La pandemia lo cambió todo, lo alteró todo. La vida, las familias y sin duda, la actividad sanitaria. En Euskadi, tras quince meses combatiendo al Cocid-19 y más de 4.000 muertos a consecuencia del virus, comienza a verse cierta luz. Sin duda el avance en la vacunación está siendo la medida más eficaz para reducir la incidencia del virus. Un millón de ciudadanos vascos -45% de la población- ya tiene al menos una dosis de vacuna inoculada y casi 615.000 la pauta completa -28% de la población-. El impacto de esta quinta ola se está logrando contener poco a poco y según los datos aportados ayer la incidencia acumula cayó a menos de 200 este fin de semana. Cifras que continúan situando al País Vasco en la comunidad autónoma en la situación más complicada pero en fase de control.
En la sanidad vasca también las unidades de cuidados intensivos y las plantas de hospitalización comienzan a detectar una notable mejoría y una reducción de la tensión en planta. Sin embargo, priorizar la atención a los enfermos de coronavirus y centrar muchos de los recursos humanos en el abordaje de la pandemia ha supuesto en muchos casos relegar la actividad ordinaria y programada. En esta quinta ola también se ha tenido que ralentizar la asistencia no urgente.
Esta circunstancia ha permitido tener bajo control las listas de espera quirúrgicas pero ha provocado que las listas para las consultas con el especialista y las listas para someterse a pruebas diagnósticas se disparen. Los últimos datos del Sistema Vasco de Salud reflejan que la sanidad pública vasca ha logrado casi recuperar los niveles de espera anteriores a la irrupción de la pandemia en marzo de 2020 pero a costa de incrementar un 32% las listas para las consultas con un especialista y un 28% el número de ciudadanos que esperan someterse a una prueba médica.
En Euskadi había a finales de abril –última fecha con datos oficiales- 20.250 personas esperando una intervención quirúrgica, son apenas un 8% más de lo que lo hacían n septiembre del año pasado y una cifra muy similar a los 19.883 de noviembre de 2019. El control de las listas quirúrgicas ha sido posible no sólo por la prioridad que se ha dado en todo momento a las intervenciones indemorables y urgentes, sino también a que esa lista de espera no ha id0o incrementándose al mismo ritmo al reducirse las consultas y pruebas diagnósticas que no se consideraban tan urgentes.
De tres, a dos meses
También el tiempo de espera se ha logrado reducir de forma importante. Tras el verano en el País Vasco era necesario esperar de media casi tres meses, 90 días, frente a los 63 días que en abril se situaba la espera media. Una reducción notable pero aún lejos de los poco más de 47 días a los que se había logado reducir en noviembre de 2019. El departamento de Traumatología es el que acumula un mayor retraso, con 84 días de espera para ser operado, seguido por Urología y Otorrinolaringología, con 59 días, 53 en cirugía general y 45 en Ginecología.
Esta importante contención y control de las listas de espera quirúrgicas contrastan con el impacto negativo que está teniendo la pandemia en las consultas y las pruebas diagnósticas. La situación en Osakidetza se ha complicado de forma significativa. En apenas nueve meses la lista de espera para una consulta con el especialista se ha disparado de algo menos de 56.000 personas a 74.000. Es pese a todo, una cifra inferior a las cerca de 100.000 personas que esperaban a finales de 2.019. Unas circunstancias que se intentan reconducir una atención más intensa que ha permitido rebajar en algo más de dos días el mes de espera que existía en septiembre pasado.
Una evolución similar se ha producido en lo referente a las pruebas médicas que los facultativos solicitan a sus pacientes. Hoy son casi 43.000 los pacientes que están a la espera de una de ellas, casi diez mil más que hace nueve meses. La mayor demora se detecta en el servicio de oftalmología, con 44 días de media de espera, seguida de los 32 días de la consulta de Otorrinolaringología.
Vacunación al alza
Una situación asistencial que se ha visto complicada en gran medida por el repunte en la vacunación que ha tenido que afrontar la sanidad vasca y a la que ha tenido que destinar muchos de sus recursos. El País Vasco ha experimentado en las últimas semanas una aceleración significativa en los ratios de vacunación, en los que se encontraba en los puestos de cola a nivel nacional.
La consejera de salud, Gotzone Sagardui, aseguró ayer que próximamente se comenzará a vacunar los ciudadanos de entre 40 y 49 años, una vez que sea logrado avanzar de modo importante entre la población de 50 a 59 años. Más aún, la previsión con la que trabaja la consejería pasa por plantear el mes de julio como el momento en el que se procederá a inocular la vacuna a los menores de 30 años. El horizonte en el que ya trabaja el Ejecutivo vasco es poder vacunar incluso a los escolares de entre 12 a 16 años a comienzos del próximo curso escolar. También alertó que quienes rechacen vacunarse por encontrarse de vacaciones pasarán a engrosar los últimos puestos de las listas de espera par recibir la vacuna.
La evolución ha permitido a la consejería relajar sus llamamientos a la prudencia, si bien en Euskadi los indicadores aún le sitúan a la cabeza. El temor de que el número reproductivo básico se pudiera disparar parece haberse disipado al volver a caer en los últimos días por debajo de 1. Ayer se situó en 088. También el número de contagios se ha ido reduciendo, hasta los 181 del domingo con una tasa de contagio estable en el 3,5%. La incidencia acumulada es hoy similar a la registrada a mediados de marzo, cuando la cuarta ola tocó suelo.
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