La Puerta de Alcalá era como un mamut en la nieve y los poetas de rotonda eran como icebergs de la civilización. La nieve no ha sepultado Madrid, sino que lo mejor de la ciudad y de la gente todavía se veía, flotando como muebles señoriales o como ángeles de corcho. A quien no se ha visto es a Sánchez, que se diría que tiene la altura y la flotabilidad de una maceta de hormigón. Sánchez ya había desaparecido en la nieve de viruta de la Navidad, así que imaginen en este nevadón real e histórico que ha hecho derrapar a los palacios y a los hotelazos y ha congelado el mar de asfalto de Madrid, con todas sus olas neoclásicas, como si fuera una pila bautismal.
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