La de hoy aspira a ser una suerte de representación de la ‘foto de la derrota’ de ETA por parte de las instituciones y sociedad española. Así al menos se plantea. La simbolizarán las cerca de 1.400 armas, incautadas en su mayoría a la banda terrorista, -alguna data de 1977-, junto a una pequeña parte que pertenecieron a los Grapo, y que serán destruidas al paso de una apisonadora. Sucederá este mediodía en la Academia de la Guardia Civil de Valdemoro, en Madrid, en presencia –y ausencia- de varias organizaciones de víctimas, del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, y representantes de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Entre las ausencias, las de los expresidentes Mariano Rajoy y José María Aznar, que pese a ser invitados no acudirán, como tampoco lo hará el presidente del PP, Pablo Casado, ni algunas asociaciones de víctimas. Quienes sí asistan serán testigos de cómo 800 armas cortas, 300 subfusiles y 300 armas largas se hacen añicos como símbolo de la derrota del terrorismo.
Las armas estarán cubiertas con un manto que será retirado por representantes de las asociaciones de víctimas que participen en el acto. La destrucción del armamento sólo será la primera parte de la representación. A continuación, los restos serán enviadas para ser fundidos y el material resultante será conservado en el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo. El Ejecutivo quiere emplearlo para la construcción de un monumento simbólico de la lucha contra el terrorismo. Por el momento no se ha decidido qué tipo de monumento o instalación se desea levantar con el metal obtenido de la fundición de las armas ni el lugar en el que se instalaría el citado monumento. El plan que maneja Interior es poder hacer realidad el proyecto a lo largo de este año y activarlo tras la inauguración del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo previsto para finales de abril.
La idea es emular el proyecto que ya se llevó a cabo en el acuerdo de paz firmado por el Gobierno de Colombia y la Guerrilla de las FARC en 2016. En el punto tres del mismo se establecía las condiciones del desarme y en ella se contemplaba la función de las armas y la utilización del material para la construcción de elementos simbólicos relacionados al adiós a la guerra alcanzado. La entrega de 8.994 armas y abundante munición fue fundida y hoy ya se ha traducido en dos monumentos. El primero de ellos ‘Fragmentos’, obra de Doris salcedo, está compuesto 1.300 placas metálicas resultado de las 37 toneladas de metal que resultó de la destrucción de las armas. Ubicado en el centro de Bogotá, las baldosas componen un suelo convertido en un espacio de encuentro y eventos, especialmente aquellos relacionados con la convivencia, el respeto de los derechos humanos y la paz.
Las FARC en Colombia
El segundo de los monumentos ‘Kusikawsay’, obra de Mario Opazo, está compuesto de 7 toneladas de bronce resultante de la función de las balas entregadas por los guerrilleros a la Misión de Verificación de la ONU. Su instalación está pendiente aún de inauguración, en el ‘Jardín de las rosas’ de las Naciones Unidas de Nueva York. ‘Kusikawsay’ es una escultura de grandes dimensiones que representa una canoa con forma de proyectil en memoria de los cementerios en los que durante el conflicto armado se convirtieron los ríos colombianos. El plan contempla construir un tercer monumento a instalar en Cuba, país donde se negoció la paz, y que por ahora no se ha llevado a cabo.
La propuesta, tanto del acto que hoy tendrá lugar en Valdemoro como de la construcción del monumento, partió del Centro Memorial del Terrorismo allá por 2017. El centro planteó al Gobierno de Mariano Rajoy convertir el acto de destrucción de armas de ETA en un evento que simbolizara la derrota del terrorismo. Hasta ahora la destrucción de armas, tanto las de ETA como de otro tipo, se han llevado a cabo mediante procedimiento ordinarios e internos de la Guardia Civil, sin publicidad. La propuesta del Centro Memorial también contemplaba aprovechar el material resultante de la fundición de las armas para la construcción de un monumento.
El director del Centro Memorial de Víctimas, Florencio Domínguez, recuerda que la propuesta nació tras conocer que desde la Audiencia Nacional se había autorizado la destrucción de todas estas armas tras haber sido peritadas, examinadas y sometidas a los correspondientes informes balísticos y que como elemento de prueba ya no tenían utilidad. Poco antes de que fueran destruidas, la propuesta remitida al ministerio de Interior de la época paralizó la operación y el armamento incautado no fue destruido. A ello se sumó que en febrero de 2018 Francia hizo entrega del llamado ‘archivo de ETA’ y de cientos de armas incautadas a la banda. En mayo de ese año la banda escenificó su disolución en la localidad vascofrancesa de Cambó.
La 'foto de la derrota'
Domínguez asegura que la idea de llevar adelante iniciativas como la de hoy o la instalación monumentos o lugares simbólicos como el propuesto suponen compensar la resistencia de las bandas terroristas a escenificar sus derrotas. Recuerda que “todos los grupos terroristas suelen compartir la idea de que no pueden entregar las armas al enemigo”: “El IRA las destruyó en secreto y sin la participación del Gobierno británico ni el Irlandés, y con una comisión internacional como única testigo. En un documental de 1997 vi cómo uno de los líderes de los Tupamaro decía, mostrando escopetas viejas, que para ellos era un orgullo no haberlas entregado nunca. Ahí surgió la propuesta”.
El director del Centro Memorial añade que el acto de hoy pretende simbolizar “la foto de la derrota” que los terroristas nunca han querido tener y hacerlo en presencia de las víctimas “y de quienes han combatido al terrorismo y las instituciones”. Casi cuatro años más tarde, aquella propuesta se llevará a cabo aprovechando la próxima inauguración del Centro Memorial de Víctimas de Vitoria en el que se incluirá exposiciones permanentes de lo que fue la acción y lucha contra ETA y donde se almacenan numerosa documentación de lo que significaron los cerca de seis décadas de violencia.
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