Un estremecer recorrió el edificio de arriba a abajo a la vez que un agujero negro vomitaba humo y escombros. Y arte, también arte. La primera sensación fue de irrealidad, aunque la idea de un ataque terrorista ni siquiera cruzó las mentes de los allí presentes. Los aviones controlados por Al Qaeda impactaron contra las Torres Gemelas de Nueva York y poco o nada podía hacer la voz temblorosa de una retransmisión granulada que pasaría a la historia como lo hicieron las vidas que caían al vacío.
Al Qaeda había dado un gran golpe. Las muertes se contaron por miles y los daños, que aún perduran veinte años después, marcaron la economía, el pensamiento y a la sociedad, pero también la cultura de lo que fue desde entonces una era que ya no es.
Las obras de Miró, Alexander Calder o Picasso; las de Lichtenstein o David Hockney. Todas, quedaron pulverizadas entre las ruinas del World Trade Center. El mundo del arte perdió en apenas una hora 100 millones de dólares en pintura mural, esculturas, grabaciones o archivos históricos expuestos en el interior o alrededores de las Torres Gemelas. En 2002, The Heritage Emergency National Task Force (HENTF), entidad encargada de proteger el patrimonio cultural de los Estados Unidos, estimó que «el desastre más grande que haya afectado a la industria del arte» era un catálogo de obras destruidas de un valor incalculable, aunque lo que no estimaron fue que aquel suceso seguiría estando veinte años después, representado en el discurso cultural del arte contemporáneo: «Desde el 11 de septiembre, el conflicto como tema ha sido cubierto más regularmente en exposiciones, ferias y bienales internacionales. A través de la expresión artística, hombres y mujeres han estudiado y documentado el cambio inmediato que supuso el ataque para el mundo, y la manera en que nos ha afectado a cada uno de nosotros. Situar estas obras en el mismo sitio donde ocurrió el atentado ayuda a los visitantes a descubrir otra perspectiva humana ante catástrofes como esta», explica Joe Daniels, presidente de la fundación del Monumento Conmemorativo del World Trade, uno de los edificios dañados durante los ataques y reconstruido actualmente con cinco nuevos rascacielos que albergan un memorial dedicado a las víctimas.
El arte ha documentado el cambio inmediato que supuso el ataque para el mundo»
joe daniels
Artistas de la talla de la Diane Arbus, Bruce Conner o Donna Levinstone, entre otros, han hecho de sus obras un reflejo de cómo el atentado terrorista alteró la percepción pública del conflicto y la subjetividad con la que concebimos el mundo y lo que pasa en él: «A través de las lentes del arte volvemos a experimentar ese vivo estremecimiento que todos sentimos aquella inolvidable mañana de jueves. Los artistas, al igual que el resto de los mortales, también sufrieron al intentar encontrar una explicación ante esta magna destrucción y matanza de inocentes; y respondieron como mejor supieron, con sus creaciones».
World Trade Center como una nube (2001), es una de las obras más representativas de esta temática. En ella, el escultor Christopher Saucedo representa las torres gemelas como si fuesen una nube, y lo hace en recuerdo a su hermano, un bombero que murió en línea de guardia en el momento del colapso de la Torre Norte. También en recuerdo a las víctimas, Tumbling Woman (2002), de Eric Fischl, representa una mujer cayendo como lo hicieron tantas, y Donna Levinstone en Eternal Rest (2002), pinta la nube de humo que invadió la ciudad aquel 11 de setiembre como las almas de los fallecidos al eterno descanso: «Cuando comencé a hacer la escultura, necesitaba una manera de incluirnos a nosotros, a los que sobrevivimos, así como a los que murieron», explicó Fischl tras la exposición de su escultura en el World Trade.
Sea como fuere, el 11 de setiembre dejo al país de las barras y las estrella en estado de shock. También al mundo entero y al estilo artístico que ahora es testimonio de la tragedia y el dolor, y de la vida y la muerte sin censura.
La tragedia en el arte tras los atentados del 11S
Tsunamis, derrumbes, accidentes aéreos o cracks bursátiles han sido representados en el arte como reacción o manifestación de los artistas a los acontecimientos que los rodean. La tendencia, fue creciente tras el ataque contra las Torres Gemelas, que abrió la vertiente artística de representar el cambio: «Los artistas siempre han reaccionado a los acontecimientos que los rodean. El 11-S es el punto de partida para mirar cómo ha cambiado el mundo en términos de seguridad, de leyes, el miedo, la cultura urbana, el clima de peligro y muchos aspectos individuales y colectivos que se han visto afectados por el conflicto contemporáneo, y colgado en las paredes de un museo», asegura Daniels.
El muro de Berlín, el accidente del Concorde, la ola gigante en Japón, la Guerra Civil española o la más reciente pandemia del Coronavirus, son algunos de los acontecimientos históricos que, tras el 11-S, han visto en el arte una denuncia o expresión -buena o mala- de la tragedia. Locales y visitantes de Berlín, por ejemplo, recorren diariamente el que alguna vez fuera el muro de la infamia, hoy convertido en espacio cultural donde artistas de 21 países del mundo, pintaron con pinceles y aerosoles, obras que se han convertido en verdaderos iconos de la capital alemana. Lo mismo ocurre con las paredes que albergan el Guernica (1937) de Picasso o Los Fusilamientos del 3 de mayo (1814), el cuadro con con el que Goya transformó para siempre el modo en que mirar la guerra contra la dominación francesa.
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