Se diría que a algunos les sorprende que se suban a los coches exactamente como se subieron antes y que arrojen vallas exactamente como las arrojaron antes. El nacionalismo siempre está sorprendiendo a nuestros políticos moralistas o a nuestros moralistas de la política, y eso que no deja de repetirse, que todas sus batallas parecen reproducir las mismas fotos en mármol o en vivo, como escenas de Iwo Jima. Coches pisoteados como leyes, leyes apedreadas como coches; el discrepante acosado, marcado, agredido, expulsado de la ciudadanía, de la democracia; la democracia misma que empieza a entenderse y a predicarse sólo como coacción de las multitudes... El nacionalismo es consustancialmente violento, como un niño frustrado, pero esta violencia que además se repite como invariable coreografía no puede sorprender más que a los hipócritas.
Te puede interesar
-
El independentismo no sabe qué hacer con su "mayoría del 52%"
-
La Junta Electoral obliga al Parlament a retirar el acta al diputado de la CUP Pau Juvillà
-
El PDeCat busca alianzas más allá del secesionismo para frenar la OPA de JxCat
-
Encuestas: las elecciones en Cataluña reforzarían al PSC y al PP y harían desaparecer a Ciudadanos
Lo más visto
- 1 Lech Wałęsa: "Rusia atacará nuevamente a sus vecinos"
- 2 Sáhara español: Últimos días en El Aaiún
- 3 A la caza de los soldados israelíes de Gaza
- 4 Un año de la amenaza inútil de Pedro Sánchez
- 5 El fiscal del Supremo Viada: "García Ortiz está utilizando la institución para defenderse y proteger otros intereses"
- 6 Clothoff: la IA que miles de españoles usan para desnudar mujeres
- 7 ¿Cuánto tarda Hacienda en devolver la declaración de la renta?
- 8 ¿Tele-Pedro? RTVE endurece su línea editorial
- 9 La 'patria vasca', la olvidada promesa que invistió a Sánchez