El Ministerio de Consumo trabaja para aprobar antes de final de este año el sistema de etiquetado de alimentos Nutriscore, un semáforo de colores que puntúa los productos entre la A y la D, de más a menos saludable.
Un sistema que ha encontrado el rechazo desde muchos sectores, desde científicos a industriales, y a estos últimos ha acusado hoy el Ministerio que dirige Alberto Garzón de obstaculizar su aceptación: "Hay una campaña brutal contra Nutriscore de grandes empresas, al margen de las deficiencias del sistema, porque no quieren que se aporte información clara y simplificada sobre sus productos".
Desde el Ministerio han hablado de "campaña beligerante" de grandes empresas y también de algunos nutricionistas, aunque en este sentido han indicado que "hay que escucharles a todos, aunque nuestra referencia son los estudios científicos". Desde el Ministerio referencian un estudio de 2019 que asegura que el impacto de este tipo de etiquetado puede prevenir hasta un 3,4% de las enfermedades crónicas no transmisibles.
El sistema, anunciado ya en 2018 y que algunas empresas han ido adoptando de manera voluntaria, funciona mediante un algoritmo que pondera los diferentes componentes nutricionales del producto. Se valoran las calorías, azúcares, sodio y grasas saturadas que tienen los alimentos por 100 gramos o mililitros y, del lado positivo, las proteínas, fibras y porcentaje de frutas, verduras, leguminosas y frutos secos.
Aunque el sistema es voluntario y algunas empresas lo han ido implantando desde hace meses, el Ministerio de Consumo ha anunciado ahora que quiere regular su utilización este mismo año de manera que, aunque no sea obligatorio - explican fuentes del departamento que dirige Alberto Garzón - se planteen una serie de requisitos y controles para su utilización, como que si una empresa lo asume tenga que hacerlo para todos sus productos.
Contra la polémica, fuentes de Consumo aducen que el sistema tiene "el objetivo de mejorar la calidad nutricional de los productos que forman parte de la cesta de la compra a través de incentivos a empresas y que los consumidores tengan más información" y que "aunque no es suficiente, ayuda y es mejor que nada, que es lo que hay ahora".
Mientras desde algunos sectores se critica que el sistema permite que productos ultraprocesados puedan tener categoría A o B, desde Consumo inciden en que el sistema está destinado a comparar productos de la misma categoría y no "decir si un producto es malo o bueno" o "dictaminar qué productos deben componer la dieta".
El Ministerio de Consumo ha promovido la modificación de criterios del aceite de oliva virgen extra, que cambió su calificación de D a C en 2019 pero para la que el departamento de Garzón sigue trabajando en mejorar su calificación: "El aceite tiene propiedades que no forman parte del sistema Nutriscore y por eso seguimos intentando que se incluyan".
Desde Consumo han rechazado, sin embargo, que se vaya a excluir a otros productos característicos de la dieta española como el jamón ibérico o el queso.
Pese a reconocer que "el sistema es mejorable", desde el Ministerio insisten en que "no hacer nada es absolutamente inaceptable".
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