El 1 de mayo, tres días antes de las elecciones y casi un mes después del famoso mitin de Vox, Pablo Iglesias llegó a la Plaza de la Constitución de Vallecas para tratar de movilizar el voto en uno de los feudos de la izquierda en Madrid. "Tenéis que daros el gusto de, cuando salgan los datos de participación, poder decir: 'En Vallecas hemos votado más que en Pozuelo, que en el barrio de Salamanca...'", arengaba el líder morado micrófono en mano.
Pero en las elecciones del domingo, los dos distritos de Vallecas no superaron en participación a Pozuelo (84,26%) y Salamanca (80,56) y el resultado en el que fuera el barrio de Pablo Iglesias supuso una bofetada para Unidas Podemos. Fue la cuarta fuerza tanto en Villa de Vallecas (73,66% de participación) como en Puente de Vallecas (67,34%). En total, la formación morada sumó 21.562 votos en el distrito. El Partido Popular de Isabel Díaz Ayuso arrasó con 49.612 apoyos.
Un día después de las elecciones, la Plaza de la Constitución, conocida también como la Plaza Roja, amaneció tranquila. Los colegios ya estaban abiertos y apenas había niños. Los jubilados, en grupos, debatían y charlaban sobre los resultados de una jornada electoral que encumbró a Ayuso y enterró a Iglesias. Fue el epitafio político del líder de Podemos, un político que creció en Vallecas y que ahora despierta amor y odio en los vecinos del barrio.
Cansados del "engaño de la izquierda"
"Cuando te engaña un partido de izquierdas te sientes mucho más engañado", comentaba un vecino en uno de los bancos de la Plaza Roja. "Vallecas se ha sentido traicionada por Iglesias y ahora más todavía porque se va. Ha dejado a su gente tirada en la cuneta", añadía.
Otro jubilado, votante del PSOE él, criticaba el cambio dea actitud que ha tenido Iglesias en los últimos años. "Hace un par de años, en esta misma plaza, se cogió de la camisa y dijo que él las compraba en Alcampo. Ahora las compra en Serrano", señalaba en una plaza todavía empapelada con carteles de Podemos, de Más Madrid y del Partido Comunista.
En las calles de alrededor, los muros pertenecían todos a la izquierda. "Vota PSOE". "Derrotar a la ultraderecha en las urnas y en las calles". "Según Ayuso somos parásitos sociales". "Sociedad Obrera". "Pensiones dignas, sí se puede".
De Ayuso, sin embargo, no había rastro. Ningún cartel electoral, ninguna bandera en los balcones. "A mí no me convence todo de esa señora, pero para mí es de las personas más normalitas que hay en la política", comentaba una señora que paseaba junto a su marido. Y otro señor, a pocos metros, sentenciaba: "Ya nos hemos cansado del engaño de la izquierda. Un barrio obrero de izquierdas votando a la derecha, por algo será... ¿no?"
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