Pocas playas como la de Badalona tienen (o tenían) un olor tan característico. Los cinco kilómetros de arena que posee la ciudad catalana son bañados por un perfume característico a matalahúva, elemento indispensable para la elaboración del anís. Y es que, una sola avenida separa la costa de uno de los edificios más característicos de la urbe catalana: la fábrica de Anís del Mono.
Uno de los santos y seña de Badalona se ejemplifica en el busto que tiene lugar en pleno corazón marítimo de la ciudad. En el paseo marítimo, un mono de bronce de alrededor de metro y medio gobierna la playa.
Desde 1870, día tras día, la planta de destilados ha fabricado millones de litros de una bebida que recuerda a las sobremesas setenteras, ochenteras y noventeras que han acompañado a reuniones familiares de domingo, conversaciones con una copa tras un café en un bar y que, incluso, su botella -patentada en 1902- en forma diamantada sirve de instrumento navideño para acompañar a los villancicos. De hecho, esta época es fundamental para su facturación puesto que la mitad de las ventas se producen a final de año.
Ahora, tras más de 150 años, la fábrica, que se ha convertido en museo y lugar de peregrinaje para cientos de miles de turistas, cierra sus puertas y se traslada a El Puerto de Santa María (Cádiz).
Las instalaciones de la licorera son un museo de arte puesto que en él se exponen decenas de cuadros que la familia Osborne ha comprado durante toda su historia y en la que además se ofrecen visitas guiadas para contemplar cómo se fabrica el anís. La planta de Anís del Mono en Badalona fue fundada por los hermanos José y Vicente Bosch en 1870, es una joya modernista que se ha conservado por su valor artístico.
Detrás de la marcha de la empresa, propiedad del Grupo Osborne, hay dos versiones: la oficial y la oficiosa. La primera de ellas, tal y como reveló, Anís del Mono se debe a “la imposibilidad de actualizar la línea de embotellado con la que cuenta hoy en día la fábrica, por las limitaciones del propio edificio y por la normativa actual vigente en el casco urbano de la ciudad, el proceso de elaboración se completará en otra planta de Osborne”.
La oficiosa es la de seguir creciendo fuera del territorio catalán, en pleno desafío soberanista del nuevo Govern. Desde hace meses, tal y como señalan fuentes cercanas a la compañía, Anís del Mono estaba trabajando en la marcha a tierras andaluzas por la inestabilidad jurídica que podría volverse a dar si el nuevo presidente de la Generalitat decide apostar por la vía de independencia unilateralmente.
3,5 millones de botellas al año
Así, Osborne comenzará a realizar gran parte del proceso de producción en la bodega El Tiro, uno de los buques insignia de la compañía y que en la actualidad está en proceso de renovación para dar cabida a nuevas áreas de negocio con una inversión cercana a los tres millones de euros.
“Anís del Mono, una marca que el año pasado cumplió 150 años, es un negocio estratégico para Osborne desde su adquisición hace casi 50 años. De hecho, la marca se ha convertido en los últimos años en el líder indiscutible de su categoría gracias al impulso que se le ha proporcionado desde Osborne”, destaca la compañía presidida por Ignacio Osborne.
En la actualidad, según datos de la propia licorera, embotella anualmente 3,5 millones de botellas con una plantilla cercana a 20 personas de manera directa.
La empresa no quiere desligarse completamente de la ciudad que le vio nacer y mantendrá una pequeña parte de su destilación (que se sigue realizando de manera tradicional) en Badalona, tal y como informó el alcalde catalán Xavier García Albiol. “Me han garantizado la apuesta de la compañía por el proyecto y la ciudad, así como seguir acercando la marca a todos los vecinos de Badalona”, dijo en su cuenta de Twitter.
El Mono, el símbolo del Darwinismo
El simbolismo del Mono, por tanto, también se trasladará a El Puerto de Santa María, que han recibido con los brazos abiertos la marca de Osborne. El por qué de este animal a la hora de representar la bebida anisada es incierto y existen diversas teorías.
Una de ellas es porque la familia fundadora tenía negocios en América y en uno de los viajes al continente uno de los barcos vino con un simio a bordo, se dice que este creció durante años en una de las fábricas de los Bosch. De hecho, la saga empresarial no tenía nada que ver con las bebidas alcohólicas hasta que se decidió diversificar los negocios y comenzaron a fabricar licores.
Muchos curiosos querían contemplar las peripecias del animal y fue así como fue apodado “anís del mono”. Badalona hace más de un siglo era una ciudad con tradición bodeguera de anises y la propia compañía narra que en el inicio del siglo XX había hasta 20 destilerías de anís. Gracias al animal que provenía de América consiguió consagrarse entre la competencia.
Otra teoría tiene que ver con el darwinismo. Bosch, notario y empresario, aprovechó la teoría de la evolución para decir que su bebida era “la que más evolucionaba”. En la etiqueta de su bebida, un primate humanoide sostenía un pergamino que proclamaba: "Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento".
En una entrevista concedida a Viaempresa.cat, el director de la fábrica comentó que "el analfabetismo era muy frecuente a principios del siglo XX y, tener en el logo a un animal representativo ayudaba mucho a que la marca fuera reconocida rápidamente".
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