El 18 de agosto de 1936 Federico García Lorca expiró su último hálito de vida en un paraje del camino que enlaza las localidades granadinas de Víznar y Alfacar. El poeta fue asesinado por los golpistas de madrugada. No fue, sin embargo, la única víctima de aquel pelotón de fusilamiento. Compartieron el mismo destino el maestro Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Juan Arcollas. 85 años después, la fosa común donde yacen los cuatro sigue en paradero desconocido. Un agujero negro de la memoria que tiene a Nieves García Catalán, nieta adoptiva del maestro, como el último y solitario pariente que reclama su búsqueda.

“Voy a llegar hasta donde pueda”, reconoce Nieves en conversación con El Independiente. “Evidentemente no es una herencia que vaya a dejar a mi hija. Ni muchísimo menos, porque entiendo que todo tiene que tener un límite”, señala tras una sucesión de reveses judiciales, que han vetado su petición de buscar los restos de Dióscoro. La última negativa procede del Tribunal Constitucional, que ni siquiera ha admitido a trámite su recurso de amparo. “Dicen que por no apreciar en el mismo la especial trascendencia constitucional. O sea, que no tiene importancia que los restos de nuestros seres queridos estén en las cunetas y en otros lugares”, murmura.

La oposición de los herederos del poeta

Nieves García con la fotografía de su abuelo Dióscoro Galindo

Nieves libra a contracorriente una batalla de la que no quedan más supervivientes. La familia de Galadí arrojó la toalla tras una de las búsquedas. “Es una familia que ha sido muy maltratada en Granada y la madre de Francisco padecía mucho todo esto. Su hijo se tuvo que retirar por no hacer sufrir a su familia”, estima Nieves. En los herederos de García Lorca siempre han encontrado el principal muro. Se oponen a buscar siquiera la ubicación de la fosa. “Los Lorca nos han puesto muchas trabas”, confiesa la última albacea.

“No entiendo su rechazo pero creo que nadie lo entiende porque no tiene ningún sentido. Han pasado ya tantos años que no sé qué beneficio sacan ellos ya con esto”, desliza. “Les hemos ofrecido incluso que si se llegaran a encontrar los restos y se confirmaran, mi hermana mayor y yo estaríamos dispuestas a dejarlos allí. La prueba de ADN ya está realizada. Ellos aseguran que esto iba a ser poco menos que un caos pero nuestra propuesta es saber dónde están realmente y dejarlos allí mismo”, subraya.

Una oposición que tampoco comparte Ian Gibson, el hispanista e investigador lorquiano que ha dedicado décadas a desentrañar el universo del “desaparecido más llorado del mundo” y las horas previas a su asesinato. “Laura García de los Ríos, presidenta de la Fundación Federico García Lorca, ha dicho no hace mucho, en el documental 'Pero que todos sepan que no he muerto' de la cineasta norteamericana Andrea Weiss, que 'con suerte no encontrarán' a su tío. Me parece incomprensible”, denuncia Gibson.

"Laura García de los Ríos, presidenta de la Fundación Federico García Lorca, ha dicho no hace mucho que 'con suerte no encontrarán' a su tío. Me parece incomprensible»

IAN GIBSON, HISPANISTA

“Yo sí quiero que lo encuentren y, como yo, miles y miles de personas alrededor del mundo que admiran profundamente su obra y lamentan su asesinato. En ello, además, va el buen nombre de Andalucía y de España. Y no olvidemos que también existe la asignatura pendiente del cercano barranco de Víznar, donde sabemos que hay centenares, quizás miles, de víctimas de los alzados contra la legalidad republicana. Tenemos que seguir, cada uno a su manera, con la lucha”, agrega.

En busca de Estrasburgo

A pesar de los obstáculos, Nieves está decidida a continuar su misión, "la de la búsqueda de la verdad". Hace dos años solicitó permiso para rastrear los restos de su abuelo por la vía penal ante un juzgado de instrucción de Granada y terminó recurriendo sin éxito la primera sentencia. Ahora, tras el varapalo del Constitucional, elevará su petición al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. “El 18 de agosto, la fatídica fecha en la que fusilaron a mi abuelo, presentaremos la solicitud. Veremos qué nos dicen”.

Nieves admite el desconcierto que le produce encadenar derrotas judiciales. “No lo entiendo pero no soy el único caso. Todas las personas que están involucradas en temas de búsqueda han sufrido muchos reveses judiciales. Algunos han llegado al final a un acuerdo pero la mayoría no”, comenta.  “En el caso de mi abuelo, tiene un poco de nombre y sonoridad por estar con quién está, García Lorca. Pero hay tantas y tantas personas en las cunetas o debajo de las carreteras. Resulta increíble y es muy doloroso. Hay muchos restos que nunca se van a poder recuperar porque se han hecho mil barbaridades pero los que se puedan, deben ser buscados. Es una necesidad de las familias. Es que la historia se debe escribir al completo”.

La búsqueda de los restos de García Lorca y sus acompañantes ha resultado hasta infructuosa, lastrada -secundan desde las asociaciones de memoria- por la férrea negativa de los Lorca. “García Lorca y sus compañeros de muerte son un símbolo y lo que nos está frenando mucho y nos está perjudicando es, dicho sea con claridad, la familia Lorca, que no está por la labor. Si tuviéramos su apoyo, ganaríamos bastante”, señala a este diario Francisco Vigueras, portavoz de la Asociación Verdad, Justicia y Reparación y autor de “Los 'paseados' con Lorca: el maestro cojo y los dos banderilleros”. “La única que sigue buscando es Nieves, que está totalmente desamparada por la justicia”, apostilla.

Un maestro depurado

Diploma de magisterio de Dióscoro Galindo

Dióscoro, nacido en Ciguñuela (Valladolid) en 1877, había llegado a Granada en 1934 y ejercía como maestro en la localidad de Pulianas cuando fue capturado y fusilado. Poco antes de su asesinato, fue sometido a un expediente de depuración por “negar la existencia de Dios en sus clases”. En febrero de 1936 había participado en una mesa electoral en nombre del Frente Popular.

Siendo estudiante en Madrid, había perdido una pierna atrapada en los raíles de un tranvía. “Mi abuelo se preocupaba mucho por sus alumnos y porque no hubiera analfabetos. Daba clases nocturnas a los adultos y, cuando un alumno estaba enfermo, iba a llevarle los deberes ayudado por mi padre porque él era cojo y no podía conducir”, relata Nieves.

Los tres compañeros de fosa de Lorca

Dióscoro Galindo González

Oriundo de Ciguñuela (Valladolid), era un maestro ateo y de izquierdas que tuvo como último destino Pulianas, en la vega granadina.

Francisco Galadí Melgar

Estaba afiliado al sindicato de la CNT y era banderillero de profesión. Lideró las batallas laborales contra la patronal taurina y la defensa del Albaicín, el único barrio de Granada que opuso resistencia.

Juan Arcollas Cabezas

Pertenecía al sindicato de la construcción de la CNT, por lo que debía haber sido albañil antes de conocido banderillero. Participó junto a Galadí en la defensa del Albaicín.

“Hablé con el hermano de un alumno de mi abuelo y me contó que en Pulianas era muy querido. Recordaba que en unos Reyes sus padres no tenían dinero para comprarle un regalo porque era el más pequeño de la familia. Mi abuelo se lo compró y se lo dio a los padres para que se lo entregaran”, evoca. Dióscoro, que tenía por aquel entonces 58 años, pasó sus últimas horas de vida en compañía de García Lorca en La Colonia de Víznar, un antiguo molino de agua que fue transfigurado por los sublevados en cárcel provisional.

Lorca ya sabe que le están buscando; sabe que le odian literalmente a muerte

IAN GIBSON

El autor de “Romancero Gitano” había llegado hasta allí en una rápida sucesión de desgracias. “Hace 85 años, los sublevados fascistas asesinaron contra las tapias del cementerio de Granada, antes del amanecer, a veintinueve republicanos locales, entre ellos Manuel Fernández-Montesinos Lustau, alcalde socialista de la ciudad y cuñado de Federico Garcia Lorca”, rememora Gibson. “El poeta, cobijado desde hacia ocho días en casa de la familia Rosales, se entera enseguida de la infausta noticia y se derrumba. Ya sabe que le están buscando; sabe que le odian literalmente a muerte”.

Excavación arqueológica en la zona en la podrían estar enterrado Lorca y sus tres compañeros de fosa, en 2016

Lorca, escondido en el número 1 de la calle Ángulo, teme un desenlace similar. “Aquella misma tarde se presenta con una orden para su detención el ex diputado Ramón Ruiz Alonso, acompañado de varios correligionarios de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y el apoyo de un fuerte contingente de guardias y milicias que rodean la manzana. Se ha iniciado el calvario del poeta”, detalla el hispanista. Un vía crucis que concluye en la madrugada del 18 de agosto en un punto aún por determinar de la carretera entre Víznar y Alfacar, un páramo escurridizo para los arqueólogos que en la última década lo han horadado fugazmente.

“A ciencia cierta nadie sabe dónde se encuentran. La primera excavación fue dentro del parque Federico García Lorca de Alfacar y yo siempre he estado de acuerdo con que ésa es la zona en la que a mi padre le dijeron que habían fusilado a mi abuelo tres días después del asesinato. El lugar que también señala Manuel Castilla, Manolillo el Comunista, a Gibson”, sostiene Nieves. “Pero claro, la tierra cambia. Cambia tanto que entonces todo era un olivar y ahora vas y hay un olivo y todo lo demás son pinos. El paisaje ha cambiado muchísimo y entiendo que cuanto más tiempo pase, más complicado resultará”, añade.

Carta de Lorca en una exposición sobre su vida y obra

Cumplir una promesa

Hace tiempo que ya no suena el “tictac” para hallar los restos de Lorca, sepultado por la falta de voluntad política, la falta de fondos para realizar catas arqueológicas o la negativa familiar. “Yo tengo a Nieves por una nieta coraje, una mujer que tiene claro que quiere localizar los restos de su abuelo”, afirma Vigueras. La protagonista que transita el campo de minas admite que convencer a los Lorca es “una batalla perdida” pero reivindica su derecho a restañar una página traumática de su pasado. A localizar unos restos óseos que podrían haber permanecido junto a las muletas que usaba Dióscoro.

“Cuando hay gente que te dice que remover todas estas cosas es abrir heridas, yo entiendo que mi herida está abierta y que lo que tengo que hacer es cerrarla. No es solo mi herida sino algo que yo arrastro de mi padre, porque lo recibí todo de él y murió todavía con miedo”, replica. “Tenía un miedo atroz a volver por Pulianas. A mi padre le obligaron a irse de Granada. Le tuvieron dos años encarcelado y, cuando le soltaron, le dijeron que tenía que irse a mínimo 300 kilómetros de Granada”.

"Si logro dar con su cuerpo, creo que sentiré consuelo. Reparación no. Quitarle la vida a una persona no tiene reparación alguna de ningún tipo"

NIEVES GARCÍA CATALÁN, NIETA DE DIÓSCORO GALINDO

Afincada en Guadalajara, Nieves ha regresado a Granada en ocasiones esporádicas desde que falleciera su padre. “Él no quería, por supuesto, que ninguna de sus hijas apareciera por allí, porque le detuvieron por ser hijo de maestro rojo. Le prometí a mi madre que encontraría los restos de Dióscoro. Fue la que empezó conmigo la búsqueda”, narra la nieta. “Yo recibí esta herencia directamente de manos de mi padre y luego de mi madre, pero a mi hija le pilla muy lejos todo esto. Yo no quiero dejarle el dolor que he sentido y que siento en este momento”, alega.

En sus viajes al barranco donde su abuelo aún permanece en paradero desconocido, Nieves dice haber experimentado “un vacío muy grande”. “Es la necesidad de saber dónde está”, barrunta. “Si logro dar con su cuerpo, creo que sentiré consuelo. Reparación no. Quitarle la vida a una persona no tiene reparación alguna de ningún tipo. El fusilamiento de mi abuelo no tiene reparación alguna. Simplemente sentiré el consuelo de saber dónde está y, en un momento dado, si me acerco a Granada, podré llevarle unas flores o estaré un rato allí cerca de donde está él”. Si lo consigue, quizás le lleve un racimo de esas rosas que Lorca describió “llenas de otoño, de tardes,/de pesares, de melancolía,/de tristezas, de amores fatales,/de crepúsculo gris de agonía…”.