Con tan sólo 29 años, Noelia Núñez (Madrid, 1992) puede hacer historia y romper la hegemonía del PSOE en Fuenlabrada, el cuarto municipio más grande de la Comunidad de Madrid. Tiene claro que su "fin y destino" es convertirse en la primera regidora del PP en 42 años, aunque ahora deberá compartir su agenda municipal con una portavocía adjunta en la Asamblea de Madrid. Entró en política con tan sólo 18 años, ocupó un puesto de concejal a los 22 y ahora no son pocos los que empiezan a reparar en el discurso de la que algunos encuadran ya como la nueva promesa del PP.
Núñez es una admiradora declarada de Isabel Díaz Ayuso, de Esperanza Aguirre y de Margaret Thatcher. El retrato de esta última que tiene colgado en su despacho levantó una fuerte polvareda en redes sociales hace un año, cuando la "izquierda tuitera" se lanzó contra la presidenta del PP en Fuenlabrada por este hecho. "Sólo me escondería si pusiera la hoz y el martillo", responde en su conversación con El Independiente.
Pregunta.- ¿Sigue teniendo el cuadro de Margaret Thatcher y la bandera de Gadsden en su despacho?
Respuesta.- Por supuesto. Y no los voy a quitar nunca. ¿Por qué voy a cambiar lo que yo pienso y lo que yo defiendo? No me escondo nunca y no tengo por qué hacerlo. No creo que deba esconderme por tener a Margaret Thatcher. Debería esconderme si pusiera la hoz y el martillo o si tuviese un retrato de Lenin o de Stalin en mi despacho. Pero afortunadamente no es el caso, y no defiendo a unos genocidas que trajeron una de las épocas más turbias de la historia reciente y una de las ideologías más criminales que ha sufrido la sociedad. Yo defiendo la libertad, por más que toda la izquierda tuitera se me eche encima.
P.- “En Fuenlabrada saben que van a chupar oposición para siempre y tienen solo a los restos”. Estas palabras las escribió sobre usted el periodista Antonio Maestre, pero hubo muchas más críticas en redes. Más de un año después, ¿las entiende?
R.- Lo único que ha cambiado desde entonces es que han entendido que soy un hueso duro y que por mucho que me señalen en redes no voy a ceder. Que saquen otra vez que tengo a Thatcher y la bandera de Gadsden. Entonces la izquierda tuitera ya me llamó hasta terrorista por esto, así que que lo intenten ahora, que me seguiré riendo. Ahí se va a quedar.
Respecto a Antonio Maestre, lo que entiendo es que ganarse la vida como futurólogo no es lo suyo. Porque hemos ganado las elecciones del 4-M en Fuenlabrada, y con una diferencia de 14.000 votos respecto al PSOE. Nunca les habíamos sacado tanta diferencia. Supongo que ahora empezarán los ataques porque empiezan a preocuparse y se ponen un poco nerviosos porque se dan cuenta que Fuenlabrada no es un rehén del socialismo sólo porque sea una ciudad obrera y humilde. El PP puede ganar.
P.- Pero no ha habido ni un sólo regidor en Fuenlabrada que no haya sido socialista en 42 años. ¿Cuál es su propuesta para revertir esta situación?
R.- Se pueden hacer muchísimas cosas. Fuenlabrada tiene un potencial enorme, somos una ciudad en un lugar privilegiado: a 20 kilómetros escasos de Madrid capital, a 20 minutos en coche de Barajas, cerca de Illescas, que se está convirtiendo en un gran atractivo industrial... y conexiones buenísimas. Es una ciudad puntera en cuanto a industria, con 17 polígonos incluido el de Cobo Calleja, el segundo más grande de toda la comunidad. Y no puede ser que con todos estos ingredientes la receta que salga sea tan mala, con 16.000 parados, presión fiscal alta, rentas bajas... se puede hacer mucho. El problema es que el PSOE lleva 42 años gobernando aquí. Tenemos la opción de realizar un verdadero cambio, que la ciudad pegue un vuelco total, que le demos un lavado de cara y que empiece a ser conocida por cosas buenas.
A todos en el PP nos han pasado factura las golferías que hicieron otros en el pasado
P.- ¿Qué tiene Noelia Núñez que no haya tenido ningún líder de la oposición en 42 años como para ganar las elecciones municipales?
R.- Creo que influye mucho el momento. Yo he tenido suerte de estar en un buen momento para el partido. El PP ha pasado por una etapa complicada como partido, y también hemos tenido malos resultados en Fuenlabrada. No somos una candidatura independiente, somos el PP, y lo somos para los momentos buenos y para los malos. A todos nos pasó factura las golferías que hicieron otros en el pasado. Recuerdo que cuando montábamos una mesa informativa en Fuenlabrada, sentíamos el rechazo de la gente. No faltaba el que te llamaba corrupto, ladrón... esas lindezas. Ahora ocurre justo lo contrario. La gente se acerca a preguntar qué es lo que ofrecemos. Estamos volviendo a generar ilusión.
P.- ¿Ve un cambio de ciclo?
R.- Sí, enorme. En 2011 nos quedamos sólo a un concejal del PSOE, y en la de 2015 tampoco tuvieron mayoría absoluta y pactaron con IU cuando tenían a una concejala investigada por malversación. Es cierto que no hemos conseguido gobernar, pero tampoco lo haríamos a cualquier precio. Ahora intentaremos dejarnos la piel para que en dos años revalidemos el resultado del 4-M en Fuenlabrada.
P.- ¿Qué siente cuando se refieren a usted como 'la nueva promesa liberal del PP' o como la Ayuso de Fuenlabrada?
R.- Hombre, cuando me dicen lo segundo me resulta un honor. A Ayuso la admiro enormemente, es un ejemplo de política y de líder.
P.- ¿Le comunicó ella su fichaje para la portavocía adjunta del PP en la Asamblea?
R.- Sí, me llamó. La verdad es que al principio me quedé en shock, porque es la primera legislatura que soy diputada de la Asamblea. Y entrar por la puerta grande con una portavocía, da un poco de vértido. Es una tarea con altura. Cuando confían tanto en ti el principal miedo es decepcionar a la persona que ha confiado en ti. Pero acepté. Está siendo toda una masterclass de política.
P.- ¿Se plantea dar el salto a la política regional y abandonar Fuenlabrada?
R.- Para nada. Yo tengo muy claro cuál es mi objetivo y qué es lo que quiero conseguir en política. Mi fin y mi destino es ser alcaldesa de mi ciudad, de Fuenlabrada.
Para la izquierda, todos los que no defendemos sus políticas somos unos fascistas
P.- En la Asamblea, Vox ya ha asegurado que su apoyo tiene un precio: entre otras cosas, la derogación de las leyes de género y LGTBI. ¿Cómo lo valora?
R.- En todo caso revisaremos lo que haya que mejorar. En esa línea trabajaremos, no en la de quitar o destruir leyes, sino simplemente en avanzar hacia su mejora. Me parece peligroso cuando las leyes se quedan estancadas por miedo a modificaciones posteriores, regulaciones de hace 20 años que están hoy vigentes y no responden a la realidad actual.
P.- ¿Qué piensa cuando escucha a Vox decir que no existe la violencia contra la mujer por el hecho de serlo?
R.- Es su posicionamiento ideológico. Podría discrepar si lo dice alguien de mi partido. Pero al final esa es su posición ideológica, igual que la tiene Podemos, Más Madrid o el PSOE. Somos partidos diferentes. Coincidimos en algunos puntos, y en base a eso llegaremos a acuerdos. Pero eso no quiere decir que Vox y el PP se conviertan en un único partido o defiendan los mismos postulados. En la izquierda también hay tres partidos distintos, aunque Más Madrid sea lo mismo que Podemos pero en bicicleta.
P.- ¿Le incomodaría gobernar con Vox?
R.- A mí me incomodaría más que no llegásemos a acuerdos para cambiar las políticas que llevan lastrando a mi ciudad 42 años. Llegar a acuerdos es positivo. Si se diese esa oportunidad, tanto el PP como Vox nos tendríamos que sentar y llegar a un acuerdo programático, de investidura o de gobierno, sí.
P.- ¿Les encuadra en la ultraderecha?
R.- No considero que Vox sea un partido de ultraderecha. De hecho, pienso que es un juego que suele hacer la izquierda para radicalizar a los que no son como ellos. Antes, la ultraderecha era el PP. Todos los que no defendemos políticas de izquierda, somos fascistas. Vox es un partido constitucionalista, que defiende unos principios englobados en el estado de Derecho. No defienden el estar fuera de la ley, como sí ocurre con los partidos de izquierda. Pero oye, nadie utiliza el 'ultra' para referirse a las políticas de Podemos o de Mád Madrid.
P.- ¿Y se debería?
R.- Yo realmente los catalogaría como comunistas, que es lo que son. Podemos quizá como un comunismo bolchevique y Más Madrid como un comunismo progre, vestido de verde, para que calen más esos principios en la sociedad.
P.- Ha comentado en otras entrevistas que uno de sus grandes referentes, al margen de Margaret Thatcher, es Esperanza Aguirre.
R.- Sí. Es una persona que marcó muchísimo a la generación que entró conmigo en el partido, y una de las personas que más me influyó para que me animase a dar el paso. Me descubrió un mundo del que estoy tremendamente orgullosa de formar parte, el mundo liberal.
P.- Aguirre ha defendido en alguna ocasión que lo que le falta a Casado que sí tiene Ayuso es dar la batalla de las ideas. ¿Coincide?
R.- Claro que creo que Casado da la batalla de las ideas. Tanto es así que el PP ha anunciado un recurso ante el Constitucional contra la ley de eutanasia. El problema de Casado es que ha vivido un momento muy duro en el partido. Llegó a la presidencia en 2018, y en 2019, a los pocos meses de asumir las riendas del partido, le convocan elecciones. Fue llegar y besar el santo. Es difícil, porque no terminas de asentarte, de marcar una línea, una estrategia... . Y a los pocos meses vino otra convocatoria electoral. Y luego la pandemia del Covid, que también ha lastrado mucho la actividad interna del partido. Él ha sabido ser líder en un momento complicado. Y creo que más pronto que tarde le veremos en la Moncloa.
P.- Ayuso hizo un llamamiento a no tener complejos ante la "foto de Colón". ¿Por qué cree que hubo reticencias a salir en la misma instantánea que Vox?
R.- No veo esos complejos por ninguna parte. No hubo ningún complejo a la hora de ir a Colón, de estar allí.
No se puede hablar más del líder de la oposición que del presidente del Gobierno cuando está haciendo auténticas tropelías
P.- Pero se evitó la foto.
R.- Se evitó porque no era una convocatoria ni de PP, ni de Vox ni de Cs. Todos supieron respetar bien el hecho de que la sociedad civil era la protagonista. Y me pareció un acierto. Había que restar protagonismo a quien no lo tenía. Protagonistas éramos todos los españoles manifestando nuestro profundo desacuerdo con lo que Sánchez quería llevar a cabo y, finalmente, ha hecho. No hay complejos, sino un profundo sentido de Estado, de aprecio por el territorio nacional y por lo que significa nuestra Constitución. No puede ser que estemos hablando más del líder de la oposición que del presidente del Gobierno cuando está llevando a cabo auténticas tropelías. Casado se ha mantenido firme en lo que cree, y en la defensa de que esos indultos traen consecuencias negativas para España.
P.- ¿De verdad considera que los indultos son una "coartada" para impulsar un "cambio de régimen" en España, como sostiene Casado?
R.- Tenemos un presidente dispuesto a todo por mantenerse en el sillón del Gobierno. Un presidente que tenía líneas rojas, y que las cruzó todas. Un presidente sin escrúpulos y que, casualmente, cuando algún poder del Estado le lleva la contraria, en lugar de recular o disculparse, pone el foco en ese contrapoder e intenta controlarle, con los jueces, con los medios de comunicación... . En la rueda de prensa de los indultos, tanto que criticaron a Mariano Rajoy en una rueda de prensa interna del PP por utilizar un plasma, compareció sin aceptar preguntas y con los periodistas en otra sala. A cualquier socialista clásico no se le hubiera pasado por la cabeza pactar con los herederos de ETA o con los que han intentado dar un golpe de Estado. A él le da todo igual.
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