Este año de la peste los políticos han tenido que celebrar o soportar el aniversario de la Constitución al aire libre, como una clase de gimnasia en diciembre. Ante los leones del Congreso, que eran como recios jugadores de rugby agarrando su bola en el frío, Sánchez y su gobierno parecían una clase pasándose el balón medicinal en fila. Que aquella puerta apenas se use tiene su razón, y es que la simbología de esas columnas jupiterinas, de ese umbral de Templo de Salomón y de esos leones que guardan la democracia como un tesoro de dragón es demasiado abrumadora. Sánchez parecía un falso romano del Coliseo e Iglesias creo que miraba de reojo por si un león se le echaba encima como una gárgola viviente o un animal mágico y protector de tumba egipcia. Ni siquiera hacía falta pensar en lo que Sánchez y sus socios están haciendo. Quiero decir que ya era una profanación eso de estar allí en esa escalinata como ejercitándose con el hula hoop.
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