Nueve días estuvo Salvador Illa libre de coronavirus. El catalán sustituyó a María Luisa Carcedo al frente del Ministerio de Sanidad el 13 de enero de 2020 y el 22 habló por primera vez del brote originado en China: "Estamos preparados para actuar ante cualquier eventualidad", afirmó en la comparecencia de aquel día en el aniversario del servicio de Salud Exterior.
En diciembre, el ministro confesaría en Salvados que cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le propuso la cartera de Sanidad, le vendió que "tenía una carga de trabajo menor que otros ministerios, dejándome cierto espacio para hacer política en Cataluña”. Pero ese espacio lo ocupó y sobrepasó el coronavirus, que dio al Ministerio de Sanidad más poder del que nunca había tenido gracias al mando único y que le mantendría más de 100 días sin ver a su familia en Barcelona.
Salvador Illa, que cambia este martes el ministerio por la campaña electoral como candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, deja tras de sí la gestión sanitaria de la mayor pandemia que ha azotado a España en al menos un siglo. Durante su mandato ha comparecido en unas 60 ocasiones, lo que equivale a algo más de una a la semana, aunque ha dejado la cara más visible del análisis de la epidemia al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.
14 de marzo, mando único
El ministro de Sanidad pasó de acceder a una cartera con gran parte de las competencias traspasadas a ocupar, junto al presidente del Gobierno y los titulares de Interior, Defensa y Transportes, uno de los cinco puestos directivos del Gobierno destinados a velar por el cumplimiento del Estado de Alarma que rigió en España durante más de tres meses y lo peor de la pandemia.
Salvador Illa asumió las competencias de las 17 comunidades autónomas tras 18 años de descentralización sanitaria total (en algunas CCAA había empezado antes). Bajo su responsabilidad quedaba el personal sanitario civil y militar de hospitales públicos y privados, la posibilidad de requisar bienes públicos y privados, la responsabilidad de asegurar el abastecimiento de productos saniarios o la opción de intervenir compañías farmacéuticas o de otros productos sanitarios.
Algunas de esas funciones fueron especialmente criticadas como las compras de material, en ocasiones fallidas, tras las que tuvo que reconocer sus errores. "El mercado está loco", alegó el ministro en varias ocasiones. Desde distintas regiones se denunció el supuesto bloqueo de material en aduanas y fuentes regionales afirmaron a El Independiente que en aquellos días el Ministerio de Sanidad "estaba completamente desbordado" y calificaron su gestión de "negligente".
Otra de las grandes dificultades del Ministerio de Illa fue la de recopilar datos homogéneos de la evolución de la pandemia, que provocó caos en las cifras y que, pese a anunciar que lo haría, Illa ocultara durante más de dos meses los datos de fallecidos en residencias.
Mayo, el inicio de la cogobernanza
El primer Estado de Alarma de la pandemia terminó el 21 de junio tras el proceso de desescalada. El proceso había arrancado ya a principios de mayo con el inicio de la llamada cogobernanza o gobernanza conjunta entre Sanidad y las comunidades autónomas. "Ambas instituciones actuarán en permanente diálogo bajo los principios de cooperación y colaboración".
En aquel momento comenzó el paso de fases en las comunidades autónomas hacia la "nueva normalidad" que suscitó ya las primeras disputas por desacuerdos en las condiciones para ir levantando restricciones. Desde aquel momento, la crispación política se ha mantenido constante, especialmente entre el Ministerio de Sanidad y Madrid aunque no únicamente.
Otra de las polémicas que han rodeado a Illa y su gabinete ha sido la de los miembros del comité de expertos de la desescalada. Durante meses, Illa y Simón se negaron a revelar los nombres que finalmente el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno exigió al departamento de Illa, que los terminó comunicando en diciembre.
En los últimos meses, las tiranteces han pivotado en torno a cuáles serán las medidas más adecuadas para controlar el virus. Aunque el 25 de octubre el Consejo Interterritorial de Salud y las comunidades autónomas acordaran un marco de respuestas coordinadas frente al coronavirus, las respuestas han sido muy dispares entre regiones bajo incidencias similares y en las últimas semanas se ha producido una situación por la que Illa ha ganado el reproche de la gran mayoría de las comunidades autónomas, independientemente de su color político. Prácticamente todas han solicitado a Sanidad el adelanto del toque de queda y se han topado con la negativa del ministro que, pese a la petición casi unánime, ha reiterado la negativa y aseguró el pasado miércoles que el Ministerio "lo estudiaría". Ya será otro u otra ministra el que dé la respuesta.
Aunque en su discurso en la toma de posesión como ministro Illa afirmó llegar para "escuchar y resolver", la realidad impuso que otros temas desaparecieran de la agenda en pandemia, como el esperado plan de prevención del suicidio. Otros sin embargo han conseguido sortear la pandemia y Salvador Illa quedará como el ministro bajo el que se aprobó finalmente en España la Ley de Eutanasia, que había pasado sin éxito por el Congreso en más de una decena de ocasiones.
El ministro Illa deja el cargo este martes para volver al escenario político de Cataluña como la gran baza del partido socialista en las elecciones del 14F. Quién le sustituirá este mismo martes en plena tercera ola de la pandemia, más allá de las especulaciones que apuntan a la actual ministra de Política Territorial, Carolina Darias, es hasta el momento una incógnita.
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