El de Estanislao Rodríguez Ponga fue un viaje de ida y vuelta a Caja Madrid. Inspector de Hacienda por oposición, el economista pasó por el departamento de asesoría fiscal de la caja madrileña entre 1997 y 1999, con Miguel Blesa como presidente. En su regreso a la Administración ocupó la secretaría de Estado de Hacienda en el segundo gobierno de José María Aznar, entre 2001 y 2004.
Y acabó volviendo a la caja, esta vez como miembro de su consejo de administración elegido por el PP, entre 2006 y 2011, para pasar al consejo de la matriz BFA hasta 2012. En esos cinco años largos, a Rodríguez Ponga le dio tiempo a gastar más de 255.300 euros con su tarjeta black, y ahora el fiscal pide para él una pena de cuatro años de prisión en el macrojuicio por el uso de tarjetas opacas en Caja Madrid y en Bankia.
El que fue jefe de la Agencia Tributaria ha explicado hoy en la Audiencia Nacional durante su interrogatorio que en 2006 le entregó la tarjeta el secretario del consejo de administración, Enrique de la Torre, explicándole que podía gastar con ella un máximo de 25.000 euros al año (a razón de 2.083 euros al mes) para “gastos de representación” que formaban parte de mi remuneración. Según el acusado, en algún momento entre 2008 o 2009 la entidad duplicó ese límite hasta los 50.000 euros anuales (casi 4.200 euros al mes).
“El secretario general me dijo que no tenía que entregar facturas para justificar los gastos que hiciera. Pero que si me pasaba del límite, Caja Madrid no abonaría la diferencia”, ha sentenciado. “Me dijeron: ‘Ese dinero es tuyo. Dispón de él como quieras, como creas oportuno’. Así que entendí que era una remuneración en concepto de gastos de representación, pero de libre disposición y sin necesidad de justificar”.
No reconoce ningún gasto
Rodríguez Pongo ha insistido en que no reconoce la validez del listado de gastos realizados con su tarjeta que ha facilitado Bankia a la Audiencia Nacional. “Tiene errores sustanciales, cargos anónimos, compras fuera del horario comercial…”, ha dicho, “es un documento anónimo, sin membrete, sin NIF del emisor, que puede haberlo fabricado cualquiera”.
No obstante, el ex número dos del ministro Montoro ni ha admitido ni desmentido ninguno de los abono, a pesar de la lectura por parte del fiscal Anticorrupción de varios de sus gastos concretos en restaurantes, hoteles, supermercados… “Era una tarjeta de remuneración y la reumuneración una lo gasta en lo que cree conveniente. No sé si he hecho esos gastos”.
Según el relato de Rodríguez Ponga, los consejeros sólo tenían acceso a los saldos pendientes de gasto de las Visas opacas, pero no a los extractos de gasto de las mismas. “El dinero era mío, y yo sabía en lo que me lo gastaba”, ha dicho, cuando el propio fiscal ha puesto en duda que se pueda gestionar el patrimonio propio sin saber si los gastos que se le imputan son correctos o no. “Al final de año yo preguntaba el saldo que quedaba, y gastaba lo que aún quedaba. Si no lo gastaba, lo perdía, y como era una remuneración…”
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