A la nueva CaixaBank, que nacerá tras la integración del negocio de Bankia, le queda muy poco para ser una realidad. Ambas entidades están a tan solo tres pasos de ser una sola, una vez que sus respectivos accionistas han dado su visto bueno a la integración, por lo que dentro de un año por estas fechas, si todo va bien, la marca de Bankia será tan solo un recuerdo.
Tanto los consejos de administración como las juntas de accionistas de ambos bancos han dado ya su aprobación, pero este visto bueno es tan solo el principio. La fusión entre CaixaBank y Bankia aún debe dar una serie de pasos vitales en toda integración en los que el equipo está ya trabajando con el objetivo de dejar la operación cerrada a finales de 2021.
Autorizaciones
El primer paso que tiene que dar la operación en 2021 será la recepción de las autorizaciones correspondientes. La nueva CaixaBank debe obtener el visto bueno de los supervisores (Ministerio de Asuntos Económicos, Banco Central Europeo (BCE)…), sobre el que cabe poca duda, habida cuenta de que la fusión ha sido promovida por la vicepresidenta Nadia Calviño junto con Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa, el máximo accionista de CaixaBank.
Sin embargo, la aprobación que más preocupa es la procedente de la Comisión de los Mercados y la Competencia (CNMC). Desde el inicio de las negociaciones ha sido objeto de debate el impacto que tendrá sobre la competencia la unión de ambas entidades, que sumarán 665.470 millones de euros en activos (datos al cierre del tercer trimestre), lo que supone el mayor volumen del país. La nueva CaixaBank será la primera entidad a nivel nacional, por delante de Santander y de BBVA.
De hecho, el nuevo banco tendrá una cuota de mercado cercana al 30%. En créditos y depósitos será del 25% y el 24%, respectivamente, si bien en algunas comunidades dominará la mitad del mercado, de acuerdo con los cálculos de UBS, razón por la cual es vital la opinión de la autoridad de Competencia. La nueva entidad tendrá, con cifras a día de hoy, más de 20 millones de clientes, en torno a la mitad de la población de todo el país.
Desaparición de Bankia
Una vez obtenidas estas autorizaciones, la nueva CaixaBank deberá acometer la integración legal, que será el paso definitivo para su nacimiento y la desaparición de la marca Bankia.
En cuanto esté firmada, Bankia dejará de tener independencia jurídica y todo su negocio se englobará dentro de CaixaBank. Este momento será el comienzo de la actualización de todos los elementos propiedad de la entidad, que deberán llevar el nombre de CaixaBank. Así, se procederá a cambiar el nombre de todas las sucursales y a unificar cada detalle del trabajo diario de los bancos, desde el membrete de un sobre hasta el cartel gigante de una sede.
Se trata de un proceso largo que no se produce de un día para otro. Como precedente reciente existe la integración de Popular en Santander, durante la cual las sucursales del banco absorbido tuvieron temporalmente un cartel que recogía los nombres de las dos sucursales.
Una sola plataforma
Como es imposible hacer el cambio de un banco a otro en un solo día, cada uno de los dos bancos continuará operando con su plataforma tecnológica hasta que se produzca la migración de los clientes de Bankia a la de CaixaBank.
Los equipos de ambas entidades trabajan ya en ello, a pesar de que la integración tecnológica no estará culminada hasta el último trimestre del próximo año. Le dedican tanto tiempo porque se trata de un proceso extremadamente sensible que debe hacerse con sumo cuidado. Como peligroso precedente está la integración de TSB en la plataforma de Sabadell, que salió mal y se convirtió en el origen de sus problemas. Costó a la entidad en torno a 460 millones.
Aún no está definido cómo se realizará esta integración tecnológica, pero lo lógico es que se haga por fases. En el caso de la integración de Popular en Santander, se efectuó por zonas territoriales en diferentes fines de semana para no perturbar la actividad diaria de los clientes.
Decisiones clave
Mientras ambas entidades van dando estos pasos, sus equipos gestores han tomado ya varias decisiones clave, como la relativa a las personas en las que recaerá el poder ejecutivo de la nueva entidad.
El consejo de administración ha sido ya elegido, al igual que los dos primeros espadas del banco, que serán Gonzalo Gortázar como consejero delegado, manteniendo su puesto actual, y José Ignacio Goirigolzarri como presidente del gigante bancario. El todavía presidente de Bankia no tendrá la condición de ejecutivo en la nueva CaixaBank, cumpliendo así con las recomendaciones del BCE, al que no gustan los presidentes ejecutivos.
Por el camino se quedará Jordi Gual, actual presidente no ejecutivo de CaixaBank, que saldrá de la entidad. Mejor suerte correrá José Sevilla, consejero delegado de Bankia, que tendrá un puesto relevante en el nuevo banco, aunque por el momento no se sabe cuál. Sevilla será, además, determinante en la gestión de la transición, como han repetido en varias ocasiones desde Bankia.
En cuanto al consejo de administración, ya están decididos sus quince miembros, de los que cuatro procederán de Bankia y nueve de CaixaBank, a los que se sumará un representante de BFA y otro del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), es decir, del Estado, que será Teresa Santero, actual consejera del ICO.
La nueva entidad operará desde tres sedes distintas. La social estará en Valencia, algo sobre lo que no existió ninguna duda desde el primer momento, pues es en la actualidad el domicilio fiscal de Bankia y de CaixaBank. Sin embargo, los trabajadores del nuevo banco se encontrarán en su mayoría repartidos entre Barcelona y Madrid, donde estarán las sedes operativas.
Así, los primeros ejecutivos de la entidad deberán contar con despachos en todas las sedes y viajar de un lugar a otro constantemente, algo a lo que tanto Gortázar como Goirigolzarri ya están acostumbrados.
El canje definitivo de la operación se fijó antes de la aprobación de la misma por parte de los respectivos consejos de administración. Consistirá en la entrega de 0,6845 acciones ordinarias de CaixaBank por cada una de Bankia, lo que implica una prima del 20% respecto a la cotización de cierre de la sesión del 3 de septiembre, día anterior a que ambos bancos confirmaran sus negociaciones a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
En el aire quedan aún algunas cuestiones muy importantes. Entre ellas, cómo se organizará la nueva plantilla, quiénes ocuparán los puestos directivos más relevantes y cuál será el perímetro definitivo de la nueva entidad, tanto en número de oficinas como de empleados. Para desentrañarlas habrá que esperar, al menos, al primer trimestre del año que viene.
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