El Comité Olímpico Internacional (IOC, por sus siglas en inglés) es uno de esos organismos de los que poco se sabe cómo opera. No es que sus actuaciones, opiniones o sugerencias no sean muy transparentes, sino que las voluntades de sus miembros con derecho a voto para otorgar la organización de unos Juegos Olímpicos cambian con el viento. O así nos lo quisieron vender los responsables de, primero, Madrid 2012 y, luego, Madrid 2016.
Es un organismo poco dado a los cambios y a las innovaciones. Eso lo tenía claro el común de la población, por lo que dirigentes como Alberto Ruiz-Gallardón debían saberlo de primera mano. Pero el alcalde madrileño cometió un error que los responsables de París, que va a organizar los Juegos de 2024 tras un acuerdo con Los Angeles y el COI, han sabido evitar a la perfección.
Madrid y París han vivido, de hecho, comienzos paralelos. Ambas capitales se postularon como candidatas a ser la sede del mayor evento deportivo en 2012, pero en la 117º reunión del COI, que tuvo lugar en Singapur, ambas fueron derrotadas por Londres. Madrid tenía fuertes aspiraciones, pero el entonces premier británico, Tony Blair, apareció en la ciudad asiática y tiró de diplomacia. Habló con unos y otros, convenció a los reticentes y estrechó cientos de manos. Job done.
Al día siguiente de llegar a Singapur, Blair volvió a Londres. Ni siquiera se tomó la molestia de hablar ante los miembros del COI, algo que sí hizo su homólogo parisino, Jacques Chirac. Londres ya tenía los Juegos en el bolsillo, y Madrid no pudo ni pasar a la ronda final.
Tras quedarse a las puertas, Madrid y París tomaron caminos muy diferentes. Gallardón se embarcó en una suerte de odisea para apuntarse el tanto de ser el primer alcalde madrileño en acoger los Juegos, mientras que París pasó discretamente a abandonar la carrera olímpica.
Cada vez que se reunían unos pocos miembros del COI y que se permitía hablar con ellos, allí estaba Gallardón. Viajó por todo el mundo y se entrevistó con cientos de personas, con el presidente del COI por entonces, Jacques Rogge, y con quien hizo falta.
Una fuerte losa
Pero, por muchas conversaciones que mantuviera, la candidatura de Madrid 2016 tenía una fuerte losa contra la que era imposible luchar: la rotación de continentes. "En teoría no podemos decir que sea relevante. Pero es muy importante, casi decisivo, y eso nos resta muchas posibilidades". Son palabras de un miembro de la candidatura española antes de la votación de Copenhague que decidiría quien se llevaba los Juegos de 2016.
Lo sabían. Lo tenían muy claro. Río de Janeiro, Tokio y Chicago eran los rivales, es decir, Asia, Latinoamérica y América del Norte. Ni rastro de candidaturas europeas, que habían retrasado sus aspiraciones a sabiendas de que esos Juegos no iban a quedarse en el Viejo Continente.
Pero aún así, Gallardón tiró hacia delante, consciente de que su mandato en la capital española iba a acabar mucho antes de que se abriera de nuevo la ventana europea para los Juegos. En un arranque absolutamente personalista, la candidatura de Madrid 2016 fue un hecho.
Las instalaciones estaban construidas al 70%, Madrid se llevó la segunda mejor calificación en los informes previos -casi dos puntos más que Río- y parecía que todo pintaba bien. Pero, de nuevo, había que afrontar la realidad: "Río de Janeiro es la favorita sentimental. Permitiría llevar por primera vez los Juegos Olímpicos a Latinoamérica", decían los miembros del COI en los pasillos. Y Gallardón lo sabía.
¿Más factores en contra? Los votos en contra de todos los miembros europeos del COI. Esa rotación de continentes ya mentada dictaba que si los Juegos iban a Río o a Tokio, con Chicago fuera de la pelea pese a la glamourosa presencia de Barack Obama, las candidaturas europeas eran las favoritas para 2024. París ya tenía esa fecha en mente, pues es el 100 aniversario de la celebración de los primeros Juegos en la urbe francesa, por lo que todos sus delegados ni miraron a Madrid.
Las matemáticas no mienten. En la primer ronda Madrid se llevó 28 votos, Río 26, Tokio 22 y Chicago 18, por lo que la ciudad estadounidense quedaba eliminada. Segunda ronda: Madrid 29 (+1) votos, Río 46 (+20) votos y Tokio 20 (-2) votos. La capital nipona se quedaba fuera y el duelo final, ya desparejado, dejaba a Madrid contra Río. El recuento acabó con un claro 32-66 en favor de los cariocas.
En el proceso de selección, a lo largo de tres rondas, Madrid consiguió sumar cuatro pírricos votos a sus apoyos iniciales, mientras que Río se hizo con 40 papeletas más. No hubo color.
Acuerdo político París-Los Angeles
Olviden lo deportivo, las sedes, los transportes y el escrutinio del grupo de delegados del COI que analizan las candidaturas. Organizar unos juegos es un tema político, nada más. Lo han dejado bien claro las partes. "Tenemos confianza en este acuerdo a tres bandas entre Los Angeles, París y el COI, que nos permitirá trabajar juntos y crear una situación positiva para todos. Lo ratificaremos en agosto", ha dicho el presidente del COI, Thomas Bach.
"El acuerdo con el COI nos permitirá darle un impulso a todas las comunidades de Los Angeles", ha explicado el alcalde de la ciudad estadounidense, Eric Garcetti, que primero presentó a la ciudad a la candidatura para 2024, pero que ha tenido la cintura suficiente para ver que 2028 era su año.
Para encontrar el precedente de una decisión similar en el organismo hay que remontarse hasta 1921, e hizo falta que el pasado 11 de julio todos los miembros del COI dieran el sí en una votación que tuvo lugar en la ciudad suiza de Lausana.
Queda ahora confirmar la decisión de otorgar a París los Juegos Olímpicos de 2024 a y Los Angeles la del año 2028, un formalidad que quedará sellada en la reunión del COI de agosto en Lima, Perú.
Las aspiraciones olímpicas de Madrid no se acabaron en 2016. Aún hubo tiempo para que los ciudadanos madrileños fueran avergonzados a nivel mundial cuando, en la presentación de Madrid 2020 en Buenos Aires, la alcaldesa Ana Botella pronunciado el famoso "relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor". Ni siquiera el resultado produjo más sonrojo que las palabras de Botella, y eso que Madrid no pasó ni la primera fase.
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