Para el PP, el curso político termina con la sensación de haber hecho todos los deberes y con un 'progresa adecuadamente' en negrita y subrayado. La convulsión de principios de año, en que los populares quedaron arrinconados por la fuerza de Vox en Cataluña, obligó a tomar decisiones drásticas como el abandono de la histórica sede de Génova para hacer borrón y cuenta nueva y tratar de reflotar el proyecto de un Pablo Casado entonces cuestionado en los circuitos internos del partido.
Sólo han pasado unos meses, pero nada queda ya de eso. El presidente del PP, que la semana pasada celebraba su tercer aniversario al frente del partido, da por completada parte de la meta que se fijó cuando asumió las riendas tras la salida de Mariano Rajoy: volver a convencer a los votantes de derecha de que la única "alternativa" es la del Partido Popular. "Estamos dispuestos a liderar otra vez esta sociedad", espetó un emocionado Casado ante los compromisarios del partido. En efecto, el Partido Popular vuelve a encabezar la mayoría de sondeos privados por primera vez en tres años, un hito que en gran parte debe al desplome electoral de Ciudadanos.
La 'opa', primero silenciosa y luego hostil', del PP contra Ciudadanos comenzó hace meses, tras constatar la cúpula popular que cualquier otra fórmula que no fuese la de la absorción del partido naranja no daría resultados satisfactorios para la marca, por más intentos de coaliciones ficticias que se probasen para propulsar el centroderecha español. El paso en falso de Arrimadas en Murcia, donde intentó arrebatar al PP el gobierno regional de la mano del PSOE, dio a Génova la excusa perfecta para abrir públicamente "las puertas" del partido a todos los "afiliados, cargos, simpatizantes y votantes" de Ciudadanos. Lorena Roldán, Fran Hervías, Toni Cantó; dirigentes autonómicos como Marta Rivera de la Cruz o Isabel Franco, e infinidad de cargos de las capas medias y bajas del partido aceptaron el 'bote salvavidas' de Casado para escapar del 'Titanic' naranja. Y el PP apuntaló el desvalijamiento de Ciudadanos, no sólo de cargos, sino también de votantes.
Con Ciudadanos fuera de juego, las miradas del PP se dirigen ahora a su otro gran rival político, que discurre airoso por el carril derecho. El partido comienza a abrazar la tesis del 'discurso sin complejos' que tan buen rédito electoral le ha granjeado a Isabel Díaz Ayuso y por el que apuestan ex dirigentes del peso de José María Aznar o Esperanza Aguirre, que ven que si Casado logra 'madrileñizar' su discurso habrá dado con la tecla para convertirse en el próximo inquilino de Moncloa. Ya lo hizo la baronesa del PP en Madrid, que hundió a Ciudadanos, atrajo a socialistas desencantados y propinó un mordisco a la bolsa de votantes de Vox. En esa dirección camina ahora el jefe de la oposición.
En los últimos meses, Pablo Casado ha encabezado una oposición 'dura' contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Y ese discurso, según se trasladó a los dirigentes territoriales en la última Junta Directiva Nacional del partido, no desaparecerá en los próximos meses. Ahora más que nunca, Casado quiere ser la sombra que persigue a Sánchez hasta su epitafio final, convencido de que es una estrategia que funciona porque invisibiliza la acción de Vox, una fuerza que se nutre mayoritariamente de votantes huidos del PP. Tanto es así que, en las últimas semanas, el presidente de los populares ha igualado sus iniciativas judiciales contra el Gobierno a las de Santiago Abascal, cuya formación ya está acostumbrada a acudir a los tribunales como forma predilecta de hacer política.
Casado quiere desmentir el manido argumento de "sólo queda Vox" que con frecuencia utilizan sus homólogos de la derecha, y la batalla cultural es clave en esta guerra. En las últimas semanas, los dos partidos han presentado sendos recursos ante el Constitucional contra la ley de eutanasia; y se han alineado en su intención de derogar la nueva Ley de Memoria Democrática aprobada la pasada semana en el Consejo de Ministros. En este caso, Vox ha anunciado que, de nuevo, presentarán un recurso ante el Alto Tribunal. El presidente de la formación subía el tono y deslizaba que Vox "levantaría todo lo que tumben, incluso la cruz más grande del mundo", en referencia a la del Valle de los Caídos.
Pero el discurso del jefe de la oposición en esta cuestión ha eclipsado por momentos a la beligerancia de Vox, y su posición expresada o intuida respecto a la guerra y la dictadura ha despertado fuertes críticas en los grupos de izquierda. Primero, Casado llegó a afirmar en el Congreso que "la Guerra Civil fue el enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia", igualando a uno y otro bando en el estallido de la contienda.
Unos días después, el PP invitó a Ignacio Camuñas, ex ministro de Suárez y ex alto cargo de Vox a unas jornadas del partido sobre 'Concordia, Constitución y Patriotismo', un movimiento que, para algunos, no fue casualidad en el nuevo afán del primer partido de la oposición de asaltar ahora la bolsa de votantes de Vox. Allí, Casado anunció que cuando llegase a Moncloa impulsaría una 'Ley de Concordia', cuyas líneas aún no se conocen, y derogaría las leyes de Memoria, al entender que no hacen sino deslegitimar el pacto constitucional, al hilo de la tesis de Vox. Pero lo más polémico de la jornada llegó cuando Camuñas se apresuró a afirmar que el origen de la Guerra Civil "no fue un golpe de Estado" y que "si hay un responsable directamente es el Gobierno de la República". Casado calló, y el partido se limitó a defender que su posición en esta cuestión es la de la resolución que se aprobó en el Congreso en 2002, y en la que se condenó el golpe militar contra el Gobierno republicano.
El 'mordisco' del PP en las encuestas
Para el PP, el asalto a Vox ya ha comenzado y los efectos a nivel electoral comienzan a notarse en los cálculos internos de Génova. Los populares creen que la estrategia con el partido de Abascal -que ha pasado de la ruptura total a una pretendida indiferencia sin renegar de su colaboración- es la correcta; y que el "efecto arrastre" de votantes huidos hacia la fuerza hegemónica está comenzando a tener resultados por el buen ritmo del PP en las encuestas y por la imagen ya "consolidada", a juicio de la dirección del partido, de la formación como "alternativa" a Sánchez.
A nivel interno, tal y como publicó El Independiente, los cálculos del PP apuntan a que entre un 10% y un 12% de votantes del PSOE estarían dispuestos a apostar hoy por Casado en las próximas elecciones, un porcentaje que se eleva al 60% en el caso de Ciudadanos y al 20% en el de Vox . Y varios expertos en demoscopia consultados por este medio ratificaron dicha tesis, al entender que los análisis apuntan a que en las últimas semanas Vox, aunque no cae excesivamente, sí ha frenado su tendencia ascendente y su peso electoral se situaría ahora mismo "a medio camino" entre los 24 diputados que obtuvo el 28-A, cuando irrumpió en el Congreso; y los 52 que logró en las últimas generales.
Y las encuestas privadas confirman esta tendencia. De celebrarse hoy elecciones generales, Vox obtendría el 15,91% de los votos, una cifra que se obtiene de la media de los doce últimos sondeos -a excepción del CIS- publicados desde el 1 de julio. Aunque es una marca que aún se sitúa por encima de lo que obtuvieron los de Abascal en las últimas elecciones generales (15,21%), el partido ha caído 2,4 puntos respecto al promedio que marcaban las trece encuestas que se publicaron tras el triunfo de Vox en las elecciones catalanas el pasado 15 de febrero hasta el 10 de marzo, momento en que se activó la cuenta atrás para las elecciones madrileñas, los comicios que cambiaron el paso a la política nacional. En ese momento, la media de Vox se situaba en el 18,14% de los votos.
Este mismo cálculo aplicado al PP arroja que tras las elecciones catalanas y hasta el anuncio de convocatoria de elecciones en Madrid para el 4-M, los populares obtenían, de media, el 21,6% del voto; y que el promedio de las últimas doce encuestas publicadas en el mes de julio, ese porcentaje crece hasta el 28,5%. En otras palabras: el éxito de Ayuso en la Comunidad de Madrid ha marcado el camino al PP nacional, que crece casi siete puntos en cuestión de meses.
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