Los acuerdos de comercio como el CETA —que ratificó el jueves el Congreso de los Diputados— han pasado en pocos meses de no estar politizados en el debate público y ser un tema tabú en los partidos políticos, a estar en boca de todos. La razón, la maniobra política del PSOE. Cuando Cristina Narbona expresó en Hora 25 el rechazo del PSOE al tratado con Canadá, también hubo una ruptura entre la posición mantenida por la delegación socialista en Bruselas, que votó en favor del acuerdo en el Parlamento Europeo, y la nueva ejecutiva del PSOE, que se abstuvo en el Congreso de los Diputados. “Sería deseable que no se volvieran a plantear tratados internacionales de esta naturaleza”, dijo Narbona antes de explicar que “no ofrece suficientes garantías para preservar los derechos ambientales, sociales y laborales”.
Pero una compañera de partido en el Parlamento Europeo ya se había adelantado a las palabras de Cristina Narbona, quien poco podía presagiar al respecto: así lo revela una votación en el Parlamento Europeo a la que ha tenido acceso este medio y en la que la eurodiputada del PSOE Soledad Cabezón terminó votando en contra del CETA.
El 15 de febrero, la eurodiputada del PSOE Soledad Cabezón terminó votando en contra del CETA
El día 15 de febrero, los eurodiputados del grupo socialista español dieron su bendición a la ratificación del acuerdo de comercio entre la Unión Europea y Canadá, que se negocia entre ambos desde 2008. Inmaculada Rodríguez-Piñeiro, colega de bancada y de partido de Cabezón, señaló que el CETA es sinónimo de “una política comercial que garantiza los estándares medioambientales de la Unión Europea”. Y añadía: “A mis compañeros españoles del GUE [grupo de la izquierda europea en la que se encuentran Podemos e IU y que votó en contra del CETA] les digo que ser de izquierdas no es ser proteccionista ni nacionalistas. Si creen eso, les superan por la izquierda Donald Trump y Marine Le Pen y la bancada de la extrema derecha”.
Lo que no sabía Rodríguez-Piñeiro cuando recitaba es que una de sus compañeras en el grupo había roto la disciplina y votado en contra del acuerdo. En realidad Soledad Cabezón votó en contra del acuerdo dos veces: su rechazo coincidía con la mantenida por la misma eurodiputada apenas un mes antes en la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo, donde se negó a respaldar el CETA en un informe de opinion del eurodiputado verde Bart Staes por ir el texto final en contra de las recomendaciones necesarias en tales materias.
Cabezón votó en contra del acuerdo dos veces: en Estrasburgo y en la Comisión de Medio Ambiente
No obstante, fruto de la polémica surgida aquel 15 de febrero, Cabezón se vio obligada un día después a modificar su voto en contra en el Pleno y contradecir sus posiciones previas para dar su apoyo al tratado. Desde su oficina reconocen que “sólo siguió la línea del grupo [en referencia al grupo de Socialistas y Demócratas, el S&D, en la Eurocámara]”. Por otro lado, como se lee en su web, Soledad Cabezón posteriormente fue más tajante e hizo un comentario sobre su dictamen en el Pleno de Parlamento Europeo en el que señala que el CETA “respeta los estándares ambientales”. Lo cierto es que pocas semanas, e incluso veinticuatro horas antes, opinaba precisamente lo contrario.
El 12 de enero de 2017, Cabezón apoyó al eurodiputado verde Bart Staes, encargado de elaborar una opinión en la que recomendaba al resto de compañeros de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria oponerse al CETA. Finalmente, cuatro enmiendas presentadas por los grupos parlamentarios conservadores, liberales y una socialista alemana lograron el apoyo parlamentario suficiente para cambiar el informe de Staes y pedir que la Comisión apoyara finalmente el tratado.
Entre los motivos de la eurodiputada, las diferencias con Canadá en OGM, hormonas o plaguicidas
Como se desprende de la sesión a la que ha tenido acceso este medio y cuyos votos no son públicos en la página web del Parlamento Europeo, Cabezón, ex alcaldesa de Albaida del Aljarafe (Sevilla), también votó en contra de las enmiendas que modificaban la recomendación inicial de oponerse el CETA. Con su dictamen, la eurodiputada defendió el informe de su colega verde en el que éste presentaba pruebas del largo historial que posee Canadá a la hora de rechazar las normas que los Estados miembros de la UE ha expresado en la OMC sobre lo referente a los Organismos Genéticamente Modificados y sobre la prohibición de las hormonas, así como por no haber respetado previamente la legislación de la UE sobre plaguicidas, o por el apoyo expresado por los canadienses a la legislación estadounidense, “más preocupada por los beneficios comerciales que por cuestiones de salud pública”.
Preguntada por su repentino cambio de posición, la oficina de Cabezón no ha querido hacer comentarios y ha repetido que su posición “es la misma que la del grupo socialista”. Por otro lado, fuentes oficiales del grupo afirman que en “ningún momento se ha obligado a nadie a cambiar su voto”. También señalan que “no vamos a hacer comentarios sobre un voto individual, pero la postura del grupo socialista no se ha saltado sus propias recomendaciones para votar en favor del CETA.”
Cabezón rechaza hacer comentarios y repite que su posición “es la misma que la del grupo"
El grupo socialista apoyó el CET en contra de, por lo menos menos, la postura de una de sus propias eurodiputadas. Cabezón era la única eurodiputada que lideraba una comisión del Parlamento Europeo, en concreto la que aborda cuestiones medio ambientales.
Pese a que la línea oficial del grupo expresada a este periodista es la de “no hacer comparaciones entre acuerdos”, recientemente un eurodiputado socialista explicó a El País usando la voz anónima que son muchas las razones para defender su postura a favor del CETA. “Llevamos años negociando en Bruselas, y las mismas líneas rojas que pusimos al acuerdo comercial con EE.UU, el denominado TTIP, las hemos puesto con Canadá. Todas se han aceptado”.
Los críticos con Sánchez dicen que las mismas líneas rojas que se pusieron en el TTIP van en el CETA
Lo cierto es que el resumen del informe que escribió Bart Staes, apoyado por la eurodiputada socialista Soledad Cabezón, señala lo contrario: el acuerdo con Canadá cruza las líneas rojas (en concreto los párrafos 2, 5, 7, 9, 14 y 17) establecidas por la misma Comisión de Medioambiente del Parlamento Europeo en su dictamen sobre el TTIP del 16 de abril de 2015.
En los últimos días se ha vivido una batalla encarnizada de propagada, que avivada desde distintos medios ha tratado de deslegitimar a Pedro Sánchez contraponiendo la postura de los eurodiputados del PSOE y la del Comisario europeo Pierre Moscovici, cuyos compañeros en el partido socialista francés se opusieron en manada al CETA durante la votación del Parlamento Europeo. El Partido Socialista Francés ha quedado de todas formas descabezado tras las últimas elecciones presidenciales y legislativas.
Los eurodiputados del partido socialista francés se opusieron en manada al CETA
El 15 de febrero, el mismo día en el que el grupo socialista expresó su apoyo al CETA en la Cámara europea, el propio PSOE defendía que el controvertido sistema de arbitraje privado del tratado (ISDS, mecanismos de arbitraje entre empresas y estados) había sido sustituido por uno de tribunales públicos, más acorde con la línea de proteger los servicios públicos frente a las multinacionales. Este cambio en el texto y la labor del grupo socialista por lograrlo es uno de los argumento más repetidos por los eurodiputados críticos con el cambio de parecer de Pedro Sánchez.
España se ha convertido en uno de los primeros estados de la Unión Europea en ratificar el CETA dejando la impresión de que la falta de debate o, por el contrario, su instrumentalización partidista, no han permitido un análisis riguroso de sus implicaciones. La política comercial parece haberse despolitizado, sí, pero sigue estando guiada por la misma ideología.
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