"Es difícil asumir que, en una democracia supuestamente plena como la española, un partido que está en el Gobierno haya decidido crear un órgano de propaganda para atacar a los periodistas que publican informaciones críticas o incómodas". Así es como José María Olmo, jefe de Investigación en el diario El Confidencial, reacciona ante lo que la propia Asociación de Prensa de Madrid (APM) califica como "ataques" y "críticas ofensivas" contra varios periodistas desde "páginas web que se autodenominan medios de información sin respetar las reglas básicas del periodismo".
"La Última Hora! no es un medio de comunicación, es una web creada para difamar a los críticos de Podemos y sin firma, algo muy relevante y que no practica la más mínima diligencia informativa", señala Esteban Urreiztieta, subdirector de El Mundo y uno de los principales acusados por el digital de confabular con el ex comisario Villarejo para expandir sus bulos. "Pablo Iglesias ha llegado a pedir mi imputación en la Audiencia Nacional basándose en una información de marzo de 2016 que ni siquiera escribí yo y que ni pude haberla escrito porque no trabajaba en El Mundo en esa fecha", añade el periodista.
Urreiztieta asegura que Podemos ha resucitado unos informes de hace seis años que rastreaban los teléfonos de los periodistas para averiguar quién les había facilitado una grabación del caso del Pequeño Nicolás. Pese a que una jueza rechazó estos documentos, los morados los "tergiversaron" para acusarles de que se confabulaban con la Policía para crear pruebas falsas de Podemos. "Esto es absolutamente falso. Ni tan siquiera dicen a qué informaciones falsas se refieren y nunca nos han interpuesto ninguna demanda, ni pedido ninguna rectificación", defiende.
"Si tienen algún problema lo que deben hacer es acudir a los tribunales e interponer una querella o lo que ellos consideren, y ahí nos veremos y defenderemos la veracidad de nuestras informaciones", zanja el periodista de El Mundo.
"Lo que le molesta a Podemos no es que se publiquen mentiras, sino que los ciudadanos tengan acceso a informaciones rigurosamente ciertas", apunta Olmo a El Independiente. "El periodismo no es infalible, claro que se equivoca y debe estar expuesto a la crítica y la Justicia. Pero, en general, Podemos no refuta las informaciones o los datos. Lo que hace su dirección es difundir noticias falsas o manipuladas sobre periodistas críticos para cuestionar su profesionalidad y tratar de silenciarlos", añade.
Silencio "cómplice" del PSOE
Este lunes y a raíz del revuelo creado, Ciudadanos ha registrado en el Congreso una proposición no de ley (PNL) en la que se insta al Gobierno a condenar la "cacería de periodistas y medios de comunicación" que miembros del propio Ejecutivo y diputados de Podemos han realizado "contra la libertad de prensa". El líder del PP, Pablo Casado, ha avanzado además que llevará a la Unión Europea (UE) los "ataques a libertad de información".
Y es que, mientras que la APM ha condenado los hechos, algunos componentes de Podemos y el diario que dirige Dina Bousselham han cargado contra la "coordinación sin precedentes de la prensa conservadora" para hacer "campaña" contra el digital y el partido de Iglesias. El Gobierno, por su parte, sigue en silencio y sin posicionarse sobre la polémica.
"Sin lugar a dudas debería pronunciarse", opina el subdirector de El Mundo. "El PSOE está siendo cómplice de esta campaña de difamación con su silencio al no salir además a reprobar esta campaña contra la prensa con argumentos falsos". "Es delirante, pero es un hecho muy grave. No dejaría de ser una anécdota si esta estrategia no estuviera impulsada por un partido del Gobierno y con el beneplácito del partido socialista", critica.
Para el responsable de investigación de El Confidencial, los ataques a los periodistas se podrían esperar en un régimen totalitario como el franquista. Pero no desde un partido que "prometió generar la vida pública" y que se define como "progresista".
"La libertad de prensa y el derecho de los ciudadanos a informarse son pilares básicos de cualquier país avanzado", subraya Olmo. "La verdadera misión de los medios es controlar al poder. El resto es divulgación u ocio. Y un poder que no da explicaciones, que no se somete al escrutinio de los medios o que hace todo lo posible por aniquilarlos, es un poder que pretende ser absoluto, sin contrapesos, que se considera infalible. Esa posición nos manda de vuelta al siglo XVIII o a algunos experimentos políticos no tan lejanos que están en las antípodas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esa es la línea roja que el partido de Gobierno traspasa continuamente", sentencia.
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