Roma es un lugar donde apetece volver: casi tres mil años de historia dan para mucho y siempre queda algo que no ha dado tiempo para visitar. Se podría dedicar una sola semana en visitar la ciudad arqueológica sin pasar por la basílica de San Pedro o Piazza de España y aún así no sería suficiente. En Roma hay muchos más que el Coliseo y los Museos Vaticanos. Hay pirámides, criptas, jardines secretos, iglesias subterráneas y lugares que son una mezcla de todo, como el Museo Centrale Montemartini. Una vieja central eléctrica convertida en sala de exposiciones donde estatuas antiguas comparten pedestal con máquinas industriales.
Sin embargo, la Roma más desconocida es la Roma verde. Cuando Londres salga de la Unión Europea, la capital italiana ocupará la primera posición en la lista de las ciudades más grandes por extensión de superficie ajardinada. Ya ahora no tiene rivales por cantidad de espacios verdes y parques. Son la herencia de una época pasada, cuando nobles y cardenales tenían sus cotos de caza y veraneo alrededor de la ciudad eterna. Muchos están abiertos al público y representan el 67% de los 129 mil hectáreas sobre las que se extiende Roma.
El Parque del Apia Antigua es quizá la joya de esta corona verde. Un área protegida que empieza en el centro histórico de la ciudad, al lado de la Termas de Caracalla, y que se extiende por la calzada de la antigua Via Apia a lo largo de más de diez kilómetros. Llamada por los romanos “regina viarum”, reina de las calles, la Via Apia fue una de las primeras carreteras de Europa. Rodeada por pinos y robles, conserva el pavimento originario de piedra volcánica. A sus lados surgían villas, templos, estatuas y sepulturas. Algunos han resistido hasta ahora, como el Mausoleo de Cecilia Metella: una espectacular tumba circular de más de veinte metros que fue convertida en castillo durante la edad media.
La Iglesia del Quo Vadis, nada más empezar el Parque, es el lugar donde la leyenda dice que Jesús apareció a un San Pedro en fuga para convencerle de enfrentarse al martirio. Más adelante están las catacumbas de San Calixto y las de San Sebastián. Cementerios subterráneos, excavados en la piedra, donde los primeros cristianos sepultaban sus fallecidos. Túneles oscuros y misteriosos conforman un ambiente único que inspiró las novelas de terror gótico. Entre las ruinas que todavía se pueden visitar están los restos del imponente circo que el emperador Masencio se hizo construir para su disfrute privado. Hay también numerosas villas de los patricios romanos que se conservan en buenas condiciones, como la Villa de los Quintili al final de recorrido del Parque.
Dónde comer.
El Parque es una área protegida urbana, lo que facilita las comunicaciones y ha permitido convertir la Via Apia en uno de los lugares preferidos para las escapadas de los romanos. Muchos de los palacetes de los nobles romanos del siglo XVII y XVIII se han transformado en trattorie, restaurantes típicos. 'Ar Montarozzo’ es una de las hosterías más frecuentadas y se encuentra nada más salir de Puerta San Sebastián. El restaurante ‘L’archeologia’ se llama así porque en su interior se halla un sepulcro del siglo I a.C. Pasta all’amatriciana, con beicon y tomate, o cacio e pepe, queso y pimienta, son los platos de la tradición romana.
Qué hacer.
El Parque de la Via Apia antica es accesible en bicicleta y en transporte público. Las paradas de Metro Colli Albani y Arco di Travertino son cercanas a los ingresos. Hay un servicio de alquiler de bicicletas y el bus 118 recorre los lugares de interés en un itinerario circular desde primeras horas de la mañana hasta las 23 horas. Los principales monumentos están abiertos desde el martes al domingo desde las 9 de hasta el atardecer, aunque la hora precisa de cierre puede cambiar dependiendo de si se trata de un espacio al aire libre o no. La villa de Masencio cierra a las 16 horas y las catacumbas a las 17 horas. El parque está abierto las 24 horas y es recomendando un paseo al atardecer, cuando la temperatura es más agradable. Hay visitas guiadas y ochos puntos wifi desde los que es posible acceder libremente a internet.
Un libro y una serie
Sobre Roma hay cientos de películas, series y libros. Los amantes del cine clásico pueden volver a ver La dolce vita o Roma de Federico Fellini. El director italiano estaba obsesionado por el aire decadente de la urbe. Si en la primera película retrata la Roma de los años sesenta, pasarela para actrices y famosos, en la segunda ridiculiza una ciudad incapaz de despegarse de su faceta decadente. Los mismos temas recorren La grande bellezza y la serie El joven Papa, ambas de Paolo Sorrentino considerado el heredero de Fellini. Para quien quiera saber más sobre la Ciudad Eterna, probablemente encuentre muchas respuestas en Roma, una historia cultural (Crítica) de Robert Hughes. El libro recorre los más de veinte siglos de vida de la ciudad, desde la misteriosa fundación hasta el siglo XX, a través de la vida de sus protagonistas: emperadores, papas y grandes artistas.
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