Seguramente ser buceador le empujó a crear piezas de arte submarino que emularan un mar de plástico. Primero fue en México, después en Lanzarote -hace cinco años-, y ahora en las profundidades de Aiya Napa, en Chipre. «Quería probar algo diferente», asegura el también escultor británico, Jason deCaires Taylor (Reino Unido, 1974), en palabras para El Independiente: «Consideramos el mar fuera de límites, como algo lejano a la esfera humana que sin embargo descuidamos casi a conciencia. Yo quería hacer algo distinto, quería hacer algo que además de asombrar a los visitantes, llamara a explorar la relación entre las personas y la naturaleza, y la sensación de que el impacto humano no siempre es negativo. La protección de la biosfera debería ser nuestra máxima prioridad o de lo contrario enfermaremos o moriremos».
Taylor lleva quince años anclando a los cimientos del mar esculturas que le han valido reconocimientos y un gran furor turístico. Y pese a que ese no es su principal objetivo, reconoce que le ha ayudado a concienciar sobre coyunturas como la crisis climática y la pérdida del hábitat de algunas especies. Sus instalaciones, ya en muchos rincones del mundo, están diseñadas para generar un arrecife artificial a gran escala y su último destino para hacerlo, la playa de Pernera en Ayia Napa, se ha convertido en el nuevo museo subacuático del Mediterráneo, Museo de Escultura Submarina de Ayia Napa (MUSAN, por sus siglas en inglés), que se extiende a más de 167 metros de distancia a través del fondo del océano, y alcanza una profundidad de más de 10 metros de fondo.
Compuesto por 93 esculturas de árboles y niños que juegan al escondite en la floresta acuática, Taylor ha convertido «una zona estéril del fondo marino, en un lugar donde puedan vivir muchas especies diferentes bajo el agua»: «Los niños esperan un futuro en el que regresen el misterio y la magia de la naturaleza. La necesidad de regenerar nuestros océanos es tan urgente como la necesidad de restablecer nuestra conexión con el mundo natural. El arte puede ayudarnos a cambiar nuestra relación con la naturaleza. Por un lado, mis obras tienen una función práctica, crean arrecifes artificiales, atraen la vida marina y dan lugar a santuarios marinos. Pero yo diría que lo más importante es que son capaces de contar historias e involucrarnos emocionalmente», explica el artista.
El arte puede ayudarnos a cambiar nuestra relación con la naturaleza
Jason C. Taylor
La construcción del museo se hizo a partir de grúas que colocaban las estatuas de hasta 13 toneladas en el fondo del océano, subiendo la cifra del coste total del museo a 1,1 millones de dólares (unos 940.000 euros). Todas las esculturas que conforman el 'bosque marino' están hechas con pH neutro para que no impacte negativamente al medio ambiente y favorezca a su vez al crecimiento de corales: «La construcción de este tipo de museos es todo es un reto. Hay que hacer estudios, evaluar las localizaciones y obtener los permisos necesarios. Es muy complicado. A veces no existen los procedimientos para instalar arte debajo del agua porque nunca antes se ha hecho. La colocación de esculturas se considera además cuidadosamente para maximizar el impacto ambiental positivo. En muchos casos, las esculturas se colocan lejos de los arrecifes existentes, a menudo en áreas de bancos de arena áridos para impulsar la diversidad, pero también para alejar a los turistas de los delicados ecosistemas y corales frágiles de los arrecifes existentes, donde los buzos pueden hacer más daño con su bien intencionada curiosidad. Cada escultura se crea además en colaboración con científicos para que su textura libre de contaminantes se convierta en una parte integral del ecosistema local, animando a las larvas de coral a adherirse y prosperar, además de servir de hogar para peces y crustáceos».
Pese a que el MUSAN se inauguró oficialmente el pasado mes de julio, Taylor insiste en que no está acabado porque «no hay un producto final», en tanto en a que se debe tener en cuenta una evolución «impredecible»: «Los árboles esculpidos y los niños que juegan entre ellos serán consumidos y colonizados por biomasa marina, proporcionando alimento y refugio para una variedad de criaturas, pero recordándonos de manera importante que nosotros mismos somos naturales. Es un paisaje en constante cambio. Puede que la obra de la naturaleza llegue a suplantar la mía».
El escultor británico cuenta más de mil esculturas en los océanos del mundo, entre las que destaca el primer parque de esculturas submarinas y el primer museo submarino en el mundo conocido en Grenada (América), reconocido como una de las 25 Maravillas del Mundo por National Geographic.
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