Cuando se conoció que Siemens negociaba la compra de Gamesa, a finales de enero de 2016, el mercado dio rienda suelta al entusiasmo. El 29 de aquel mes, las acciones del grupo español de energías renovables se dispararon más de un 18%. Y en los meses sucesivos, a medida que la operación iba cobrando forma y hasta su consumación, el pasado 1 de abril, su cotización ha mantenido una irrefrenable tendencia al alza, mientras el matrimonio de ambas compañías iba recibiendo loas y parabienes de la mayor parte de los expertos.
Pero ese idílico escenario se ha venido abajo en apenas cuatro días. Los títulos del grupo ya unificado Siemens Gamesa han sufrido desde el pasado jueves un descalabro que se ha llevado por delante un 26% de su valor. Si aquel día partía con una valoración próxima a los 12.000 millones de euros, hoy su valor se ha visto reducido por debajo de los 9.000 millones de euros. Su cotización actual, 12,94 euros, es la más baja desde el 18 de enero de 2016.
Este castigo es la respuesta que ha dado el mercado a los resultados que la compañía publicó el miércoles 26 al cierre del mercado, los primeros desde que se cerró su integración. En éstos, Siemens Gamesa no sólo presentó unas cifras de negocio muy por debajo de lo estimado por los analistas, sino que presentó unas perspectivas para los próximos trimestres poco alentadoras.
Las primeras cuentas desde su integración han defraudado las expectativas del mercado
La compañía trató de compensar estas notas negativas con anuncios como que la integración de ambos grupos arrojará unas sinergias mayores y más rápidas de lo previsto inicialmente. Sin embargo, como observan los analistas de Banco Santander, "los aspectos negativos sobrepasaron a los positivos por un amplio margen", lo que se ha dejado notar en la cotización de la compañía de forma ostensible.
El negocio de Siemens Gamesa se ha visto fuermente penalizado por la evolución del mercado indio, donde el negocio ha registrado una paralización casi completa, en medio de una serie de cambios regulatorios. Más preocupante que esta cuestión es, según los analistas de Santander, la situación de Adwen, el negocio de turbinas eólicas marinas, en el que han sido detectados problemas de calidad que podrían llegar a suponer la salida de flujos de caja por valor de 400 millones de euros durante los próximos diez años.
Para algunas firmas la reacción del mercado a estos resultados resulta excesiva, ya que alguno de los principales problemas, en especial los relativos a la India, deben ser interpretados como temporales. Así, Alantra, por ejemplo, aconseja aprovechar la debilidad actual para comprar acciones Siemens Gamesa, al que da un precio objetivo de 21,15 euros, un 63% por encima de sus niveles actuales.
Sin embargo, los inversores llevan tiempo dando indicios de que parecen haber perdido la fe que habían depositado en el grupo de renovables en los últimos años, desde que inició en el verano de 2012 una espectacular remontada desde mínimos históricos. El descalabro de los últimos cuatro días se suma a los descensos ya acumulados desde mediados de mayo. Desde entonces, Siemens Gamesa sufre recortes del 38%.
El grupo pierde un 38% desde mayo, en plena salida de la antigua cúpula de Gamesa
Este deterioro ha ido en paralelo a la salida de la compañía de los hombres clave en la resurrección de Gamesa en los últimos años, el expresidente Ignacio Martín y el ex director general ejecutivo Xabier Etxebarría. "La conclusión con respecto a la alta dirección es que las personas clave de Gamesa, las que cambiaron la compañía entre 2012 y 2013 y ganaron con el tiempo la confianza de los inversores, se han ido", lo cual "ha generado preocupación a algunos de los inversores tradicionales de Gamesa, aparte, obviamente, de las típicas distraccciones que la compañía que una situación como ésta trae", observan en Banco Santander.
Los nuevos gestores de Siemens Gamesa se enfrentan al reto de demostrar a los inversores que sin ellos el negocio puede seguir evolucionando de forma positiva. Pero su primer intento ha resultado fallido y tendrán que trabajar duro para recobrar la fe del mercado.
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