comunicación masiva la elección obligatoria a la Asamblea Nacional como si vivieran en otro país.
Los anuncios de los partidos son capaces de helar la sangre al más inconmovible. Una parte de esa oposición ofrece planes para que todos los jóvenes tengan "su primer empleo, su primera casa y su primer coche" en un país con diez millones de venezolanos pasando hambre, según la FAO.
Todo el dinero que tienen los venezolanos en los bancos no daría para pagar a los bomberos en la Comunidad de Madrid
Otra parte habla de dolarizar los salarios cuando el presupuesto de la República es la mitad que el de la Comunidad de Extremadura. Todo el dinero que tienen los venezolanos en los bancos no darían para pagar a los bomberos de la Comunidad de Madrid.
El escenario de números de estas elecciones a la Asamblea es complicado. No hay manera que el régimen logre más de los seis millones de votos que llevó a las urnas en el pasado, o que la oposición desmovilizada, si acudiera, saque más de los cuatro que usualmente les atribuyen las autoridades con el control electoral.
A esta elección acudirán los empleados públicos y algunos opositores como ocurrió con la Asamblea Constituyente y se espera que la asistencia anunciada sea de unos siete millones de almas, simplemente porque la política es lo que menos importa. El dólar en el bolsillo tiene los rostros de presidentes estadounidenses y rebuscarse el día para comer es el principal trabajo. Pero nada está escrito en una Venezuela que mañana puede decir que rompió el récord de asistencia en las urnas.
Este todo caso, este evento ocurre mientras unos sueñan con una Venezuela al estilo ruso de la posguerra fría con oligarcas por doquier y grandes yates, si bien el resultado será la unificación de las asambleas chavistas, donde ocuparán como mínimo más de las dos terceras partes. Aceptarán a una oposición que no llegó allí por los votos de la oposición y se podrían llevar todos una sorpresa. Aunque hay un enorme anhelo de cambio en las bases para una apertura económica, aún no se puede observar la existencia de un Gorbachov o de un Yeltsin y mucho menos un Putin que sea escogido por miles de medianos intereses para ordenarlo.
De hecho, lo único que está redactado desde hace mucho es la Constitución socialista que terminará de imponer el sueño de convertir a la otrora poderosa Venezuela en una Cuba somalizada porque los que llegan al poder son quienes han expulsado ya a toda forma de disidencia interna del chavismo y todo dependerá que los puristas quieran o no dar el zarpazo final que tanto anhelaban.
Biden y la comunidad internacional
Dependerá mucho del presidente electo de EEUU, Jo Biden, y de la comunidad internacional. Si Biden le da un respiro a Cuba sin pedir los mínimos, volverán los turistas, las remesas y las inversiones. El régimen venezolano, en vez de aplicar la apertura, pudiera verse tentado a no escuchar el grito desesperado de sus bases y seguir ese camino pretendiendo convertir a Venezuela en un parásito más del capitalismo, que es la nueva concepción del socialismo tercermundista. Vivir de las remesas de los expulsados que trabajan en el capitalismo, captar el turismo ultrabarato de los trabajadores capitalistas e inversiones para que los capitalistas exploten al trabajador ultraeconómico, mientras permite alguna forma de comercio importador.
Si el chavismo ha llegado ya al punto de apertura por aclamación, y los rusos y chinos ayudan, esa Asamblea se convertirá en referente por mucho tiempo
Pero aquí surge un segundo escenario hipotético y no del todo imposible. Si el chavismo ha llegado ya al punto de apertura por aclamación, y los rusos y chinos ayudan en la transición del modelo, esa Asamblea y ese modelo se convertirán en el referente por mucho tiempo. Es decir, en el supuesto de que este escenario ocurriera, todos los países y todos los gobiernos optarán por ayudar en la transición del modelo y también por aclamación apoyaran al régimen y pasarían décadas antes de que surgiera una oposición en el seno de ese modelo. Repito que este escenario es hipotético, es posible, pero aún no se ve un grupo humano que lo lleve a cabo.
Fin de mandato el 5 de enero
El otro escenario es el de la parte mayoritaria de oposición venezolana que plantea un referendo consultivo. Esta parte de la oposición tiene un problema y no es otro que el fin de su mandato previsto en la Constitución para el 5 de enero de 2021, es decir, dentro de un mes exacto los diputados dejarán constitucionalmente de serlo.
Esta parte importante de la oposición plantea tres preguntas en la consulta que sugieren un mandato directo, el rechazo al régimen y a sus elecciones a las que llama "evento" solicitando a la comunidad internacional que las desconozca y que la oposición convoque a nuevas elecciones.
La tercera pregunta es una orden literal. Los que asistamos a la consulta ordenaremos "adelantar las gestiones" para acudir a la comunidad internacional con tres fines: "Rescatar la democracia, atender la crisis humanitaria y proteger al pueblo de los crímenes de lesa humanidad".
Desde 1999 la Constitución es letra muerta para todos... por lo tanto de poco sirve usar un referendo consultivo para crear alternativas de gobierno
Con relación a la consulta, en Venezuela desde 1999 la Constitución es letra muerta para todos y nada importa porque cada quien vive inventando sus propias normas. Por lo tanto de poco sirve usar un referendo consultivo para crear alternativas de gobierno, ya que siempre se va a conseguir a un constitucionalista que exponga que la Constitución de 1961 pudiera ser derogada por un poder ultraterrestre suprayacente, o que se puede convocar a los diputados de la Constitución del 61 a gobernar tras el golpe de estado del 2002, o que se puede prolongar un mandato constitucional.
He intentado explicar públicamente que para la comunidad internacional la cosa será diferente y el primer escollo está basado en las propias preguntas que primero ordenan convocar a una nueva elección presidencial y legislativa que internacionalmente significa de inmediato. Es decir "desconocemos al régimen", "desconocemos ese evento", pero ordenamos que se lleve a cabo una elección pues el país no puede estar acéfalo, en los términos que exigen todas las Constituciones del planeta. Entramos entonces en un debate donde todo queda al margen de la letra y del espíritu del legislador, un universo paralelo que va a chocar lógicamente con el derecho internacional.
Hablamos de un segundo escollo a nivel internacional únicamente en lo relativo a las preguntas: ¿a quién ordenamos adelantar las gestiones? Porque no lo explica, es decir ¿a qué personalidad jurídica le estamos dando ese mandato? Por poner un ejemplo: nosotros el pueblo de Venezuela, en uso de nuestras atribuciones constitucionales, otorgamos el mandato a la Comisión de Juristas para que nos representen en el Tribunal Penal de Ruanda, no es lo mismo que dejar abierto un mandato para que cualquiera nos represente y la comunidad internacional así lo podría reclamar y con justicia, haciendo de la consulta letra muerta.
Límites del mandato
El segundo reclamo que con justicia podrían hacernos consiste en saber cuáles son los límites de ese mandato. Porque adelantar las gestiones es precisamente eso; no significa demasiado para la comunidad internacional y mucho menos si no hay alguien a quien le diéramos el mandato. Es decir, ¿puede ir usted a reclamar al Banco de Inglaterra los lingotes de oro para pagar la vacuna del COVID? ¿Ese mandato que solo parte de una consulta permite manejar fondos de la República? Evidentemente no dirán todos los tribunales del planeta.
El problema lógico y que se deriva de las preguntas es que se elimina el gobierno interino para crear una política de responsabilidad limitada al mandato; es decir, a quién le demos el mandato solo puede adelantar gestiones específicas en el Tribunal Penal Internacional, o los tribunales de algún país; gestionar ayuda humanitaria limitada; y pedirle a la comunidad que ayude a rescatar la democracia. Porque es, en el hipotético caso de que algún país lo acepte, un mandato limitado a esos tres puntos.
Hablaba yo, antes de preferir el silencio de que nadie protegerá a partir del fin de la consulta los fondos de la República, ni hay mandato para proteger los bienes como Citgo o las empresas, ni mandato para evitar contratos por parte de las otras Venezuelas, ni que los abogados representen a Venezuela en los tribunales hasta los resultados de la nueva elección.
En fin que cualquier país, institución, o cualquier oposición del país, pueden invocar la Constitución de Venezuela y el propio mandato para explicar que no hay autorización para dirigir las relaciones exteriores de la República y celebrar y ratificar los tratados, convenios o acuerdos internacionales o en su defecto evitar que otros lo hagan. Ni para celebrar contratos ni evitar que se celebren, ni formular planes ni políticas; ni para dirigir la ejecución de alguna acción de gobierno, ni para que los embajadores reconocidos puedan permanecer en el cargo, porque el mandato no lo exige.
Incluso si alguna institución permitiera la presencia de un embajador de esa política de responsabilidad limitada, los detractores que no son pocos podrían explicar que solo tiene mandato limitado, que no ha convocado a unas elecciones y que su voz en realidad solo tiene mandato para ayuda humanitaria y crímenes de lesa humanidad. Pero esas son mis razones y es válido que el resto de los constitucionalistas expliquen que esa es la mejor vía.
El problema que siempre tuve con el modelo escogido no era solo la limitación, sino que la comunidad internacional lo validara y precisamente porque el apoyo de esa comunidad fue siempre muy sui generis. La mayoría de esos países que nos apoyaron reconocieron en realidad a un gobierno en disputa y por ende reconocieron a los dos gobiernos, habían con contadas excepciones dos embajadores en cada país y secretamente se reunían con el régimen reconociendo que es quien tiene el poder. Habíanmejores vías que permitieran seguir sobre la ola de esta dualidad porque el 5 de enero el mundo se encontrará con un régimen que tiene todo el poder y controla todas las instituciones y un mandato limitado basado en una consulta.
Como decíamos ayer la clave no solo estaba en las preguntas, sino en la validación de la consulta en la que se debió involucrar a las cincuenta y seis naciones para ser validados los anuncios, porque lo que importa es exactamente eso, validarlos en esas naciones.
El 5 de enero la ministra española de Exteriores se encontrará con un vicepresidente Iglesias que le dirá que el poder lo tiene el régimen y que la oposición no logró sus objetivos, a pesar del reconocimiento
De ese modo, el 5 de enero la ministra española de Exteriores se encontrará con un vicepresidente Pablo Iglesias que le dirá no solo que el poder lo tiene el régimen, que no se puede desconocer que hay diez millones de votantes del otro lado, que si la oposición, a pesar de gozar de todo el reconocimiento, la legitimidad y el apoyo de Trump, no logró sus objetivos, ¿lo podrá hacer con una consulta en la que no se observa a un responsable del otro lado por ninguna parte para llevar acción de gobierno?
Y eso también se escuchará en Portugal y en Italia, mientras que la poderosa cancillería alemana, que solo reconoció al "presidente de la Asamblea", lo tendrá difícil a partir del 5 de enero en sus relaciones con América y con México, Argentina, Bolivia y otros más.
Como escribí antes mi propuesta era otra, pero en la oposición vivimos en democracia e iré a la consulta a poner mi firma como he ido a todas las de la oposición con la esperanza de que sus planificadores tengan la razón y yo ruego a Dios no tenerla. En fin, el 5 de enero, amanecerá y veremos.
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