Lo más trascendente, en idioma taurino, que ocurrió en Vista Alegre fue el toreo de capote de Pablo Aguado a su segundo toro.
Lo trascendente perdura, y por mucho que Aguado colgara de un pitón abiertas las carnes media hora después no resta un ápice a la trascendencia. Si acaso, la agranda.
Roca Rey es un torero crucial en el estado actual del negocio. No es que, en sí, sea trascendente, es que es indispensable. O sea, él lleva la linterna en las oscuridades. Todo el mundo le ansía, él lo sabe y despliega el repertorio. Una joyita para el toreo actual.
Isabel Díaz Ayuso, jugando en casa y ante tanto grito, se levantó a saludar. Seamos justos: no hubo demagogia ni afán de protagonismo, ella no sabía -estoy convencido- de que los aplausos iban dedicados al gesto de Aguado de dejar como brindis la montera en la puerta de la enfermería después del cornalón que se había llevado el banderillero Juan José Domínguez. Media docena o más de toreros detrás de la penca del rabo y el jandilla, despejada la arena, relamiéndose la presa que se movía a sus pies. Un milagro ese parte médico sobrecogedor.
Hubo más "¡¡viva Ayuso!!" que "¡¡viva España!!"; no hay CIS que detecte tal fenómeno incluso en público local
Aguado se fue a brindar al peón herido, en el trayecto se desató el enésimo "¡¡Viva Ayuso!!" (hubo más "¡¡viva Ayuso!!" que "¡¡viva España!!"; no hay CIS que detecte tal fenómeno incluso en público local) y la presidenta elegida abrumadoramente el 4-M se levantó y saludó. Gajes del oficio y de la campaña.
A Aguado, apenas una hora después, nadie le brindó un toro cuando él era el que yacía en la enfermería con el muslo perforado. Más que nada, porque la desgracia sucedió en el cierre de esta tarde tan rara.
De sus manos, de su cintura, salió el toreo más bello; casi irrepetible. Las verónicas a compás desvanecido, como con la R de repetición de la jugada de los 70. Con un ritmo exánime: lo más complicado de ejecutar y delicioso de ver. Lo más caro.
Pablo Aguado tiene que recuperarse y repetirlo. Una tauromaquia que no se puede perder; él, un elegido, ya lo hizo con la muleta en La Maestranza. Su capote en Vista Alegre está en esos límites de lo inhumano.
Roca Rey y Díaz Ayuso son triunfadores indiscutibles de este mundo.
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