Aunque están a 500 kilómetros, están ayudando a saber por dónde irá la lava, cuántas hectáreas han sido arrasadas o el número exacto de casas que han quedado sepultadas en la isla de La Palma. Son los vigilantes espaciales del volcán de Cumbre Vieja, los que han proporcionado datos cruciales a los investigadores que están sobre el terreno. Hablamos de los satélites.
"Estamos generando una cartografía muy precisa de las zonas afectadas y entregamos todos los datos a los servicios de emergencia para que conozcan cada detalle", cuenta a este periódico Antonio Tabasco, embajador en España del programa satelital europeo Copernicus.
El 19 de septiembre, nada más conocer la erupción del volcán de Cumbre Vieja, el Centro Nacional de Seguimiento y Coordinación de Emergencias se puso en contacto con Copernicus para solicitar su apoyo. Y a los pocos minutos, el Servicio de Gestión de Emergencias de Copernicus activó el servicio de cartografía rápida.
De las seis misiones que tiene el programa Copernicus, tres de ellas están recopilando datos sobre el volcán de La Palma . "Está el Sentinel 1, que tiene tecnología de radar; el Sentinel 2, que obtiene imágenes ópticas de alta resolución; y el Sentinel 5P, que monitoriza valores atmosféricos", añade Antonio Tabasco, que es jefe de la división de teledetecciones de GMV, una empresa que trabaja en el programa Copernicus. Cada misión de Copernicus tiene varios satélites orbitando alrededor de la Tierra a unos 500 kilómetros de altitud. Pesan cerca de una tonelada cada uno.
El hecho de utilizar tecnología de radar y óptica de alta resolución, les permite recopilar información incluso en condiciones metereológicas adversas. En total, Copernicus ha realizado una veintena de mapas cartográficos con la extensión de la lava, las cenizas, el número de casas y carreteras destruidas.
"Estos programas se activan siempre con desastres naturales como terremotos, incendios, inundaciones... Se gestiona desde la propia entidad europea, que es la que recibe peticiones de activación de las instituciones de cada país", comenta Antonio Tabasco. Además del programa Copernicus, hay otros satélites privados, como el PAZ, que están ofreciendo datos sobre el volcán.
El Sentinel P5 y la nube de dióxido de azufre
Esta misión tiene el objetivo de monitorizar los valores atmosféricos y ha realizado varios mapas en las últimas semanas en las que se apreciaba perfectamente el recorrido de la nube de dióxido de azufre.
"El Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus puede utilizar las mediciones de dióxido de azufre del Sentinel-5P para ayudar a las compañías de aviación a evitar los encuentros con cenizas volcánicas y columnas de dióxido de azufre", afirma el jefe de misión del Sentinel-5P, Claus Zehner. "Esta erupción volcánica demuestra cómo los datos captados por los satélites Sentinel pueden respaldar diferentes servicios operativos de Copernicus".
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