El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha dado el pistoletazo de salida al debate parlamentario de totalidad del proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2017 haciendo frente a una oleada de vetos a las cuentas, pero con la aspiración de alcanzar un empate técnico de votos que permita dar el paso al debate de enmiendas parciales.
Y para poder cuadrar la aritmética parlamentaria, Montoro ha desplegado un discurso en el que ha negado que el objetivo del Gobierno sea "ganar", puesto que la falta de mayorías claras lo que requiere ahora son acuerdos y, por tanto, "convencer".
En todo caso, ha dicho, la tarea del Gobierno es sumar apoyos al mantenimiento de las actuales políticas económicas para preservar la creación de empleo.
Sin embargo, tras unos minutos de oferta integradora, Montoro ha pasado acto seguido a las criticas. Ha espetado que aquellos que se oponen a las cuentas esgrimen argumentos "políticos", que nada tienen que ver con el contenido de los Presupuestos.
El debate de las cuentas políticas
De ese modo, ha colocado a los grupos que han presentado vetos en un frente de desestabilización del Gobierno y, ante ellos, ha dicho que lo que hay en juego no es su mandato, sino en todo caso la necesaria certidumbre que España debe dar ante el mundo y el camino de salida de la crisis.
"El Gobierno no se la juega con estos Presupuestos. Tiene que ver con el prestigio del país y una imagen de estabilidad. España tiene que sacudirse cualquier sospecha de incertidumbre", ha resumido.
También se ha quejado de la falta de voluntad negociadora de algunos de los grupos parlamentarios. "Hemos negociado con quien se ha dejado negociar, otra cosa es hablar", ha dicho antes de agradecer, sin embargo, el apoyo de Ciudadanos, PNV, UPN, CC y Foro a las cuentas.
En este capítulo de agradecimientos, Montoro ha entonado el mea culpa al hablar del cupo vasco, del que ha dicho que el Gobierno "tenía la obligación" de renovarlo desde hace muchos años.
No a otra borrachera de gasto
Montoro también ha querido aligerar el peso de las cuentas públicas de 2017 sobre los hombros del Gobierno asegurando que se trata de unos Presupuestos de "transición" a los Presupuestos de 2018, con una vida útil de unos seis meses --puesto que se aprobarían a mediados de año--.
Sin embargo, Montoro ha plantado otra vez cara a sus destractores, esta vez a los grupos parlamentarios nacionalistas que, según ha dicho, se quejan de que los Presupuestos de 2017 "maltratan" a sus territorios. El ministro ha defendido que el Presupuesto invierte dando prioridad al gasto social, no a "puentes, plazas o jardines". En este sentido, se ha preguntado: "¿Quién puede decir que ese componente social le maltrata?".
Dicho esto, ha recordado que "los ingresos son los que son" y que "ante la opción de gastar más, está la posibilidad de gastar mejor".
A continuación, Montoro ha sostenido que el Gobierno quiere alcanzar acuerdos y consensuar reformas "sin bandazos en las política que hagan perder el norte", en referencia, sobre todo, a la recuperación del empleo: "No son cifras, son cientos de miles de personas", ha apelado.
A Montoro le salen las cuentas
Por último, el ministro de Hacienda ha remachado esta primera intervención en el debate presupuestario afirmando que el Presupuesto puesto sobre la mesa "ni es el séptimo cielo ni traerá las siete plagas". "Ni llevarán a la cima ni devolverán a España al abismo", ha dicho, para llamar otra vez al acuerdo.
Antes de que mañana tenga lugar la votación de las enmiendas a la totalidad a los Presupuestos, Montoro ha mostrado su confianza en que no prosperen aplicando la lógica de que en el pasado mes diciembre una mayoría votó a favor del techo de gasto.
"Quiero apelar a esa mayoría, porque no es responsable ocuparse de los intereses de los grupos parlamentarios, sino dar prioridad a los objetivos comunes. Yo entiendo los condicionamientos políticos, pero no podemos confundir las diferencias con antagonismos. Por eso, la negociación tiene que continuar", ha sentenciado.
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